Llanera es arte

María Luisa Álvarez cumplió su sueño de infancia y se hizo cantante de tonada

"Cuando veía a los grandes artistas en la tele, bastante pensaba que iba a cantar con ellos", reconoce la intérprete, que ha grabado con Joaquín Pixán

María Luisa Álvarez, en su casa de Bonielles, con algunos de los trofeos que ha ido consiguiendo a lo largo de los años.    | L. P.

María Luisa Álvarez, en su casa de Bonielles, con algunos de los trofeos que ha ido consiguiendo a lo largo de los años. | L. P.

Luján Palacios

Luján Palacios

Bonielles (Llanera)

Un bolígrafo, una libreta, la radio y un amor enorme por la tonada le han bastado a María Luisa Álvarez Vega para convertirse en una laureada artista pasados los 50 años de edad. Porque las veladas escuchando música asturiana, que ella apuntaba cuidadosamente en sus papeles para aprenderse la letra después de arreglar la cuadra y las vacas que han sido su sustento familiar, le han hecho cumplir un sueño. "Conocía a todos los grandes cantantes de tonada de la tele, quién me iba a decir a mí que iba a acabar cantando con ellos", apunta.

María Luisa nació en Boo de Aller, tierra de grandes voces. A los 19 años conoció a un rapaz de Panizales, en los altos de Llanera, que frecuentaba el baile de La Bombilla. Era José Manuel Carbajosa Vega. "Empezamos a ser novios y enseguida quiso casarse, yo le decía que era muy joven y no había vivido nada, pero al final dije que sí. Vine para Llanera y ahora ya soy más de aquí que de allí", resume, a punto de jubilarse del mundo del campo.

En casa de su abuela siempre hubo "pandereta y castañuelas, porque a ella le gustaba bailar a lo suelto", así que ya tenía los sones en la cabeza desde pequeña. Pero nunca pensó que se convertiría en una estrella, que ganaría premios y que saldría por la tele, como sus ídolos.

De hecho, las primeras décadas de su vida en la parroquia de Bonielles estuvieron dedicadas al campo y las vacas, a andar a la hierba y a catar, porque "llegamos a tener unas 30 vacas de leche", aunque ahora sólo conservan ganado de carne. Fue madre y se dedicó a las labores propias de la casa y la ganadería, pero "siempre estuvo ahí el gusanillo", recuerda. Joaquín Pixán, Diamantina Rodríguez, Chucha de Nembra, la Busdonga y decenas de cantantes resonaban en su cocina a través de la radio. Y María Luisa apuntaba y apuntaba las letras hasta que con 52 años, y ya con el hijo ingeniero independizado, se animó a dar un paso adelante, animada por el marido.

Ya había ganado un concurso con 14 años, pero no sería hasta que vendieron las vacas pintas cuando, empujada por José Manuel, se decidió a indagar "a ver dónde podían darme clase, porque yo quería cantar como los que salían por la tele". Fue al Ayuntamiento y a la Casa de la Cultura, pero "no supieron ayudarme". Pasó también por la Coralina de Santa Cruz, donde cantó dos años, pero fue el intérprete de tonada Alfonso Campín el que le daría el empujón definitivo. "Él iba a clases con Ismael Tomás en Gijón, y también Álvaro Fidalgo, de los que somos muy amigos, pero me costó decidirme, era lejos y no me atrevía", explica.

Finalmente, tomó una decisión y empezó a ir a clase. "Me dijeron que tenía buena voz, pero tuve que aprender mucho, o más bien desaprender. Ismael Tomás me dijo que había que empezar de cero, porque yo había aprendido las canciones a mi manera. Apuntaba todo otra vez porque en tonada no hay partituras, y así fui mejorando", rememora María Luisa.

Gracias a su esfuerzo descubrió un mundo nuevo, en el que hizo "muchas amistades" y donde se sintió "muy arropada". Enseguida empezó a cantar en concursos y muestras, combinando el arte con la ganadería, y con la ilusión enorme de conocer de cerca a sus referentes. "Los conocía a todos de la tele, y luego cantaba con ellos; fue lo máximo, el sueño de mi vida cumplido", asegura.

En el año 2017 ganó el concurso de canción dialogada en Pola de Siero con Álvaro Fidalgo, y los dos se apuntaron a un curso con Joaquín Pixán. "Quedó impresionado de cómo cantaba yo, y conectamos muy bien, llegamos a ser muy amigos y grabé con él una canción para el disco Diálogos", señala la cantante mientras muestra sus trofeos.

Fue el remate perfecto a un sueño, la muestra de que la perseverancia hace conquistar cualquier meta y la demostración de que la edad no es excusa. La historia de María Luisa ha sido recogida dentro del proyecto "Ellas: música en Llanera con nombre de mujer", promovido por la Asociación de madres, padres, alumnas y alumnos de la Escuela Municipal de Música, y recogida en los Cartafueyos de Llanera. Otro "honor" más, sostiene María Luisa, que ha dejado de ir a concursos porque "ya no veo bien para conducir y, además, se me murió un hermano y ya no es lo mismo".

Pero allá en Panizales, aunque sea para ella y para sus dos nietos pequeños, su voz sigue resonando clara y fuerte, para recordarse a sí misma que "si quieres, puedes". n

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