Opinión
Desnortados
Los resultados de la reunión de Gijón al Norte no han sido para tirar voladores
Los resultados de la reciente reunión del Consejo de la sociedad pública Gijón al Norte, tela tiene también el nombrecito, no han sido para tirar voladores. Se anunció el calendario de obras para desmantelar el viaducto de Carlos Marx y otros servicios afectados por la futura construcción de las estaciones, y se presentaron infografías sobre como quedaría el Solarón tratando de encajar edificabilidad y parque.
Podría parecer hasta esperanzador, si no lloviera sobre mojado. Con una sociedad con más de dos décadas de vida a sus espaldas y ministros de distintas formaciones políticas pasantes, sin más resultados hasta el momento que la sucesiva presentación de convenios, planes y proyectos nunca cumplidos, y un "expertise" insuperable en materia de mareo de perdices, se ha terminado por agotar cualquier atisbo de credibilidad ante la opinión pública local.
La vicealcaldesa, Ángela Pumariega, ha tirado de la mejor retranca playa para reclamar que, de una vez, se pase "de los dibujinos a las obras", añadiendo que el día histórico será aquel en que éstas comiencen. Sabiendo que, entre pitos y flautas, y si todo sale bien, podrían pasar cómo mínimo diez años, ¡largo me lo fiais!, desde su inicio hasta que tuviéramos realmente las soñadas estaciones, y que las obras las carga el diablo; yo matizaría que el día verdaderamente histórico sería más bien aquel en que los trabajos pudieran darse por concluidos.
Mientras tanto seguimos con el apeadero que hace las veces de estación y un empantanado túnel del metrotrén vacío y muerto de la risa. Yo particularmente también lamento, día tras día, el despropósito que fue derribar una estación en el puro centro de la ciudad, y de paso esgonciar la salida y entrada de vehículos con la laberíntica carrera de semáforos de la avenida de Portugal y entorno. Pero ese desaguisado ya no tiene arreglo.
Lenta va también la solución para lograr que los trenes, de nominal alta velocidad, sigan empleando una hora para transitar entre Gijón y Pola de Lena. Cómo si en las prolongadas décadas de ejecución de la faraónica obra de la variante ferroviaria con la meseta no hubiera habido tiempo bastante para prever y subsanar esas limitaciones accesorias.
Al final uno se queda con la desagradable sensación de que los intereses de esta sufrida villa marinera cuentan bien poco en las prioridades de algunos, y que se la somete a un continuo toreo de salón a despecho de antitaurinos. Ojalá me equivocara, pero desnortados seguimos amigo Sancho.
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