Moncholí y Flórez, historias de memorias y fantasmas

"Esta es una motivación especial", aseguran los dos únicos asturianos que participan en la sección oficial de cortometrajes

Alicia Moncholí y Diego Flórez, a la puerta de la Escuela de Comercio. | Á. G.

Alicia Moncholí y Diego Flórez, a la puerta de la Escuela de Comercio. | Á. G.

Pablo Antuña

Pablo Antuña

Gijón

Con dos trabajos en los que los recuerdos, la memoria y lo cotidiano son protagonistas, dos jóvenes de 26 años, Alicia Moncholí y Diego Flórez, echan la vista atrás en sus respectivas creaciones. Ellos son este año los únicos asturianos en participar en la sección oficial de cortometrajes. La directora Alicia Moncholí lo hace con "Campolivar", en la que a través de material de archivo familiar reconstruye el descenso a los infiernos de un padre enfermo, mientras que Diego Flórez lo hace con historias fantasmales y cotidianas en "Una lluz". "Es una motivación muy especial estar siempre en el FICX y más estrenarnos en competición oficial", coinciden Moncholí y Flórez.

A caballo entre Oviedo (su ciudad natal) y Madrid, y con trabajos también en Cataluña y Madrid, Moncholí participa por cuarta vez en el FICX. Lo hace con una propuesta que define como "un híbrido entre documental y ficción, en el que aparece un retrato de mi infancia, mezclando realidad e imaginación". La joven cineasta ovetense cuenta cómo construyó este cortometraje: "A través de mezclar material de archivo e imágenes hago una recreación de esa infancia a través de la imaginación, y creo como un cuento o fábula". Y profundiza sobre la base que utilizó con un archivo familiar en el que encontró unas cintas de cuando era pequeña: "A partir de unos símbolos creo como esas imágenes que quiero reproducir. Aparece mucho la canción de ‘Lobo feroz’ y sale un hombre vestido de lobo, o se cantan muchas canciones de cumpleaños".

Diego Flórez, mierense, aspira a seguir creando desde su tierra. "Igual es más complicado a nivel laboral, pero también se ganan otras muchas cosas. Me quedaré aquí hasta que me obliguen a marcharme", recalca. En "Una lluz" lo que busca "es una película de fantasmas, en la es que fundamental lo fantasmagórico, porque funciona a varios niveles de la peli". Y explica cómo desarrolla esa intención: "Trabajo en torno al tema de congelar el tiempo y después invocarlo. Y está también la parte más figurativa, de lo fantasmal de la historia de Asturias, que vuelve sobre el presente constantemente. Porque más allá de eso está lo fantasmagórico en un plano más literal, lo que solemos llamar espíritus o creencias. O la huella, que es todo aquello que tiene un proceso de desaparición o muerte, como esa parte de la realidad que se aferra y se niega a desaparecer".

En un sentido más ficticio o real, ambos indagan, como muchos productores asturianos, en las raíces. Una mirada en la que ambos coinciden que les gusta trabajar. "Es fundamental y algo transversal, también generacional e incluso a nivel estilístico. En el cine asturiano hay pelis superdistintas, pero hay una importancia grande de la memoria, cada uno desarrollado a su manera", afirma Flórez. "Me parece interesante, por el hecho de plantearnos muchas veces cómo recordamos y si los recuerdos que tenemos son reales", subraya Moncholí, jugando también con esa parte más ficticia que aplica en sus trabajos.

Ambos compiten con cortos en esta edición del FICX, pero no descartan hacer algún largometraje en el futuro. También defienden este formato reducido. "Soy contrario a que el corto sea antesala del largometraje. Sencillamente son formatos distintos y para el proyecto y posibilidades que tengas se ajusta uno u otro. Hay que reivindicar el corto", enfatiza Diego Flórez.

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