La Guerra Civil, bajo la tapa de un puchero
Sergio Montero y Asur Fuente presentan la historia de tres "hombres topo" escondidos durante 30 meses en un zulo bajo la cocina de una casa en San Martín del Rey Aurelio

Sergio Montero. | Carol Santos

Una historia real, entrelazada con ficción, con el objetivo de que "no fuese una película más de la Guerra Civil". "Tres hombres no pueden ocultarse bajo la tapa de un puchero" es el título de esta obra de Sergio Montero y Asur Fuente, que se estrena hoy a las 21.30 horas en el teatro Jovellanos, y que parte del hallazgo de dos diarios que relatan en primera persona cómo tres hombres se esconden en un zulo bajo la cocina de una casa ubicada en mitad del campo asturiano durante 30 meses, y comparten desventuras con sus protectoras, Honorina y su madre.
"El proyecto nació cuando estábamos buscando temas para un proyecto en el que teníamos ya dos historias, pero apareció y engulló a las otras. Era demasiado potente como para no dedicarle un largometraje y entonces absorbió a las otras dos", resalta Montero sobre el origen de este proyecto.
La trama se sitúan en San Mamés, en el concejo de San Martín del Rey Aurelio, con esa "especie de memoria, una crónica simultánea que escriben de uno de los periodos mas oscuros, de la primerísima postguerra", cuenta uno de los autores de este trabajo.
"Tres hombres no pueden ocultarse bajo la tapa de un puchero" parte de una historial real. "El proyecto no deja de ser un largometraje de no ficción, pero a la vez incorpora ficción", comenta Montero, que desgrana la estructura planteada. "La película está basada en tres patas narrativas, hay una parte más documental, en la que parte de Honorina llevando a ese emplazamiento a hijos y nietos, y ven un poco cómo está la casa y alrededores", indica en primer lugar. "Luego hay otra pata de la estructura narrativa que son pequeñas lecturas en el mismo lugar de los hechos, de hijos o nietos de los protagonistas históricos. Y por último está el tercer elemento narrativo, que es una compañía de teatro que desarrolla parte de los sucesos que fueron reales y que Honorina desempeñó en el salón o la cocina".
Respecto a ese último punto Montero explica que ese teatro que Honorina realiza en la cocina lo trasladan a un teatro real, sin partes ni segmentos. "Hay un hilo umbilical, vertebrador de toda la estructura de la película, que es el teatro. Por eso la película se divide en tres actos, y el teatro no es un mero aderezo, forma parte del dispositivo narrativo de la película", resalta.
–¿Por qué mezclaron ficción y realidad?
–¿Y por qué no? Cuando nos planteamos formalmente la película no queríamos que fuese una película más de la guerra civil. Queríamos contar una historia y la supervivencia, no caer en cierto dramatismo que a veces adolecen ciertas películas.
Sergio Montero explica que cada proyecto es único, y que en este caso, al disponer de esos diarios y de los familiares –que localizarlos fue uno de los trabajos más complicados–, buscaron una fórmula para enriquecer el discurso. "No queríamos caer en ciertos tópicos del cine documental en torno a cuestiones relacionadas con la temática de la guerra civil o la postguerra", subraya.
Otro de los motivos de este trabajo era intentar llevar a cabo "una propuesta más atractiva" para conectar con las generaciones más jóvenes. "Es verdad que eso queda bien en el discurso, y que es uno de nuestros objetivos, pero somos conocedores de que los más jóvenes no tienen memoria histórica, ni memoria familiar", reflexiona Sergio Montero, que también resalta la importancia de reconocer la figura de estos "hombres topo" que tenían que vivir ocultos y escondidos durante la etapa franquista: "No conozco más de cuatro películas en la historia de la filmografía nacional que aborde el tema de los hombres topos, hay muy poca cosa".
Interesante también es el hecho de que algunos de los descendientes aporten su testimonio, aunque uno de ellos, por la dana de Valencia, no podrá acudir a Gijón. "Los familiares están involucrados en la película desde el primer momento como parte del discurso Los empleamos a ellos para contar lo que vivieron sus ancestros. Con esto pretendíamos reflejar, que no estamos hablando de temas del pasado, sino también del mundo en el que vivimos, de confinamiento y jaulas virtuales de soledad o de sufrimiento y situaciones que existan en la sociedad moderna", enfatiza Sergio Montero.
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