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‘Adolescencia’: ¿Espejo de una generación?

Adolescencia, la miniserie que se ha convertido en el último fenómeno de Netflix, invita a una reflexión profunda sobre la crianza, el impacto de las redes sociales y los desafíos emocionales de una generación hiperconectada y, al mismo tiempo, muy alejada de su entorno más cercano, real. Pero, ¿es tan cruda la realidad como muestra esta ficción? ¿Estamos preparados para comprender lo que realmente viven y sienten los adolescentes hoy?

Owen Cooper y Stephen Graham, son los actores que interpretan a hijo y padre en la miniserie de Netflix Adolescencia.

Owen Cooper y Stephen Graham, son los actores que interpretan a hijo y padre en la miniserie de Netflix Adolescencia.

M. González

Vigo

Adolescencia, la serie del momento, narra la historia de Jamie Miller, un chico británico de 13 años acusado de matar a una compañera de instituto, y refleja de manera impactante la peligrosa relación de los jóvenes con la tecnología. Pero, ¿es esta miniserie de Netflix el espejo de toda una generación?

En primer lugar, Ricardo Fandiño, doctor y psicólogo clínico, coordinador general de ASEIA (Asociación para a Saúde Emocional na Infancia e Adolescencia), subraya que en España «la delincuencia juvenil en la última década se mantiene estable». "Debemos tener en cuenta que se trata de un producto de ficción basado, como muchos otros, en la hipérbole y la generalización. Curiosamente, se están escuchando algunas lecturas de la serie como si se tratase de un documental ajustado a la realidad y ni lo es ni lo pretende. Está hecha para entretener, no para informar", destaca.

«El adolescente criminal existe, tenemos ejemplos en la vida cotidiana y ya ha sido abordado anteriormente en la ficción, como por ejemplo en Tenemos que hablar de Kevin. Pero esta manifestación en la adolescencia no es representativa de la normalidad. Sería como leer El niño criminal, de Jean Genet, y pensar que se está haciendo una descripción general de la infancia», subraya.

"Adultos y adolescentes hablan lenguajes cada vez más diferentes"

Ricardo Fandiño

— Psicólogo clínico

En cuanto al fenómeno incel (término que hace alusión a los "célibes involuntarios"), apunta que "tiene una incidencia real en la configuración de las masculinidades actuales de hombres jóvenes", y destaca que "su impacto está, probablemente, infravalorado por los adultos". Fandiño considera que la serie encierra otros aspectos de interés que invitan a la reflexión, como el hecho de que "adultos y adolescentes hablan cada vez lenguajes más diferentes y esto puede generar importantes equívocos". "Buena parte de lo que pasa en el mundo adolescente nos lo perdemos. Siempre ha habido una distancia generacional, pero el funcionamiento de internet, este funcionamiento algorítmico que tiene que ver con que, aunque todos utilicemos una misma plataforma, lo que ve cada uno es diferente, favorece esta idea de desconexión", destaca.

«Internet se ha convertido en un ámbito de socialización de primer orden y necesita, por lo tanto, de todo un esfuerzo educativo», reflexiona: "Cada vez son más necesarias narrativas que nos permitan entender la adolescencia contemporánea sin favorecer el pánico moral; hay que escuchar mucho a los adolescentes, es muy importante la actitud de escucha y que, cuando nos busquen, nos encuentren con la capacidad de escucharlos".

Dentro de un mundo donde "internet se ha convertido un espacio de sociabilización de primer orden", insiste Fandiño, el psicólogo, pedagogo y exdefensor del Menor, Javier Urra, destaca que "los adolescentes se están acostumbrando al ‘aquí y ahora’, lo quieren todo al instante, pero la vida no es así": "Es un problema no saber esperar, no saber postergar".

"Nos estamos encontrando con familias que no son capaces de educar"

Javier Urra

— Psicólogo y pedagogo

"En un ambiente de afecto, de cariño, de sonrisa, es difícil que surja un ser violento. Puede haber casos que no terminamos de determinar, pero normalmente existe un entorno de alcoholismo, ludopatía, dejación, cambios de criterio..., que hace que un chico se convierta en un ser violento, a veces contra sí mismo y a veces contra sus iguales. En otros casos, contra la norma, la disciplina, la autoridad". Aquí, destaca Javier Urra, "el centro educativo es un factor también de equilibrio, pero la familia es esencial": "Nos estamos encontrando con muchas familias que no son capaces de educar, pero sería bueno que la educación fuera realmente la vacuna, el antídoto, contra la violencia infantil y una fuente de prevención".

