Asturias exporta talentos

Eduardo Castro: "Falta capacidad de emprendimiento, y los políticos deben facilitarlo"

El supervisor de sonido ovetense para el cine y la televisión afirma que "en lo audiovisual en Asturias se hacen muy pocas cosas en comparación con otras comunidades"

Eduardo Castro.

Eduardo Castro. / LNE

Tino Pertierra

Tino Pertierra

Eduardo Castro (Madrid). Ovetense, ha trabajado con algunos de los directores más importantes (Almodóvar, Trueba, Rodríguez...) y sus créditos como técnico de sonido para cine y televisión incluyen títulos como "Los abrazos rotos", "La piel que habito", "Julieta", "Modelo 77", "El internado", "El buen patrón", "El olvido que seremos" y "El Ministerio del Tiempo". Por "Saben aquell" ganó el premio "Gaudí" y estuvo nominado al "Goya".

Cuando Eduardo Castro recogió el premio "Gaudí" al mejor sonido por la película "Saben aquell" tuvo claro a quién debía dedicarlo: a su familia y a su Asturias. Y lo hubiera repetido de haberse llevado el "Goya" a la semana siguiente porque los orígenes resuenan con fuerza en su ser y en su estar: "Llegué aquí gracias a mi familia. Mis padres siempre me apoyaron en todo lo que decidí intentar. En todo. Eso sí, recordándome que tratara de tener siempre los pies en el suelo, pero desde la confianza absoluta en mis posibilidades. Ellos no saben de cine, no conocen nada de mi profesión. Pero siempre estuvieron ahí, peleando por mis sueños porque también son los suyos, en cierto modo. Y ese apoyo es fundamental para encontrar tu camino".

Así empezó a forjarse un sueño de película: "Vengo de la música, de tocar en muchas bandas en Asturias. Tocábamos en los locales de Oviedo, un buen aprendizaje. Fueron tiempos importantes para nuestra generación. Y a raíz de eso empecé a estudiar Sonido en una escuela, que ya no existe. Y teníamos una clase de Cine en el programa. Como prácticas los alumnos hacíamos el sonido para los trabajos de muchos amigos. Un día nos mandaron unos ejercicios de posproducción, los hice con cinta de casete y se me ocurrió montar una especie de cuento sonoro. Y me gustó mucho ese proyecto. Más adelante ya cogimos un software antiguo, y me acuerdo que nos hicieron sonorizar la entradilla de la productora de Pixar. Y con eso empecé a tener un poco la intuición de que eso me podía atraer y llenar, echándole primero mucha imaginación ante la falta de medios. No sabía nada del mundo que hay atrás. En Asturias no hay mucho profesorado que se haya dedicado al cine y entonces nadie nos explicaba lo que era aquello, cómo poder dedicarse profesionalmente".

A Pelayo Gutiérrez, mago del sonido asturiano con un palmarés dorado, lo conoció en Madrid por unos amigos comunes. "Los contactos en este mundo son fundamentales. Y la insistencia también, porque le llamé como 50 veces y nunca me daba cita, siempre me daba largas, pero yo no dejaba de llamarle hasta que quedamos un día. El que la sigue... Quizá me estaba poniendo a prueba haciéndome sufrir tanto...". Valió la pena la espera porque Gutiérrez pasó a ser su maestro y mentor. Y hoy se alegra de los triunfos de Castro más, incluso, que de los propios.

Viaja el supervisor de sonido en la empresa Telson a su infancia gracias a olores concretos. Como los churros. "Mi abuela paterna los hacía con mucha frecuencia y los asocio a uno de mis mayores placeres. Yo nací en Oviedo pero mi familia es toda de Mieres. En verano íbamos a Luanco y el sonido del mar me impactaba. Todo el año en una ciudad y, de pronto, el mar. Era impresionante. Son sonidos, colores y olores que dejan mucha huella".

Imposible olvidarse de un viaje juvenil a Ámsterdam con unos amigos "a buscarnos un poco la vida. Estuve trabajando de camarero. Es una ciudad espectacular a nivel cultural, sobre todo en lo musical. Me marcó mucho, y la disfruté a fondo. Un lugar muy abierto además, nada que ver con una ciudad de provincias. Fíjate que mi padre nació y creció con los colores de la dictadura, y un holandés no, un holandés nació con los colores de la época hippie".

