Asturias exporta talentos
José Muñiz: “Los asturianos podemos y debemos mejorar como sociedad”
“¿Por qué en Asturias me dan cita para pasar la ITV del coche en mes y medio y en Madrid te la hacen el mismo día o al día siguiente?”

José Muñiz. / Tino Pertierra
JOSÉ MUÑIZ FERNÁNDEZ (Madrid). José Muñiz nació en Sograndio, Oviedo. Catedrático de Psicometría en las universidades de Baleares y de Oviedo, actualmente es rector de la Universidad Nebrija de Madrid. Becario “Fulbright” en la Universidad de Massachusetts, es miembro de número de la Academia de Psicología de España, y dirige desde su fundación la revista “Psicothema”. En 2015 recibió el premio al “Psicólogo Español del Año” otorgado por el Colegio Oficial de Psicólogos.

José Muñiz / Tino Pertierra
Hablemos de Ítaca, la isla homérica que acoge la capacidad humana para hacer realidad los sueños. José Muñiz, rector de la madrileña Universidad Nebrija, sabe bien lo que es llegar a ella porque “todas las metas tienen algo de Ítacas, nos ayudan a disfrutar del camino”. Un camino que es “una carrera de obstáculos de todo tipo, personales, laborales y profesionales, hay que asumirlo con deportividad y optimismo y obrar en consecuencia, unas veces ganas y otras pierdes, hay que mirar siempre hacia delante, no hay que gastar mucho tiempo en lamentaciones, la vida es breve. Todos tenemos reveses profesionales, todos cometemos errores, la clave es aprender de ellos y procurar no repetirlos”.
Lecciones de vida que empezó a recibir en una Asturias “esencialmente rural, parafraseando a Machado, bien podría decir que mi infancia son recuerdos de un patio de escuela donde florecía una morera, parece que la estoy viendo. Tuve una infancia muy feliz, corriendo libre y un poco asilvestrado por montes, prados y tierras de labranza en Sograndio, catando el sabor inigualable de los miruénganos, los nisos y la fruta robada, que sabe de otro modo. Todo ello bajo la mirada atenta de una iglesia románica que lleva con nosotros desde el siglo XII, más de ochocientos años marcando el ritmo de la vida de los sograndieses, mis paisanos”.
En su caso “la evocadora magdalena de Proust es la sidra dulce y las castañas, cuyo olor y sabor me trasladan a tiempos pretéritos de un pueblo en el que todo el mundo conocía, por el ruido que hacía, de quién era el carro que andaba por la caleya. Hoy, en tiempos de metaverso y digitalización, suena a otro mundo, pero fue ayer, el tiempo vuela, cambia lo circunstancial, pero permanece la esencia de lo humano, el humanismo, más necesario ahora que nunca”.
Es un enamorado “del orbayu. Siempre me he negado a decir que hace mal tiempo cuando orbaya, aunque entiendo perfectamente el enfado de los que llevan los bares de las fiestas de prao cuando el tiempo no acompaña, que me perdonen”.
“La geografía no comete errores”, advierte, “es lo que es, en el caso de Asturias una verdadera maravilla, doy por bueno lo de un paraíso natural. Otra cosa somos los asturianos, que sin duda podemos y debemos mejorar como sociedad. A veces nos resistimos a salir de nuestra zona de confort, y nos acomodamos en nuestra querida tierrina”.
Salgamos, pues: “Viajar, ver otros mundos, es fundamental para ampliar tus horizontes personales, vitales e intelectuales. La vida es poliédrica, diversa y multidimensional, por tanto, para tener una visión amplia y equilibrada debes integrar muchas perspectivas, todas legítimas, a veces incluso contradictorias. En mi caso, dos viajes que me permitieron ampliar mi perspectiva personal y mis conocimientos fue, en primer lugar, Madrid, donde hice la carrera y el doctorado en la Universidad Complutense. Y, posteriormente, Estados Unidos, donde fui con una beca Fulbright a la Universidad de Massachusetts, en el precioso campus de Amherst”.
En Madrid le tocó vivir de primera mano “los años setenta y ochenta, en plena Movida madrileña. Desde el punto de vista científico, tuve la gran suerte de poder trabajar y aprender de los grandes maestros de la Psicología española como Mariano Yela, que me dirigió la tesis, José Luis Pinillos y Jesús Amón, entre otros. Desde el punto de vista personal y vital, en aquellos años Madrid desplegaba una energía y actividad cultural y musical incomparables, fue una suerte poder participar activamente de aquel momento. Estados Unidos supuso un salto de gigante en mi carrera científica, allí trabajé en el grupo de investigación del Profesor Ronald K. Hambleton, un líder mundial en mi especialidad de Psicometría. Aparte de nuestro trabajo académico, hicimos una amistad de por vida, y se volvió un enamorado de Asturias, doctor honoris causa por la Universidad de Oviedo, es nuestro mejor embajador en Estados Unidos. Ninguna sociedad es perfecta, ningún humano lo es, pero la americana es muy tenaz, trabajadora, abierta y competitiva”.
¿Y si alguien quiere probar suerte fuera de aquí? “Que siga sus sueños y pelee por ellos, sin miedo, sin complejos, y cuando tenga dificultades, que las tendrá, que saque a pasear el grito de guerra astur: ¿Cómo ye, ho? Como bien nos enseñó Cavafis, no hallará monstruos en su camino si su alma es limpia y su pensar elevado”.
Asturias, subraya, “tiene dos grandes ventajas para atraer personas con talento e iniciativa. La primera, un ecosistema verde muy atractivo y agradable para vivir, y la segunda, un alto nivel de formación de la población, tanto a nivel de formación profesional como universitario. Son dos valores muy importantes, pues no se consiguen de un día para otro, hay que aprovecharlos, potenciarlos y apoyarse en ellos. Solo hace falta que desde la Administración y desde las instituciones se introduzcan facilitadores, catalizadores, que potencien que las personas se establezcan en Asturias”.
A un político le daría el consejo que da Hipócrates a los médicos, “primum non nocere, lo primero, no hacer daño. Lo esencial de las administraciones es que ayuden a la gente, a la sociedad, que no pongan trabas, que eviten la burocracia, los impuestos abusivos, las dificultades, solo eso. El impulso y la iniciativa tienen que venir de la sociedad, que es la que se juega la piel, en términos de Nassim Taleb. El papel de las administraciones es facilitarlo, así de simple. Como anécdota, que no quiero elevar al nivel de categoría, ¿por qué en Asturias me dan cita para pasar la ITV del coche en mes y medio y en Madrid te la hacen el mismo día o, como muy tarde, al día siguiente de pedirla? Puedo asegurar que los madrileños no son más competentes que los asturianos…”.
Con la pandemia “hemos aprendido que lo más extraordinario de nuestras vidas es lo ordinario, que tomar unos culinos de sidra, unos vinos o unas cañas con nuestros amigos y esbabayar un poco no tiene precio. Que los humanos somos ante todo humanos en sociedad, y si nos lo quitan o restringen, como hizo la pandemia, no somos nada”.
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