Opinión | Crítica / música
Una primavera floreciente
Lina Tur Bonet y "Musica Alchemica" cosechan un resonante éxito mediante un programa atractivo con obras de Vivaldi y J. S. Bach
La segunda cita de la Primavera Barroca no pudo tener un desenlace mejor. Lina Tur Bonet y "Musica Alchemica" planteaban un interesante diálogo entre dos de los máximos exponentes del barroco musical, como Antonio Vivaldi y Johann Sebastian Bach, compositor que, como ellos mismos explicaron, conocía y estudiaba la música del maestro italiano a través del repertorio que llegaba al país germano. Sin embargo, lo más destacado de la velada fue la capacidad que exhibieron los músicos para ejecutar un programa muy complejo técnicamente con una expresividad abrumadora.
La "Obertura" de "La verità in cimento" demostró la solidez del conjunto, versátil para ajustarse a los diferentes tempi y carácter de cada uno de los temas que presenta la obra vivaldiana. Pero la temperatura de esta "primavera" musical recién inaugurada se incrementaría en el "Concierto para violonchelo en si menor" (también de Vivaldi), con un "allegro non molto" vistoso y ágil, donde el ensemble lució una gran precisión en la concertación mientras que Marco Testori se recreaba en la expresividad tímbrica de su violonchelo y en las nostálgicas melodías del "Largo", doliente y en un sonido muy legato para aportar esa delicadeza y sensibilidad que impregna el movimiento.
El punto de ebullición se alcanzaría en el "concierto para violín en re mayor" de Vivaldi, más conocido como "Il grosso mogul", pura pirotecnia barroca que Tur Bonet ejecutó con inusitada solvencia. Ni los endiablados pasajes vivaldianos, ni los diseños escalísticos ni tan siquiera los distintos registros del violín fueron impedimento para que la solista española luciera un timbre esmaltado que conmovió a los asistentes y les hizo romper uno de los mandamientos de los fieles a la música clásica: aplaudir entre movimientos. Esta frescura y vivacidad se trasladó al resto de integrantes de "Musica Alchemica", quienes arroparon con mucha experiencia a la violinista que, en cada melodía, era capaz de ofrecer algún aliciente a su interpretación por medio de ligeros trinos y ornamentos, siempre en el contexto de una superlativa musicalidad que confería aún más atractivo a su ejecución.
La "Passacaglia en do menor" de Bach destapó un interesante arreglo de D. Espasa que permitió mostrarse a cada miembro de la formación, funcionando como un bloque compacto perfectamente ensamblado. Jadran Duncumb fue el protagonista del "concierto para laúd en re mayor" de Vivaldi, evidenciando unos matices sugerentes en cada una de sus intervenciones, al tiempo que la agrupación respiraba con él en cada fraseo y le arropaba con celo y delicadeza. El broche de oro para esta floreciente primavera barroca sería el "concierto para violín, cuerda y continuo en mi mayor" de Bach que favoreció los teatrales juegos barrocos en los patrones pregunta-respuesta y el manejo del volumen en aras de una mayor expresividad.
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