Entrevista

Coque Malla: "Creo que el reinado del reguetón y lo urbano vacuo se está resquebrajando"

El cantante madrileño recala este jueves en el Auditori del Fòrum (festival Guitar BCN) dentro de su gira de 40º aniversario de trayectoria. Contará con tres invitados: Miguel Poveda, Santi Balmes y Gerard Quintana

El músico Coque Malla posa para EL PERIÓDICO el pasado 20 de marzo en Barcelona.

El músico Coque Malla posa para EL PERIÓDICO el pasado 20 de marzo en Barcelona. / FERRAN SENDRA

Jordi Bianciotto

Barcelona

Los conciertos de ‘hits’ mandan hoy en día. ¿Hay que dar a la gente lo que pide?

Yo era bastante reacio a ello por no caer en la cosa nostálgica coñazo, pero cuando me di cuenta de que era un 40º aniversario exacto pensé que a lo mejor valía la pena. Esto lo ha hecho todo el mundo, mis héroes más respetados, así que me quité los prejuicios. Luego, me he ocupado mucho de que no sea un espectáculo nostálgico, sino que la columna vertebral sea el presente, con la banda de ahora, la parte teatral-cinematográfica…, y con canciones de todas las épocas.

Por fin aquel fan un poco plomo que cada noche le pedía gritando ‘Adiós papá’ será recompensado.

Sí, aunque con ‘Adiós papá’ me he quitado bastantes complejos y ya llevo algunas giras tocándola. Antes, ese tema era un poco símbolo del pasado, y yo huía de eso de vivir de las rentas. Ahora, con esta banda, me parece una canción muy actual sónicamente. No siento que esté tocando una cosa antigua.

Este 40º aniversario nos lleva al otoño de 1985, cuando comenzaron Los Ronaldos. Usted tenía solo 16 años y ya trazó el que sería el rumbo de su vida. 

¡Tenía todavía 15 cuando comenzamos a ensayar! Yo creo que podría haber sido músico, actor, malabarista…, algo que tuviese que ver con el escenario, que es el sitio del mundo en el que me siento más feliz. Pasé una época en la que me peleé con mi parte ‘showman’, quería ser un músico serio, y lo bueno es que ahora se han reconciliado las dos partes. 

A diferencia de la mayoría de las bandas, que se inician en sellos independientes y luego tal vez fichan por una ‘major’, Los Ronaldos entraron en esto por la puerta grande. 

A raíz del segundo concierto. El primero fue en Agapo, el segundo en El Templo del Gato y ahí ya nos vino a ver Paco Trinidad. Al día siguiente nos llamó para ficharnos. 

El músico Coque Malla, el pasado 20 de marzo en Barcelona.

El músico Coque Malla, el pasado 20 de marzo en Barcelona. / FERRAN SENDRA

Con él grabaron el primer álbum, en 1987, y un año después el segundo, ‘Saca la lengua’, el que les dio mayor proyección.

Sí, aunque el sonido no mola nada. En los 80 se hacían producciones muy feas, con conceptos erróneos: ‘chorus’ en el bajo, baterías con disparadores… Pero ya estaba ahí esa mezcla de los Rolling Stones y James Brown que definió a Los Ronaldos. El rock’n’roll garajero y el soul y la vena ‘funky’.

El tercer disco, ‘Sabor salado’ (1990), lo produjo nada menos que John Cale, y al parecer no hubo mucha química con él. ¿Su héroe les decepcionó?

Sinceramente, para mí Cale no era tan héroe, lo era sobre todo para Ricardo (Moreno, batería). Yo era muy fan de Lou Reed, pero la Velvet no me molaba mucho. Ni siquiera sabía quién era John Cale. “Es el otro de la Velvet”, me dijo Ricardo. Así que decepción y caída del mito, para mí, no. Pero es verdad que no hubo ‘feeling’. Nosotros teníamos las cosas muy claras en el local, éramos super-‘ensayones’, nos tirábamos un año yendo todos los días a ensayar, como si fuéramos a la oficina. Entonces, llega John Cale y nos dice “esto no lo hagáis así”, y nos rompe un año de trabajo. Al tercer gruñido que le pegamos, de “esto no lo toques”, yo creo que él ya pensó que era muy mayor para ponerse a discutir con unos chavalillos de Madrid. Hizo su trabajo y listos. Fue muy elegante, o muy pasota, depende de cómo se mire. A mí ahora me da rabia que no lo aprovecháramos un poco más.

