Opinión
El concejo de Salas y la emigración a América
Sin preparación ninguna
Para America embarque
Donde veinte años pase
Sin poder hacer fortuna.
Alli fui escogedor,
Y a escoger muy bien llegue,
Lo que escogi superior
Al fin no lo disfrute.
Emilio Pendas Trelles
(Priero 1877 Linares 1966)
Nuestro concejo, al igual que los 77 restantes, fue lugar de donde sus vecinos tuvieron que emigran para poder sobrevivir a muchas miserias, aunque no hambrunas, como en otros territorios. Pero una razón, poco conocida pero de importancia vital, era que los emigrantes varones estaban exentos del servicio militar obligatorio creado en 1835. Esta medida, que puede parecer muy progresista, es de lo más reaccionaria, ya que las autoridades entendían que podía haber un riesgo ideológico y de contagio de nuevas ideas traídas por susodichos emigrantes de tierras lejanas. Como no podía ser menos en aquella España, los pudientes, tenían dinero para pagar para no ir, entre 4000 a 8000 reales o buscar un sustituto. Evidentemente, la mayoría de los salenses no se lo podía permitir.
Es casi imposible saber que atrevido salense fue el primero en dejar su aldea y coger, lo que para el sería el mayor barco del mundo, pasar días y noches en el Atlántico rumbo a un país desconocido. Lo que sí tengo claro es que el segundo en irse era uno de sus familiares, pues la emigración suele respetar un patrón. Lo estamos viendo en la actualidad. En ciertos pueblos tenemos emigración rumana, en otros colombiana y desde hace unos años ucraniana. Es bastante simple: el primero llegó por los avatares de la vida y el segundo y tercero era un amigo o familiar.
La isla de Cuba fue, sin duda, con la república Argentina, el lugar de preferencia de nuestros antepasados. En la ciudad de Buenos Aires fue muy famosa la tienda de Pachín, de Casa la Pancha, de Villarín de Malleza, que vendía desde el tornillo más pequeño hasta el coche más lujoso de la época, o la legendaria administración de loterías La Dichosa, en La Habana vieja de los hermanos Rodríguez. El conocido como “el buey de oro”, por su riqueza y su cara de bovino, fue, sin duda, el más famoso. Su nieta Silvia Grijalbo narra en la novela “Contigo aprendí” parte de su historia. José Menéndez (El Xepulu) llegó a Nueva York con su maleta de cartón y su gaita. Contaban que se puso a tocarla al pie de la Estatua de la Libertad. Llegó a tener uno de los locales nocturnos más emblemáticos de la ciudad de los rascacielos, "El Andalucía", en la séptima Avenida.
La familia “Pixares”, oriunda de Folgueras, adquirió la casona de La Puerta, en Mallecina, hacia 1944. Eran dueños de varios hoteles de lujo en La Habana. En 1949 mandan construir en el alto de la finca una modesta capilla cuya imagen es la virgen del cobre, patrona de la isla caribeña. Cuentan que dicha imagen salió llena de zafiros y diamantes, ante las dificultades de la época para sacar patrimonio de la isla. Como reconocimiento se hizo esta edificación. Hoy en día, cada 8 de septiembre, tiene lugar una concentración de chamanes, pastores y demás adeptos del vudú en torno a la virgen del cobre.
Pero también hemos tenido emigración a México, donde habrá que recordar que el General Pancho Villa, de apellido Arango, era descendiente de vecinos de Casazorrina. Los otros Arango naturales de Rabadiello (Villazón) fueron de las siete familias más ricas del país azteca. Fernando González, natural de San Justo, emigró en 1923 e hizo carrera como actor de cine en EE.UU. La familia Pendas, naturales de Camuño, emigró a Cuba donde nació Benigno Pendas Díaz, el cual fue un importante jurista y gran defensor de los intereses del concejo.
José Grana Menéndez fue unos de los hosteleros más famosos de nuestra comarca. En 1928 abre Casa Grana, siendo una réplica de unos de los cafés que él y sus hermanos tenían en La Habana. Hasta su cierre hace unos años, todavía funcionaba un hornillo eléctrico que trajo de la isla caribeña para mantener calientes los legendarios filetes empanados de sus bocadillos. Natural de la aldea de La Puerta, Luis Álvarez emigra a Cuba con 13 años. En dicha ciudad ya vivía su hermano Celestino y allí trabajó en una fábrica de puros. Con 21 años se establece en EE.UU. Su nieto Luis Walter Álvarez fue premio Nobel de Física en 1968.
Emilio Pendas Trelles, natural de Priero, emigra a Tampa a la edad 15 años. Trabaja en la fábrica de tabacos de su tío “Pendas y Alvarez” y, en pocos años, abre un restaurante llamado “El Porvenir”. Edifica en la aldea de Linares, donde se había casado con una nativa, una casona que fue bar tienda. Fue concejal de izquierdas hacia 1912 y condenado a muerte en los años 1940. Su pena fue conmutada por años de presidio en Cádiz.
Como dato peculiar, en nuestro concejo nunca se llamó “Indianos” a nuestros emigrantes de ultramar, sino que se les denominaba “Americanos”. Sin duda alguna, el acontecimiento más importante de la historia de nuestra emigración al continente americano es la creación del Círculo Salense de La Habana. Allá por el verano caribeño del año 1914, un grupo de oriundos del concejo deciden crear un círculo, cuyos fines no solo serían culturales, sino también de solidaridad y apoyo a los nativos del concejo en la capital cubana. En enero de 1940, el impresionante panteón en el cementerio de Colón donde podrán enterrarse los nativos, quedó pequeño y, en 1960, compraron otra parcela para los mismos fines.