En cuanto a los discursos de odio y misoginia que proliferan en las redes, Urra califica de "terrible" el hecho de que el ser humano se adscriba, "desde el cobarde anonimato"», al odio. "La palabra, utilizada como pedrada, puede ser devastadora. Ese tipo de mensajes contra el otro, de desprecio, de deshumanización, en algunos grupos sí se ha generalizado. Es como un malestar, como un vómito: esa persona que no se encuentra bien y vomita lo que tiene dentro de sí», describe. «Si hay algo que caracteriza a quien se fanatiza es que no quiere argumentar, no quiere escuchar ni debatir. Esa sería la prueba inequívoca de que ha entrado en un terreno realmente peligroso», advierte.

En todo caso, huye del alarmismo y la generalización. "Me preocupa ese mensaje global de que el ecosistema se hunde, de que nunca podrán ser felices, que nunca podrán tener un hogar, que van a vivir peor que la generación anterior. Esos mensajes reiterados a los jóvenes les hacen tambalearse y ser joven requiere tener esperanza y, sobre todo, optimismo para mejorar la sociedad".

"Los adolescentes tienen acceso ilimitado a mucho contenido que no pasa ningún tipo de filtro"

"Los adolescentes tienen acceso ilimitado a mucho contenido que no pasa ningún tipo de filtro", advierte Sarai Temes, psicóloga especializada en prevención de la violencia de género. Las grandes difusoras de ese contenido son las redes sociales como TikTok, Instagram o plataformas como Youtube o Twitch, en las que unos pocos influencers monopolizan los discursos, que tienen más éxito cuanto más controvertidos son. Estas opiniones son vistas por los adolescentes como la verdad absoluta, no se las cuestionan y, muchas veces, las acaban reproduciendo como propias», destaca.

"Los discursos que están captando la atención de los adolescentes son los más extremos", subraya. "Gran parte de culpa la tienen los algoritmos de las redes sociales que fomentan y dan más visibilidad a este tipo de contenidos. Existen pódcasts como Red Pill que se centran en discursos misóginos y antifeministas. En él podemos encontrar cómo se replican discursos muy parecidos a los que radicalizan a Jamie, el protagonista de la serie: teoría incel, regla del 80/20, o ideas como que los hombres deben ser los proveedores en las relaciones y las familias".

"Si un adolescente se aísla en su habitación y está permanentemente conectado a las redes sociales, existen más posibilidades de que termine en este tipo de contenidos", advierte. "Para evitar esto, podemos limitar el uso de dispositivos móviles, tabletas u ordenadores a zonas comunes del hogar o ver los contenidos que ellos ven para poder plantearles preguntas y cuestionar las ideas que nos parezcan dañinas", propone. "Es fundamental haberles proporcionado un conocimiento previo sobre ciertos aspectos para que no tengan su primer contacto con los mismos mediante las redes sociales. Me refiero a educación afectivo-sexual, para prevenir que se ‘eduquen’ con la pornografía, educación en igualdad, para contrarrestar los discursos misóginos, o educación en el respeto a todas las personas independientemente de su condición, para prevenir los discursos de odio".

"Saber qué influencers o streamers consumen es esencial"

Sarai Temes

— Psicóloga

"La brecha digital generacional potencia una distancia entre los y las adolescentes y sus familias. Saber qué influencers o streamers consumen, a qué videojuegos juegan y qué contenidos leen es esencial para tener una conexión con la adolescencia", añade Sarai Temes: "Al no tener en cuenta la importancia de estos actores pertenecientes al mundo digital, las familias desconocen muchos aspectos de la personalidad de sus hijas e hijos".

"Es esencial que las familias y la comunidad educativa permanezcan alerta, fomentando el pensamiento crítico y unas habilidades (inteligencia emocional, control de impulsos, tolerancia a la frustración…) que permitan que cuestionen la veracidad y pertinencia de los contenidos que consumen", insiste. Por eso, "es necesario no ver a las familias y a los centros educativos como compartimentos estancos independientes: debe haber una comunión entre las dos instituciones para que la educación de los y las menores sea coherente y consistente".

"Adolescencia nos pone de frente con una realidad que duele, que interpela e incomoda, pero que es necesario abordar. De lo contrario, seguiremos muy despistados sobre las causas de determinados sucesos que están ocurriendo, como el aumento de delitos misóginos cometidos por jóvenes (feminicidios, agresiones sexuales tanto individuales como grupales…)", enumera.

"Es clave fomentar un uso crítico de las redes, promoviendo el pensamiento reflexivo sobre lo que consumen y comparten. Familias y docentes deben generar espacios de diálogo sobre las dinámicas digitales y establecer límites claros, sin demonizar la tecnología, pero promoviendo un consumo equilibrado", proponen desde el Gabinete Arnela, formado por las terapeutas Guadalupe Freire, Sandra Lorenzo y Alicia Román.