Ahora se encuentra en Madrid con "mucha gente con mucha iniciativa y es más fácil encontrar la manera de hacer las cosas que en Asturias, y no es solo porque sea más pequeña, también hay algo cultural que hace que todo cueste mucho sacarlo adelante, y a la gente que realmente tiene iniciativa y quiere hacer una empresa le cuesta demasiado todo, falta capacidad de riesgo, de emprendimiento. Los políticos tienen mucha capacidad para poder facilitarlo y deberían proporcionar las herramientas suficientes. Siempre hay una parte de mí con ganas de volver y de hacer algo allí, pero en el mercado de lo visual Asturias pinta poco, se hacen muy pocas cosas en comparación con otras comunidades como la gallega, la vasca, la catalana la andaluza e incluso la madrileña, en esos sitios sí que se invierte y se apuesta por la industria audiovisual como fuente de riqueza".

En todo caso, "esta es una profesión en la que tienes que arriesgarte, cerrar los ojos y lanzarte un poco al vacío, no puedes esperar a tener la seguridad de otro tipo de profesiones. En Barcelona, por ejemplo, da gusto ver cómo pueden contar sus historias, cómo la gente puede conocer la historia de Cataluña también a través de sus películas. Y, sobre todo, cómo miran al futuro, que es algo que a veces me parece que falta en Asturias porque estamos todo el rato en la nostalgia o mirando hacia el pasado, hacia lo que se fue. Está bien que se mejoren las comunicaciones con Madrid, pero también ser debería estar mejor conectados con Galicia, con Cantabria, con el País Vasco, porque al final es como nuestra zona cultural".

Cuando se fue a Madrid tenía 22 años y las preocupaciones a esa edad eran otras, "ahora tengo una hipoteca, por ejemplo... Eras más inconsciente. Hay edades en las que tienes que probar todas las cosas que puedas para saber qué te atrae realmente. De hecho, uno de mis arrepentimientos es no haberlo intentado más, cuando no pasa nada si te equivocas. El cine es una profesión en la que cuesta mucho entrar. Luego es verdad que, si entras, es difícil que salgas de ella. Hay mucha gente que quiere trabajar de esto y muy pocos son los que lo consiguen. No me gusta verlo como competencia sino como una forma de conocer a gente de la que puedes aprender. Ahora estoy en plantilla dentro de una empresa como Telson y eso te da cierta seguridad porque si una película o una serie van mal no te va a afectar para seguir currando, pero si estás dentro de un engranaje que no para solo porque haya fracasos... La presión es la misma porque también se buscan resultados a otros niveles". Aprendió mucho cine viendo cine: "Una sala es una gran escuela porque ves secuencias concretas y cómo las resuelven. Sobre todo, películas como ‘Tres recuerdos de mi juventud’, que no son tan conocidas como las de acción de Hollywood, pero que tiene un tratamiento del sonido muy naturalista, construido con mucha belleza y elegancia".

Y no olvida la escuela de vida en Mieres, donde aprendió "el compromiso, a tener los pies en el suelo siempre, a saber que el mundo del cine es una cosa y luego está la vida de muchas personas que tienen que salir adelante sí o sí, y en el fondo nunca dejas de ser lo que fuiste, aquel niño que veía a su abuela haciendo churros en una cocina de carbón que, además, en invierno servía para calentar la casa".

En una de sus primeras películas se produjo un error "inconsciente, nada grave, y del que me di cuenta en el estreno, ese recuerdo me ayuda tener presente que un día te dan un premio, vale, pero no estás a salvo de que en el siguiente trabajo se pueda cometer un fallo del que quizá solo te des cuenta tú y unos pocos más, pero te obliga a tener el ego bien controlado".

En sus ratos libres es actor "en una compañía de Madrid, ‘Tristura’, maravillosa y con mucho talento. Hice algunas cosas pequeñas con ellos, mis pequeños pinitos, pero es muy difícil compaginarlo con el cine, hay giras y no es compatible con un trabajo fijo. Es muy tentador el teatro como oficio y tengo mucha afinidad con los actores porque es una profesión tremendamente compleja y bonita, pero no lo veo posible. En la vida también hay que saber decir no".

Intenta ir a Asturias siempre en Navidades (los churros tiran mucho...) y "ahora me gustaría estar más allí, incluso hacer un proyecto asturiano". ¡Qué bien suena!

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