Asturias exporta talento

El cineasta asturiano J. K. Álvarez hizo real desde Luarca su "Cinema Paradiso"

"La luz del norte es absolutamente única, nada que ver con la de Madrid; cinematográficamente no hay nada más atractivo que un cielo gris, dramático; el rango dinámico que ofrece ese tipo de luz es incomparable"

J. K. Álvarez. | J. L. A.

J. K. Álvarez. | J. L. A.

Tino Pertierra

Tino Pertierra

¿Y usted a qué se dedica, J. K. Álvarez? "Al cine". Es su pasión, tan desbordante como la que esponjaba de emociones "Cinema Paradiso". Su trabajo consiste en "escribir y rodar ficción. La parte más gratificante tiene que ver con todo el proceso creativo, especialmente al principio. No hay ningún aspecto que me disguste. Hay momentos en los que te apetece más la calma de escribir y momentos en los que necesitas algo de movimiento, pero por lo general disfruto de todos los procesos".

Álvarez triunfó hace poco con "La reina de los idiotas", cortometraje galardonado en el festival Notodofilmfest de Madrid. Una distopía en clave de comedia que narra la historia de una mujer con inmenso poder mediático. Una influencer, vaya: "No es más que una caricatura de la realidad de las redes sociales y de la involución a la que estamos asistiendo, estirando todo e imaginando hasta qué punto podríamos llegar".

¿Y de dónde viene él? Cuando era adolescente, el cineasta ovetense criado en Luarca tuvo su primer ordenador. Se hizo la luz: "Descubrí que existían herramientas mediante las cuales se podían contar cosas con imágenes. Una foto fija, detrás otra y a la vez una pista de audio. Se abrió un camino en ese momento que ha continuado hasta hoy".

Hasta los dieciocho años vivió en Luarca. Toda la primera etapa de su carrera está estrechamente ligada ese lugar, "a mis vecinos y a mi familia. A todo lo que yo conocía. Es muy importante el refuerzo positivo cuando se es joven y se quiere hacer algo, lo que sea. En mi caso tuve la suerte de sentir el cariño de mi pueblo desde el primer momento, desde la primera vez que se proyectó un cortometraje en mi localidad. Sin ese calor del principio no hubiera seguido nada. Ellos me apoyaron y lo siguen haciendo, y cuando pienso en Luarca pienso en todo eso. No tengo más que gratitud".

J. K. Álvarez, rodando con Víctor Manuel.

J. K. Álvarez, rodando con Víctor Manuel. / LNE

Recuerda que uno de sus primeros viajes profesionales fuera de Asturias fue a New York. Era la primera vez que subía a un avión "y lo pasé fatal, porque tengo fobia a volar. Fueron diez días en Manhattan con motivo de un festival de cine en el que teníamos varias nominaciones. La experiencia fue muy bonita, salvo por el trayecto de ida y vuelta".

Una de las situaciones más complicadas que vivió fue el rodaje de un trabajo documental en la época de la pandemia. Aparte de las dificultades logísticas obvias, "el trabajo era sobre unos asesinatos que tuvieron lugar en la Guerra Civil española en Asturias. Es muy diferente trabajar con un guion de ficción a hacerlo con hechos reales. Los acontecimientos son de verdad, el dolor es real y el dolor heredado también lo es. Fue una época oscura y el desarrollo de ese trabajo fue complicado desde el punto de vista emocional".

Una de las cosas que más echa de menos del Principado relacionadas con su trabajo "es la luz. La luz del norte es absolutamente única, nada que ver con la de Madrid. Cinematográficamente, no hay nada más atractivo que un cielo gris, dramático. El rango dinámico que ofrece ese tipo de luz es incomparable. En Madrid existe otro tipo de fotografía, más brillante, que puede venir bien para contar cierto tipo de historias. Pero yo me quedo con la luz y los colores que desprende Asturias, por eso cada vez que me toca trabajar allí lo veo como un regalo".

¿Qué lecciones aprendidas en Asturias podrían servir de ejemplo para otros lugares? Esa es la cuestión y no al revés. "Madrid y Asturias son lugares muy diferentes; es evidentemente que todo lo relacionado con mi profesión está en Madrid, y, por supuesto, esta ciudad tiene muchísimas cosas buenas. Pero hay diferencias sustanciales en el modo de ver la vida de unos y otros, de cómo entender que un niño que empieza es un niño que empieza. Quizá por eso Asturias fue el escenario ideal para mí cuando empecé, recibí un respaldo que a lo mejor no hubiese tenido fuera, donde todo es más rápido, donde hay muchos más peces en el río".

No ha tenido maestros en lo profesional. Todo lo útil "se queda en lo personal, representado por mi familia, por mis vecinos de Luarca y por mis amigos de allí. Todos los que me ayudaron y apoyaron al principio y aún lo hacen. Ellos han sido y son mi guía, en quienes pienso y a quienes debo lo que soy y lo que tengo". Y si alguien quiere echarse a rodar, "que no pare de luchar, de recordarse todos los días que lo importante es tener claro lo que se quiere. Teniendo eso claro, lo demás vendrá. Y jugar con los recursos que tiene Asturias, que no son pocos".

Por cierto, su película favorita es "La vida es bella".

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