"Quien diga que nuestra ‘Regenta’ es dura, que lea el libro"

"Clarín mete mucha caña y no puedo imaginarme cómo habiendo escrito lo que escribió siguió viviendo aquí"

Bárbara Lluch.

Bárbara Lluch.

Chus Neira

Chus Neira

Oviedo

La directora de escena Bárbara Lluch vuelve a Oviedo, una ciudad a la que ha estado regresando de forma intermitente desde que su carrera dramática pasó al otro lado de la escena y su talento empezó a especializarse en ópera y zarzuela. Habitual de la temporada de teatro lírico, a la que regresará con una "Marina", confiesa que en el Campoamor se siente muy querida, pero que presentar aquí, en el correrelato real de Vetusta, "La Regenta" de Marisa Manchado y Amelia Valcárcel (funciones el jueves y el sábado en el Campoamor, 19 y 19.30 horas) son palabras mayores.

-No es una historia cualquiera para una ópera.

-No es tan común tener libretos tan maravillosos, basados en un pedazo libro como esta novela. Eso es increíble. Te puede pasar con algo de Shakespeare, pero normalmente en la ópera no es así. Así que lo primero que piensas es en el respeto que te inspira. Porque es una obra maestra universal y, más allá de la música, quieres llevarla a escena con los ojos de hoy.

-¿Recuerda cómo le llegó el encargo hace año y medio, cuando la estrenaron en Madrid?

-Me llamaron del Teatro Español. Fue un subidón. De hecho, tenía otra cosa que hacer y la cancelé. Volví a leer la novela y me sorprendió. Al leerla ahora me choca la violencia que hay en "La Regenta", y por eso digo que nuestra versión es dura, pero no es la nuestra, es la de Clarín: La vida de Ana Ozores, una huérfana casada sin amor que se siente sola con una infancia muy complicada y cómo gestiona todo lo que le está pasando alrededor, convertida en el centro de atención de todos. Es una historia dura. Para mí fue como "¡wau!". Había mucho material para hacer algo que me tocaba. Hay óperas en las que no se puede transponer el libreto, como "La Traviata", por ejemplo, pero estoy muy a favor de representar las operas tal y como son hoy. "La Regenta" es tan hoy como lo será dentro de un siglo. Todos los problemas que salen son los que están pasando, son problemas modernos, relevantes. Eso es una gozada porque empatizas tú, el público, los cantantes entienden los roles…

-¿Cuáles son esos problemas?

-Lo que vive Ana Ozores es la cosificación de la mujer. Y lo vive de una forma salvaje. Se convierte en el centro de la comidilla de todo un pueblo que la observa. Luego está la soledad, el querer encajar y no poder. Por eso la escenografía es ella abajo y el resto arriba. Todo el tiempo el resto habla de ella. O porque es guapa o porque es puta o porque es santa o porque le gusta al magistral. Es dura, es una obra que … De las que he dirigido es mi favorita. Ayer (por el viernes) veía el ensayo en el Campoamor y... La forma en que representa a la sociedad es muy dura. Hay tantos paralelismos en cada escena... Recuerdo cuando montamos esa en la que están en el casino hablando de caza menor y caza mayor refiriéndose a una criada o a una señorita que coincidió con lo del colegio de Madrid en que gritaban a las chicas eso de "putas, salid de vuestras madrigueras". Y es que era tal cual. Cada escena está basada en algo que hemos leído en los periódicos o nos ha pasado a nosotros. Ese material nos lo ha dado Clarín y nos lo ha dado Amelia Valcárcel, que hizo un trabajo magnífico, una adaptación dura, al tuétano, fantástica.

-¿Cómo lleva todo eso a escena?

-En este caso vi el espacio enseguida. Es ella, completamente sola, en una caja de la que no puede salir y la gente viéndola desde arriba. Ahí está la soledad y la sensación de ser observada todo el tiempo; el cotilleo constante, el no poder fallar... Y lo que para mí está muy claro es que después de Ana Ozores entrará otra en esa caja.

-¿Es consciente de que toda esa carga de la novela queda a veces reducida a La Regenta como una mujer hermosa vestida de época?

-Sí, es un blanqueo total. Porque la historia... Clarín mete mucha caña y no puedo imaginarme cómo habiendo escrito lo que escribió siguió viviendo aquí. Es verdad que podría ser cualquier sitio, pero qué valiente hacer una lectura tan agria de la sociedad y que sea tu sociedad.

-¿El trabajo con los actores?

-El reparto lo hizo el Teatro Real, conocía a la mayoría y fue un trabajo muy coral. Hablamos mucho, trabajamos mucho y fue muy enriquecedor, intenso y divertido, también por el hambre de los cantantes de trabajar con libretos buenos. Los cambios de escena están hechos a partir del vestuario de ella, cómo la ven los demás, no como se siente: una puta en la procesión, una beata para el magistral... Ana Ozores no vive solo en la realidad, sino en la imaginación de todas esas personas, que se nutren de ella, con un punto vampírico importante.

-¿Qué supone representar esta ópera en la mismísima Vetusta?

-Es potente, sobre todo porque estamos haciendo una radiografía que no es muy grata. Pero si alguien me dice que la propuesta es dura diré que más dura es ‘La Regenta’, y, si no, que se la relean. Porque se le ha echado mucho azúcar, pero leída hoy es un palo. Y confieso que hay nervios por representar aquí, quizá más que en el estreno en Madrid.

-¿Repasó también las adaptaciones cinematográficas?

-Las vi, por supuesto, y he de reconocer que en comparación con "La Regenta" de Amelia y de Clarín me parecieron demasiado suaves. Creo que hay una serie de relaciones entre los personajes un poco "Las amistades peligrosas" que se pierden. Es la idea de que de repente todo se convierte en una apuesta. El "se muere de ganas", "más difícil que nunca", "todas queremos lo mismo"... Porque Obdulia empuja a Ana a tener una aventura, pero también Don Víctor. Forma parte de esa idea de la cosificación de la mujer, como durante tantos años hemos estado adaptándonos para ser una persona con unos y otra muy distinta con otros por esa cosa de agradar. Y Ana, siendo huérfana, lo vive de forma multiplicada. Porque los huérfanos, como dicen los terapeutas, viven permanentemente en esa necesidad de complacer y ser incluidos. Así que para que Don Víctor la quiera actúa como una niña y con el magistral, como una beata que tampoco lo es tanto. Tiene el rol de la amante, la hija... Me siento muy identificada porque nos educan un poco así. Cuando eres niña quieres ser la estudiante buena, la novia... Creo que algo ha cambiado ahora. Lo veo en los hijos de mis amigas, cuando les dicen que no des un beso o un abrazo si no quieres, en vez de lo que se hacía antes, que nos obligaban.

-En su caso, con una abuela como Nuria Espert, supongo que el ambiente sería menos asfixiante.

-El caso de mi abuela, que es feminista total, es distinto, porque cuando la quieren a ella, la quieren a ella. En cambio, cuando trabajas en otros ámbitos, te das cuenta de que sigue habiendo diferencias con las mujeres. Mi abuela trabajó en la época de Franco y vivió cosas muy gordas. Seguro que se habrán pasado con ella y le habrán querido meter mano alguna vez, aunque nunca me lo ha contado. Ellas lo vivieron de otra manera. La diferencia es que nosotras ahora sí podemos quejarnos.

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