Pepo Martínez cerró el capítulo de "Desakato", pero sigue en la brecha con "Onza" : "No he dejado de hacer lo que me gusta"
«Nos va genial, todo el mundo nos escucha con mucho cariño», destaca el músico llanerense

Pepo Martínez, en primer término, en una de sus actuaciones / P. M.

Pepo Martínez (Héctor de nombre de pila, rebautizado por obra y gracia de los motes de la infancia) cuece entre fogones sus éxitos musicales. El llanerense, la otra mitad del mítico grupo "Desakato" fundado junto a su hermano Pablo y la pandilla de amigos del instituto, sigue bregando con sus proyectos a la par que desarrolla su carrera como cocinero, al frente de un exitoso proyecto gastronómico en el espacio de la plaza de abastos de Avilés.
Ahora, cerrado ya el capítulo de "Desakato", sigue con más calma en busca de lo que lo llena, con otra perspectiva y sin agobios. Pero siempre con la música a cuestas, desde que era un crío de seis años. "Empecé con mi hermano en la Escuela de Música de Llanera, cuando ni siquiera había escuela: dábamos piano en el parvulario de Posada y lenguaje musical en un aula de la biblioteca", recuerda de aquellos primeros años, en los que también fue a clase de coro con los Pequecantores de Llanera con Susana Peláez. De hecho "teníamos el número de expediente de estudios más bajo, fuimos de los primerísimos alumnos de la escuela".
Sería "con 15 o 16 años" cuando surgió "Desakato", un proyecto en el que tuvieron su parte Joaquín Guerrero y Baldomero Gutiérrez, profesores que de aquella les juntaban en sus clases, "en combos, en agrupaciones para tocar, y fuimos cogiéndole el gusto". Fue un acierto, porque además de todo "fue una gran alternativa de ocio para los chavales de aquella, éramos una pandilla que nos educamos compartiendo en valores y con grandes referentes", considera Pepo con perspectiva. La misma desde la que ahora asegura que "nunca soñamos que haríamos ni la mitad de las cosas que hicimos, que llegáramos a vivir de esto durante un tiempo".
Porque poder mantenerse "de la música es muy complicado; durante mucho tiempo tuvimos que compaginar esto con nuestros trabajos, y eso te obliga a buscar trabajos donde comprendan que tienes que tener tiempo para ensayar y actuar... Fue complicado", resume.
"Desakato" fue cogiendo fuerza poco a poco gracias a la constancia y el trabajo de sus miembros, hasta que llegó un momento en el que "decidimos apostar por la banda, por profesionalizarnos totalmente, y han sido los años más felices de mi vida", afirma Pepo. Llegar a vivir de la música, "siendo un grupo de cinco amigos del instituto que se criaron juntos ha sido un sueño con el que no contábamos".
La banda creció y encontró el éxito, y estando en un momento dulce, decidieron deshacerla. "El parón del covid nos lastró mucho, pero ha sido una despedida elegante, de buen rollo entre todos nosotros, en un buen momento y con una gira increíble", apunta Martínez, quien ya venía simultaneando desde un tiempo antes del adiós con su proyecto personal: Onza. Porque "echaba de menos coger la furgoneta y salir a tocar a un bar con los amigos; "Desakato" nos llevó a un nivel de más presión y quería un espacio más relajado, de más diversión". Así que en el 2019 se lanzó a por ello, con una base canciones de rock and roll "más clásico, con una voz más gutural, al estilo de las bandas del norte de Europa".
La gira de despedida con "Desakato" frenó un poco el plan, pero ese medio tiempo los miembros de Onza siguieron componiendo, le presentaron las canciones a Pepo y "me animé a volver con ellos, el gusanillo siempre está ahí". Ya van por su segundo EP y "nos va genial, todo el mundo nos escucha con mucho cariño, seguidores de la banda que la echaban un poco de menos; se está escuchando mucho". De hecho, se llevaron el premio AMAS de este año al mejor disco rock con "Segundo Aliento".

Pepo Martínez. / P. M.
Ellos se lo toman con calma, porque "todos los integrantes de Onza sabemos lo que cuesta mantener una banda, así que iremos viendo lo que vaya llegando". Y aunque eche "muchísimo" de menos "Desakato", "entiendo que el capítulo está cerrado y está bien así; pasó lo que tenía que pasar y es como en una pareja: cuando lo dejas estando bien, se hace más duro, pero es así".
Así que ahora, con Onza y entre fogones, sigue adelante con la ilusión del que ama lo que hace. Retomando el oficio de la hostelería al que lleva vinculado toda una vida, desde que "trabajé todo un verano de camarero para comprarme una moto hasta las noches de poner copas o los fines de semana de servir bodas de traje y corbata". Con la música como banda sonora, y la pretensión de "seguir haciendo lo que me gusta".
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