Opinión | Canta y no llores

Todo al ascenso: La opinión de Xuan Fernández sobre el estreno de Paunovic

El principal reto de Paunovic pasa por recuperar la mejor versión de los que antaño tiraban del carro del Oviedo de Calleja: Los Chaira, Alemão, Calvo, Seoane…

Paunovic, en el Tartiere

Paunovic, en el Tartiere / Juan Plaza

Oviedo-Málaga. Minuto 40 de la primera parte. 0-0, la cosa no tira y la grada se empieza a desesperar. No hay pitos, pero sí ese clásico runrún que no se escucha, pero se percibe nítido en el silencio. Entonces se abre paso una voz a grito pelado en la tribuna. "¡Paunovic, agarra la maleta!". Aunque era una petición irónica, teniendo en cuenta que el nuevo entrenador del Oviedo llevaba en el cargo apenas unas horas, define bien el momento azul: un manojo de nervios, una montaña rusa, una ansiedad constante, un himno muy raro, un no saber si creer o no, un no sé qué. También define al fútbol, la única industria capaz de llevar a miles de personas del cabreo a la felicidad en unos pocos segundos. Eso sucedió el pasado domingo. ¿Y ahora qué? Imposible predecir el futuro, pero sí analizar el presente. Queda claro que el Oviedo de Calleja tenía un apagón de aúpa y el ánimo por los suelos. Aún en play-off, aún rondando el acenso directo, el equipo no tiraba. Nunca lo hizo. Se equivoca quien piense que Jesús Martínez despidió al entrenador por un calentón tras perder contra el Granada. La situación es mucho más profunda. Calleja, que llegó de aquella manera, también se va de aquella manera, con un equipo con números aceptables, pero con sensaciones cuesta abajo e incapaz de conformar un bloque compacto.

¿Sería impensable un despido así en el Oviedo hace 4 años? Probablemente, pero los tiempos en la casa azul han cambiado, más para bien que para mal. Como la exigencia es máxima, como hay herramientas de sobra para buscar un ascenso, aquello que en tiempos peores no se podía ni nombrar, porque había que hacer cincuenta puntos, dar las gracias, estar callado y sacar las gaitas, el club ha decidido cambiar de capitán en el momento más trascendental de la temporada. Con todo abierto. Decisión valiente y arriesgada, pero que explica la apuesta de Chucho: todo al ascenso, cueste lo que cueste. Aunque conlleve una decisión muy difícil, la de despedir a un técnico que tiene al equipo en play-off.

Tiempo queda mucho, porque 27 puntos en juego son una barbaridad, pero el principal reto de Paunovic pasa por recuperar la mejor versión de los que antaño tiraban del carro del Oviedo de Calleja: Los Chaira, Alemão, Calvo, Seoane…

También por sacar al ruedo a Viñas, que podría ser un factor definitivo en los encuentros que quedan y sobre todo por arreglar los problemas que ve todo el mundo: el lateral izquierdo, la salida de balón, los centros… Paunovic ya ha demostrado ser un revulsivo anímico. Sea porque apareció la Virgen o porque el oviedismo le debe una gorda a Manu Molina, el bajón de no ganar al Málaga el domingo hubiese sido una losa difícil de llevar a Ipurúa. El serbio, un tipo serio, con carácter, también ha demostrado tener ojo clínico: dijo que el balón parado era muy importante, prohibió tener más de un lanzador o sacar en corto y así vino el primer gol. Se ha dicho: todo al ascenso.

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