Asturias exporta talentos

Guerricaechevarría anima a crear una industria local para atraer rodajes de cine

“Las productoras están abiertas a recibir ideas por la demanda de las plataformas y el consumo masivo de contenidos audiovisuales”

Jorge Guerricaechevarría.

Jorge Guerricaechevarría. / Tino Pertierra

Tino Pertierra

Tino Pertierra

Jorge Guerricaechevarría (Madrid). Nacido en Avilés en 1964, es guionista habitual de las películas de Álex de la Iglesia (“Perdita Durango”, “Muertos de risa”, “800 balas”) y Daniel Monzón. Trabajó con Pedro Almodóvar en “Carne trémula”. Ganador de un “Goya” por “Celda 211” y “Las leyes de la frontera”, estuvo nominado en otras seis ocasiones. También ha escrito para televisión series como “30 monedas” o “Desaparecidos”.

Guerricaechevarría anima a crear una industria local para atraer rodajes de cine

Guerricaechevarría, con un Goya. / Tino Pertierra

El avilesino Jorge Guerricaechevarría trabaja en zapatillas. Es que, cuando no lo hace en su casa, las lleva a las casas de los directores de cine con los que escribe los guiones y las deja allí para no ir cargando con ellas durante los meses que vaya: “De hecho, una vez le pidieron a Álex de la Iglesia para una exposición algo sobre su trabajo y él les dio un montón de cosas de su despacho, y entre ellas mis zapatillas, de esas de felpa de abuelo a cuadritos. Y allí estaban, expuestas en la vitrina. Todo el mundo tiene sus manías, y una de las mías es que no me gusta estar con los zapatos puestos cuando estoy trabajando. No estoy a gusto”.

Su infancia transcurría entre Bilbao y Avilés: “Pasaba de una ciudad oscura y gris, como era Bilbao entonces, con todos los edificios ennegrecidos, a otro lugar que para mí era maravilloso, pero que también tenía una contaminación brutal. Y yo lo veía como el paraíso. Lo asociaba a las vacaciones de verano. A una vida muy diferente, más en la calle. El carácter asturiano y su humor es algo que me ha quedado. Y también cierto fatalismo, ese ‘ya será menos’ que hay siempre, esa sensación de que no hay que pasarse, no ser demasiado listo, ni demasiado ambicioso”.

Veranos con una estructura “un poco rara porque eran como dos. El de Asturias, largo, de tres meses, y dentro había 20 días en los que una tía me llevaba con unos primos a Castilla, a secarnos. En julio. En Avilés mi mundo eran los arcos de La Plaza, me pasaba el día allí jugando. Los sábados ponían las estructuras para los puestos del mercado. Y los arcos se llenaban de piezas de madera que convertíamos en barcos, en casas, de todo. Era un microcosmos muy especial. Nos pasábamos el día subidos a esas maderas que no sé cómo no nos matamos. Estar en la calle. Eso era mi vida. En Bilbao no, estaba en casa o en el colegio. Todo el mundo te conocía. ‘Este es de las Gaxinas’, por mis tías. Mi abuelo era de Gaxín, cerca de Avilés”.

Ideal para forjar una imaginación poderosa: “Desde luego. Siempre me gustó imaginar. De hecho, una de mis primeras redacciones un poco en serio, ya en el instituto, fue una sobre ese mundo extraño a las seis de la mañana, cuando se juntaban en los bares que abrían a esa hora el universo de la noche que estaba acabando, con travestis, borrachos… con el mundo de la gente que empezaba a trabajar y desayunaba mientras en la televisión ponían porno… El ambiente especial cerca de los mercados, cuando no hay ningún sitio abierto y los seres de la noche que quedan navegan a los locales que abren a primera hora”.

Recuerda también los “pescadores con bonitos enormes, nos pasábamos comiendo una semana hasta que lo aborrecías. Avilés es un puerto y en esa plaza convergen muchas cosas. Por ejemplo, los vendedores de los lunes haciendo discursos para venderte peladores de patatas o tomates, me pasaba horas escuchándolos. O cómo te vendían pollitos de colores porque a los pobres les echaban un spray y de pronto eran azules… Los meloneros, las antigüedades con piezas de todas las épocas y cosas de las aldeas, herramienta de la labor…”

Iba mucho al cine, había salas en el centro, era fácil ir a ellas: “Siendo muy pequeño me llevó una prima mayor, yo creo que para ir con su novio y usarme de excusa, y vimos ‘La mitad de seis peniques’, inglesa, yo no sabía leer aún y, de repente, empezaron a cantar y a poner subtítulos, y estaba totalmente perdido. No sabía qué hacía allí, me quedó grabada. Qué dicen, y mi prima ni caso, estaba a lo suyo. Ahora es muy difícil ir al cine en Avilés. La cultura del centro comercial. Me da mucha pena. Hunde el centro de las ciudades. El cine da mucha vida y al desaparecer te lleva a las afueras porque allí lo tienes todo. Me recuerda las ciudades americanas, a las cinco de la tarde parecen la ciudad de los zombis”.

¿El cine podría ser una vía económica para Asturias? “Hay lugares como Canarias que fomentando las ayudas han conseguido crear y dar valor a unos paisajes y características naturales, y, de repente, son un lugar atractivo para producciones nacionales e internacionales. Asturias también tiene mucho valor en cuanto a su naturaleza, que ya ha sido utilizado muchas veces, pero se le puede sacar más aún. Es cuestión de intentar ofrecer un paquete atractivo y, como en Canarias, crear una industria local para que en los rodajes allí no necesites llevar todos los técnicos porque hay una infraestructura que funciona. Es lo más difícil de conseguir. Si lo tienes, no solo vendes el espacio, sino también gente de la zona que pueda trabajar en la producción. Y, claro, tener unas comunicaciones decentes, porque ir hasta Asturias sigue siendo un poco aventura a veces”.

Si un joven asturiano dijera: quiero ser guionista. A ver, qué hago. “Es muy importante hacer equipo. Estar en solitario en tu casa y acceder es complicado. Se suele trabar amistades en las escuelas de formación, y después de ese conocerse y trabajar en cortos y demás se va avanzando. Entender que el cine es una labor de equipo aunque tú seas un guionista, que en realidad no vas a estar en el rodaje, es un trabajo que hay que compartir con el director, con los actores que llevarán tus palabras a la pantalla… No se puede estar aislado sin contacto con los demás”.

Ahora mismo hay tal necesidad de material “que las puertas de las productoras están muy abiertas a recibir ideas. Con las plataformas y el consumo masivo de producciones audiovisuales hay que alimentar ese monstruo con muchas cosas. Hacen faltan ideas constantes, se está pendiente de saber qué saldrá esta semana, qué podré ver nuevo. Hay mucha demanda y eso es bueno a la hora de tener oportunidades”.

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