Los Ronaldos se terminaron en 1998 porque usted así lo decidió. ¿Le quedó desde entonces una sensación de amargura o culpa por haberles hecho una jugada a sus amigos?

Hombre, de culpa, totalmente. Es como con las parejas, cuando te separas y lo has decidido tú. Yo soy mucho de cargarme culpas encima y, claro, me sentí fatal. Hice un espectáculo autobiográfico, ‘Mi nombre es Coque Malla’, y cuando llegaba a la parte de la separación del grupo, la frase que yo escribí fue “yo he matado a Los Ronaldos”. Me sentía el villano, el mano de la película. Pero con el tiempo las cosas se van recolocando y te das cuenta de que la culpa está más repartida, y que no es culpa, que simplemente los caminos se separan. La prueba es que nos seguimos llevando bien, que somos, no ya amigos, sino familia.

Pasó unos años en que parecía complicado que su carrera en solitario despegara y dejara atrás la marca, o estigma, de Los Ronaldos.

Hubo años difíciles. El malditismo cambió con ‘La hora de los gigantes’ (2009). Ahí se noto que había más gente en los conciertos, o que, si había poca, cantaba las canciones nuevas y no esperaba las de Los Ronaldos. Eso fue creciendo y ya con ‘El último hombre en la tierra’ (2016) vinieron los llenazos. Pero nunca tuve el impulso de querer recular, de volver a Los Ronaldos.

Se dice mucho que no hay clase media, que o bien eres Estopa o Aitana, o desfilas en la caravana de la miseria. 

Pues, sobre todo, lo que hay es clase media. Y, por otro lado, es verdad que desde hace unos años aparecen grupos o solistas que de repente te llenan tres noches un Movistar Arena. Artistas que no te suenan de nada: La Serpiente de Tu Madre, yo qué sé, nombres absurdos de este tipo. Antes solo llenaban grandes recintos Mecano, un poco El Último de la Fila… Ahora sale mucha peña que llena arenas, yo mismo llené el Movistar Arena el otro día, algo impensable hace nada.

Hay más público en general.

Y más obsesión por no perderse el evento, por estar ahí. Yo lo noté con Springsteen. Tengo muy grabada mi primera vez, en los 80, en el Vicente Calderón, y recuerdo la energía de un estadio entero con él. Y en esta última gira, me dio cosa ver que abajo eran todo fans y que buena parte del estadio eran ‘instagramers’. Había esa energía bastante dominante. 

¿Pero hay que reñir a ese público por ir a un concierto por una razón incorrecta, mirarlo con superioridad moral?

No, no, para nada. No es un juicio moral, de superioridad, es que hay algo en la energía y en la tensión del espectáculo que es distinto, porque no es lo mismo estar en el evento y que te la sude el concierto, que si te sabes todas las canciones. Con Springsteen, pensé que eso él lo tenía que estar notando, y que debía ser duro. Hay algo ahí que se pierde y es un poco triste.

Últimamente ha habido una irrupción de bandas de rock o, como se las llama ahora, bandas de guitarras, cada una con su estilo y llenando salas: Carolina Durante, Alcalá Norte, Arde Bogotá… ¿Cómo lo ve?

Estoy bastante abuelo, lo reconozco, bastante perdido. Las conozco, pero no me ha llegado nada de ellos que dijera “hostia, ¿qué están haciendo estos tíos?”.

Tal vez haya una respuesta al predominio, en los últimos años, de las músicas urbanas, la electrónica, los conciertos sin instrumentistas…

No sé si ese será el camino, pero sí que empiezo a notar, es una intuición, que se viene un poco abajo ese reinado del reguetón y de lo urbano vacuo, que se está resquebrajando. Igual es una chorrada, pero ese grupo llamado Ca7riel y Paco Amoroso mola que te cagas. Ahí hay un discurso muy potente e interesante. Hay un rollo urbano ahí, pero no es tan vacío.

Tras esta gira, ¿habrá que pensar en un nuevo álbum?

Estoy deseándolo. Tengo ganas de meterme en un proceso de presente. Pero por ahora viene por delante una gira maravillosa, que no es nada ‘revival’. Los conciertos son demoledores, dejan a la gente bastante aplastada. En Madrid flipé con el mogollón de gente joven que había en las primeras filas, con sus camisetas y todo. 

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