Pese a todos los avatares que tuvo la isla, dicho círculo sigue muy vivo, con muchas actividades en La Habana. Igualmente existió hasta 1986, año en que se integró en el círculo el Club de Hijos de la parroquia de Lavio, muy activo en la vida Habanera desde 1927. Florentino Miranda, natural de Loris, donde tiene un busto a la entrada de la aldea, hizo fortuna en Cuba y fue de los pocos que, a su regreso, se dedicó a la política. Llegó a ser alcalde del concejo por el partido reformista a finales de los años 20 del siglo pasado.
Las parroquias de Folgueras y Cordovero se desvincularon de nuestro concejo en el otoño de 1926 para incorporarse al concejo praviano, pero hasta este momento sus nativos estaban integrados en el círculo, por esa razón la escuela pública de Cordovero fue pagada con los donativos del círculo. Una placa en sus paredes exteriores todavía recuerda este acto solidario de nuestros emigrantes. Hacia 1950 se inicia la obra de abastecimiento de aguas a los pueblos de La Arquera, La Granja, Los Rubieros y Malleza y parte de los costes de la traída fue costeado por los emigrantes americanos. En la ciudad de Buenos Aires, Lucas Llana y Sabino Menéndez; mientras que en La Habana los encargados fueron Fernando y Celestino Garcia Rodríguez. Por esa razón y alguna más, como sus impresionantes mansiones de estilo colonial, Malleza es conocida como “La pequeña Habana”.
Entrando en Salas desde el concejo limítrofe de Valdés, por la N-634, casi siempre cubiertos por la niebla, todavía hoy en día y pese a su abandono y saqueo nos saludan “Los Americanos”, dos mastodontes edificios grises. Fueron edificados por los hermanos González, los cuales habían hecho fortuna en la banca en la isla de Cuba. El conjunto tuvo hasta central hidráulica para el suministro eléctrico. Uno de los hermanos, Mario, fundó en la capital del concejo “El siglo de Salas”. Todavía podemos ver en un lateral del edificio una placa anunciando su profesión de banquero. Juan Fernández Dace, natural de Ardesaldo, emigró a Uruguay y regresó con su famila en 1969. Se instaló en Oviedo donde abre “Cafetería Bismark”, que fue durante décadas fue una de las mejores cafeterías de la capital.
En la zona vaqueira del concejo hubo menos emigración a América, ya que en la mayoría de las familias había arrieros, siendo Madrid el destino habitual, pero como siempre tenemos excepciones. Los hermanos Riesgo de Buscabreiro son un ejemplo. Primitivo fue el primero en instalarse en Montevideo y fue seguido por sus otros dos hermanos. A día de hoy son grandes terratenientes y tienen un potente grupo hotelero en Uruguay.
Hoy en día todavía podemos disfrutar de negocios creados por emigrantes retornados. El caso más atípico es Casa Claudio, regentado en la actualidad por la biznieta del fundador, natural de El Pumar. Éste regresó con un hijo y esposa de La Habana donde tenía una empresa de albañilería. Edificó en La Barraca un complejo hostelero, que fue de mano de su hijo fábrica de piensos y el primer supermercado del concejo. En La Arquera funcionó durante décadas, un oasis de perfección hostelera. El salón de baile con altillos era digno de los mejores salones parisinos, así como los productos que se vendían en la tienda. El fundador, Alfredo, emigrante a Argentina, era conocido como “El Che”, lo cual dio nombre popular a la casa. Se podía adquirir casi de todo, siendo su hijo Alfredín un genio de las ventas. Vendía prensa diaria, pero sin devolución de los no vendidos. Un domingo por un error en el reparto le enviaron el doble de ejemplares, ante tal posibilidad de tener que quedarse con ejemplares no vendidos se le ocurrió decir a sus clientes que hoy el periódico traía muchas noticias, que llevasen dos….
El cine de la villa, obra del arquitecto Castelao, hoy en ruinas, fue en parte obra de nuestros americano. Aunque casi se hizo por suscripción pública, la familia “Los Peralinos” era socia mayoritaria. Esta familia salense tenía en La Habana una fábrica de colchones (“Colchones Konfort”), que dio nombre a esta histórica sala. A principios de los años 50, de la mano de Rafael Fernández (Falín de Casa del profesor) se organizó la primera feria de indianos en la capital del concejo. Se dedicó cada plaza de la villa a un país americano, los vecinos se vistieron de blanco y hubo desfile de coches “Haigas”. Falín aprovechó estos actos para pedir dinero fresco a los americanos con el fin de finalizar su obra maestra, la capilla del Viso. Marcos Álvarez Campo, natural de Villarmor, hizo fortuna en Cuba y, a su regreso, a finales del siglo XIX, mandó construir el edificio del Hotel Soto. Abrió una relojería en sus bajos y actualmente, con la cuarta generación al frente, sigue siendo uno de los grandes negocios de la villa.
Hace más de 80 años, una niña llamada Amparo Folgueras, de La Arquera, le preguntaba a sus madre :"¿Mamá, por qué no tenemos a un familiar pobre?”. La madre sorprendida le pregunta la razón de su pregunta y la inocente niña contesta: "Porque la mayoría de las niñas pobres del pueblo tienen medias de seda, que les regalan sus familias que fueron a Cuba, y yo no tengo ningún pariente que se haya ido".
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