Fernando Fernández (Madrid, 1974) lleva tres meses como consejero delegado de la compañía madrileña de Defensa Escribano Mechanical & Engineering (EM&E). La empresa fundada por el padre del actual presidente, Javier Escribano, en un pequeño taller de mecanizados de la localidad madrileña de Coslada en 1989, es el gran "tapado" en España de un sector llamado a ser el gran protagonista del rearme que quiere impulsar la Unión Europea. EM&E espera cerrar el ejercicio 2025 con una facturación de 500 millones (un 66% más que el año anterior), cuenta con una plantilla de 1.300 profesionales y operaciones en 25 países. En 2022, sus ingresos eran de 90 millones y empleaba a 600 trabajadores. Y entre sus planes de expansión está abrir una fábrica en Asturias, donde ya tiene presencia con un centro de I+D en Avilés. Fernández llegó al cargo en enero tras una sucesión de nombramientos en el Ibex 35. El efecto dominó que produjo la salida de José María Álvarez-Pallete de la presidencia de Telefónica condujo a Marc Murtra de Indra a la operadora de telefonía y a Ángel Escribano, el mayor de los hermanos y en ese momento en la empresa familiar, a liderar la nueva Indra. Esta está llamada a ser la gran empresa tractora alrededor de la cual pivote el esfuerzo presupuestario que va a acometer el Gobierno en armamento. EM&E nombró entonces a Javier, el pequeño de los hermanos, presidente y al que era director de operaciones desde 2014, Fernando Fernández, consejero delegado. La compañía con sede central en Alcalá de Henares es el segundo mayor accionista de Indra, con un 14,3% de su accionariado, solo por detrás de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), que cuenta con un 28%. "Estamos cómodos con el 14,3% que tenemos en Indra, hay que valorar el presente e ir partido a partido, como buen atlético... Para nosotros ya es un reto la posición que tenemos", explica Fernández. Los principales contratos de EM&E con el Ministerio de Defensa son el de la construcción del vehículo de combate de infantería Dragón 8x8, el tanque VAC, el lanzacohetes SILAM, las fragatas clase F-110 y el desarrollo del arma láser antridones del programa Sigilar, donde trabajan conjuntamente junto a otras empresas del sector como Indra, Santa Bárbara (General Dynamics) y Sapa Placencia, Navantia o la alemana Rheinmetal. En octubre logró un contrato de 25 millones, con una duración de tres años, para modernizar el sistema de vigilancia de la Guardia Civil en el Estrecho. El consejero delegado se muestra prudente tras el ritmo de crecimiento de la compañía en los últimos ejercicios y el desafío que supone para el sector asimilar las inversiones que deben llevar a España a cumplir con el 2% de gasto en defensa comprometido para 2029. "Estamos inmersos en el plan estratégico con importantes inversiones en 2023 y 2024, adelantándonos a los contratos que están por llegar. Tenemos capacidad para afrontar lo que viene y ahora nuestro esfuerzo está volcado en maximizar la productividad", arguye. Uno de los secretos del crecimiento que ha vivido la compañía en los últimos años es la integración vertical de su fabricación, integrando en la propia empresa toda su cadena de producción. Esto se produjo en 2010 cuando únicamente tenían su planta de Alcalá de Henares, pero actualmente cuentan con otras dos fábricas en Córdoba y en Binéfar (Huesca). Dispone, asimismo, oficinas en Bruselas (Bélgica), Cádiz e instalaciones en Valencia tras el rescate de DAS Photonics. En la ciudad andaluza acaba de anunciar una inversión de 18 millones en maquinaria y ampliará la planta hasta 14.000 metros cuadrados. En 2026 espera construir vehículos militares desde el Parque Empresarial Santana de Linares (Jaén) y contratar a 150 empleados. EM&E también se ha comprometido a ampliar su centro de I+D+i en Avilés y multiplicar por "tres o cuatro" la plantilla de las instalaciones asturianas, que cuentan con diez trabajadores. Y está buscando emplazamiento también para una nueva fábrica en Asturias para la que se postula asimismo Avilés. "Estamos creciendo de la forma más sostenible posible, con contrataciones de gente joven que viene de la FP dual y de convenios que tenemos con universidades. Además, estamos deslocalizando la producción dentro de España y generando trabajo más allá de Madrid. La ventaja de esas zonas respecto a Madrid es que hay menos rotación y los empleados hacen un plan de carrera largo en la compañía", explica Fernández. El ingeniero aeronáutico (Universidad Politécnica de Madrid, 1992-1998) niega las acusaciones que desde algunos ámbitos vinculan su crecimiento en los últimos años a la proximidad con el Gobierno de Pedro Sánchez tras fabricar respiradores tras el estallido de la pandemia en 2020. "La inversión en defensa ha crecido en todos los países de nuestro entorno, no solo en España. La mitad de nuestra facturación es nacional y la otra mitad corresponde a clientes internacionales. Para nosotros depender mucho de España sería un fracaso, pero sin contratos locales es imposible abrir mercados fuera", subraya el consejero delegado.