"La prevención pasa por generar entornos donde los adolescentes se sientan escuchados y valorados, ya que en la actualidad solemos simplemente juzgarlos, y por evitar que busquen reconocimiento en grupos o actividades de riesgo", añaden. "Los centros educativos y familias deben trabajar juntos en la prevención de violencia y en la resolución de conflictos, además de ofrecer alternativas saludables de socialización, ya que les pedimos que dejen el móvil pero no les enseñamos cómo entretenerse".

"Más que una distancia generacional insalvable, lo que existe es una brecha comunicativa en algunos casos. La adolescencia es una etapa de diferenciación en la que los jóvenes buscan su identidad fuera del núcleo familiar, lo que puede generar una sensación de desconocimiento en los padres. Sin embargo, el diálogo y la comprensión pueden acortar esa distancia", aconsejan.

"Es importante estar atentos a su comportamiento digital"

Guadalupe Freire, Alicia Román y Sandra Lorenzo - Gabinete Arnela

"Un adolescente puede estar físicamente en casa, pero psicológicamente expuesto a discursos dañinos, acoso o manipulación en línea", advierten las terapeutas. "Sin supervisión ni diálogo, pueden desarrollar creencias extremas sin que los adultos de referencia lo detecten a tiempo. De ahí la importancia de estar atentos a su comportamiento digital, sin invadir su privacidad, pero con una presencia activa en su vida online. El móvil o el ordenador son una ventana al mundo sin filtros, y no les educamos para gestionar lo que ello supone, es como si les diéramos un Ferrari sin tener carnet y los dejásemos en la carretera".

"Hay niños que acuden a las redes sociales a buscar algo que no están encontrando en la vida real, en su día a día, y esto sí puede llevarles a tener acciones violentas, porque, igual que lo buscan en las redes, cuando salen, al final, actúan en un sistema sectario, y van a buscar aquel grupo de personas que, de alguna manera, lo apoyen, le den cobertura, aunque muchas veces esos grupos sean los menos recomendables", expone Eduardo Navasquillo, especialista en criminología perteneciente a la Asociación Gallega de Profesionales de la Criminología.

"Hay niños que buscan en las redes lo que no encuentran en la vida real"

Eduardo Navasquillo

— Criminólogo

"A raíz de la aparición del mal uso de las redes sociales y de internet existe un distanciamiento muy grande entre padres e hijos", asevera. "No me gusta la palabra control, pero de alguna manera esa vigilancia que pueden tener los padres respecto a sus hijos en redes sociales, y absolutamente en todo, es fundamental", añade. "Cuando una herramienta que te puede ayudar mucho y facilitarte mucho la vida la utilizas para algo negativo, ahí tienes un problema. Hoy en día un chaval de 7 u 8 años puede acceder a pornografía mientras tenga un teléfono móvil y una conexión a internet, o conectarse a cualquier tipo de plataforma, no solo de pornografía, sino de violencia, de peleas, de ataques...", advierte.

En este sentido, Navasquillo apunta que, «sin caer en alarmas», esta serie puede servir a los padres y madres que la vean para reflexionar si "se ven reflejados en algo y si pueden adoptar alguna medida: preocuparse más por la vinculación con el colegio, estar más pendiente de los niños, de su uso de las redes sociales, de la comunicación con los compañeros o hacer que pasen más tiempo en familia". 

El ‘código secreto’ de «Adolescencia»

    En Adolescencia hay términos o emojis que juegan un papel clave en la comunicación de los personajes o en su mensaje.

  1. Incel

    El término hace referencia a los involuntariy celibates, grupos de hombres que se consideran rechazados por las mujeres y culpan a la sociedad de su situación, generando discursos de odio y victimización. Se les suele identificar con el emoji de las alubias.

  2. Manosfera

    Ecosistema digital donde circulan ideas sobre masculinidad, algunas de ellas basadas en la misoginia y el rechazo al feminismo. Andrew Tate, a quien se menciona directamente en la serie, es uno de sus mayores representantes.

  3. Redpill

    La píldora roja hace referencia a la idea de «despertar a la realidad», inspirada en Matrix. Se asocia con comunidades misóginas que promueven discursos antifeministas y teorías de dominación masculina.

  4. Dinamita

    Señala la explosión de la píldora roja anterior. Es una llamada a la acción dentro de la manosfera y el reconocimiento de un incel.

  5. 80/20

    Hace referencia a la teoría de que el 80% de las mujeres son atraídas por solo el 20% de los hombres, un discurso al que los incel recurren.

  6. Corazón morado

    El corazón morado en la serie hace referencia al deseo sexual. El corazón amarillo indicaría interés romántico; el rosa, interés sin implicaciones sexuales; el naranja, mensaje de apoyo o consuelo.

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