Opinión

Rearme

Hubo quien aseguró que saldríamos de la pandemia más listos, empáticos, solidarios, en fin, más humanos. Visionarios. Si antes del covid el panorama pintaba muy feo, actualmente es aún peor y no hay manera de pacificar este mundo cada día más desquiciado.

En otro alarde de insensatez, los europeos, que sólo afrontamos los desafíos futuros cuando ya están a punto de aplastarnos, acabamos de caer en la cuenta de que estamos indefensos frente a posibles agresiones externas puesto que los americanos se han cansado de poner los soldados y las balas. Toca apresurarse a sembrar las tierras europeas de misiles y tanques por si a Vladimir le sobreviene el impulso de no detenerse en Ucrania y continuar avanzando en dirección oeste. O sea, menos recursos para lo más necesario, para revitalizar el estado del bienestar, para la protección de los más débiles, para asegurar los sistemas democráticos y de derecho, y un dineral para el negocio armamentístico occidental, sumamente interesado en que el planeta sea siempre un avispero.

En Asturias, por nuestra parte, nos ilusiona la posibilidad de que gracias a la sinrazón dominante recuperemos el brío de la industria militar. En fin, otro cántaro para la lechera. Y todos mirando hacia Moscú cuando me da la impresión de que los problemas más gordos podrían venir del sur, una amenaza a la que no prestaremos atención hasta que nos estalle en las manos. Como siempre.

Ahora lo bonito será ver cómo casamos esta Europa de la agenda 2030, ecosensible, sostenible y libre de malos humos con las ametralladoras y los cazabombarderos. Prepararnos para la guerra con actitud ecológica y con perspectiva de género, lo que significa que la hipotética llamada a filas para repeler a los agresores implicaría a todos, todas y todes. Qué menos.

Puesto que trabajar por la paz es una tarea condenada al fracaso y que este mundo está dominado por la locura, me dispongo a encender velas a ese asteroide que ronda por ahí cerca para que apunte bien y nos ponga en nuestro sitio.

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