Entrevista | Vicente Gotor Fernández Catedrático de la Universidad de Oviedo, ingresa en la Academia de Ciencias Exactas de España

"Es innegable el prestigio que tenemos fuera, hay que creérselo más"

"Hay veces que nos cuesta más pedir un reactivo y tramitar la factura que pensar un proyecto", se queja

Vicente Gotor Fernández

Vicente Gotor Fernández / Fernando Rodríguez

Mónica G. Salas

Mónica G. Salas

Oviedo

Para Vicente Gotor Fernández el pasado noviembre fue el mes de las alegrías. Ascendió en la Universidad de Oviedo a catedrático del departamento de Química Orgánica e Inorgánica, fue nombrado miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de España, y para encima, celebró su 50 años cumpleaños. Gotor junior tiene ciencia en la sangre. Su padre y maestro es Vicente Gotor Santamaría, catedrático jubilado de Química Orgánica e Inorgánica y exrector de la universidad asturiana. Y su madre es Rosa Fernández, que fue profesora del departamento de Biología Molecular. Gotor hijo ya vuela solo en el mundo de la investigación y, a base de "trabajo, trabajo y trabajo" (la máxima de su padre), se ha convertido en uno de los grandes expertos en biocatálisis de España. Hoy es uno de los pesos pesados del grupo de investigación que fundó el exrector en 1988, el de Química Bioorgánica, y traerá a Oviedo en 2027 el congreso mundial de biocatálisis, con 600 científicos.

-2024 acabó de la mejor forma para usted: siendo catedrático e ingresando en la Real Academia de Ciencias Exactas.

-Sí, noviembre fue un mes muy intenso. La entrada en la Academia fue completamente inesperada y una gran sorpresa, al contrario que la oposición a catedrático, que la llevaba preparando muchísimo tiempo. No sabía ni que estaba propuesto. Y un día me encontré con el correo electrónico de que había sido nombrado académico. Es un gran orgullo.

-Viajemos al pasado. ¿Siempre quiso ser científico?

-Sí, desde muy joven. Tanto mi padre como mi madre son científicos y muchos fines de semana les acompañé a los laboratorios.

-¿Y ser químico?

-También. Siempre estuve muy ligado a la Química y a la Biología. Fueron dos asignaturas que me gustaron muchísimo en el instituto y siempre tuve claro que quería hacer ciencia. Tuve más dudas para elegir Química o Biología, pero al final creo que acerté.

-¿Es difícil ser investigador hoy en día?

-Sí, sí... Antes la gente quería hacer una carrera, ahora en cambio prefieren acceder antes al mercado laboral y estudiar por ejemplo un ciclo de FP. Para ser científico no solo hay que estudiar un grado, hay que hacer después un máster, una tesis doctoral y salir al extranjero en el postdoctorado.

-¿Cada vez hay menos jóvenes que quieren ser investigadores?

-Sí. Primero porque hay menos alumnos que llegan al final de sus estudios de grado. Segundo, porque tenemos que hacer másteres más atractivos. Y tercero, hacen falta más ayudas predoctorales para que los jóvenes puedan llevar a cabo sus tesis doctorales. En el tema de las subvenciones necesitamos que haya una buena periodicidad, porque muchas veces nos llegan estudiantes buenos que no podemos retener por ello.

-¿Cómo es la vida de un científico después de la tesis doctoral?

-Le puedo exponer mi caso. Conseguí un contrato postdoctoral Marie Curie para llevar a cabo una investigación durante dos años en la Universidad de Edimburgo. Estar fuera como mínimo dos años creo que es necesario. Hay que marcharse, conocer nueva ciencia, nuevos ambientes... Pero lo realmente difícil es volver a España, porque ahí las ayudas son pocas. En Química para todo el país estamos hablando de 30 y hay áreas muy competitivas. En mi caso, conseguí un contrato Juan de la Cierva y luego un Ramón y Cajal hasta que pude presentarme a una oposición de profesor titular.

-Como investigador, ¿qué le pide al Rectorado de la Universidad de Oviedo?

-Menos burocracia. Yo creo que en eso estamos de acuerdo todos los investigadores. Y en segundo lugar, que financien las plantillas que tenemos de estudiantes predoctorales.

-¿El papeleo es lo que más les lastra en el día a día?

-Sin ninguna duda. Hay veces que nos cuesta más pedir un reactivo y tramitar una factura que preparar una clase o pensar un proyecto de investigación.

-¿Esa burocracia ha mejorado o ha empeorado en los últimos años?

-Este año se han tomado medidas importantes y se ha informatizado muchísimo más todo. Estamos en el buen camino y estamos aprendiendo.

-¿Qué es la biocatálisis, su área de especialización?

-Es el área que estudia la utilización de catalizadores proteicos, lo que conocemos como enzimas, para llevar a cabo reacciones de manera sostenible. Es decir, se trata de que esas reacciones sean eficientes desde un punto de vista atómico, generando pocos residuos y que no sean costosas en términos de energía y dinero. La gran ventaja de la biocatálisis es que se puede combinar con otras disciplinas. Se pueden llevar a cabo reacciones en cascada, que es lo que hacemos en mi grupo de investigación, en donde combinamos la utilización de distintos tipos de catalizadores, como metálicos, fotocatalizadores, organocatalizadores...

-¿Y qué aplicaciones tiene eso?

-En los últimos años la biocatálisis goza de un gran reconocimiento a través, por ejemplo, de los premios Nobel. Se puede aplicar a la industria alimentaria, cosmética o farmacéutica.

-¿Qué proyectos de investigación tiene en marcha?

-Ahora mismo tenemos un proyecto nacional que consiste en combinar la biocatálisis con otras herramientas catalíticas, como es la organocatálisis, la fotocatálisis y la catálisis metálica. También hemos pedido al Principado un proyecto "Grupín" y estamos pensando en participar en un consorcio europeo con universidades de Austria, Francia, Holanda e Inglaterra, así como industrias de diferentes países.

-Un consorcio europeo para...

-Está todavía en un estado embrionario, pero lo que queremos es utilizar un tipo de enzimas para llevar a cabo transformaciones para la síntesis de compuestos ópticamente activos. Si avanzamos en conjunto, el éxito será mayor, debido a que cada uno de nuestros grupos tiene experiencia en un campo concreto. Nosotros, por ejemplo, estamos más enfocados en la síntesis orgánica, en la preparación de moléculas. Otros, en cambio, trabajan más en el diseño de los biocatalizadores, y otros en su producción y expresión. También es interesante que detrás de todo ello esté la industria para llevar a cabo el escalado de las reacciones.

-¿Cómo ve a la Universidad de Oviedo?

-Creo que estamos mejor de lo que pensamos. Muchas veces estamos obsesionados con los ránkings, pero es innegable el prestigio que tenemos fuera de Asturias, tanto en química y bioquímica como en matemáticas, física, informática... Otro tema es que igual deberíamos creérnoslo más. A nivel nacional y europeo, estamos muy bien considerados. Una prueba de ello es que hemos sido recientemente elegidos para organizar el mayor congreso científico mundial de biocatálisis, que se celebrará en Oviedo (en el Calatrava) en junio de 2027. Vendrán alrededor de 600 investigadores y es la segunda vez que lo organizamos. La primera fue en 2007.

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