Luis García Montero: "La poesía no acepta que el ser humano sea una mercancía"

El director del Cervantes apela en Oviedo al legado cívico de Ángel González, "la dignidad de la derrota", como escuela de resistencia ante las amenazas neoliberales

Luis García Montero, a la derecha, acompañado por Gaspar Llamazares, en el centro, y por el rector Ignacio Villaverde. | IRMA COLLÍN

Luis García Montero, a la derecha, acompañado por Gaspar Llamazares, en el centro, y por el rector Ignacio Villaverde. | IRMA COLLÍN

Chus Neira

Chus Neira

Oviedo

La amistad entre Luis García Montero y Ángel González son recuerdos de la plaza madrileña de San Juan de la Cruz un 20 de noviembre y un poeta ovetense aterrorizado entre tanta bandera fascista: "¡Vámonos corriendo a mi casa!", le dijo. De aquel primer encuentro salió una larga relación y la firme voluntad, por parte del hoy director del Instituto Cervantes, de que quería asumir aquel legado de conciencia cívica de poeta republicano: "Me identifiqué con Ángel González en el momento en que quise que mi formación fuera la herencia de una derrota", resumió ayer Luis García Montero en un abarrotado Paraninfo de la Universidad de Oviedo para hablar del centenario del autor ovetense y de cómo la poesía y su capacidad de resistencia es hoy más necesaria que nunca. Entre otras cosas, porque, aseguró, "no acepta que el ser humano sea una mercancía".

La charla de García Montero, invitado por la cátedra Ángel González, y presentado por su directora, Araceli Iravedra, contó con la colaboración de IU y tanto tirón de público que dejó pronto pequeño el recinto universitario. El propio conferenciante animó a los presentes a dejar espacio a los mayores y a ocupar todos los rincones del Paraninfo, también sentados en el suelo sobre los aterciopelados escalones del estrado, para que todo el mundo estuviera cómodo, como así sucedió.

La presentación de Iravedra dio pie a Montero a comenzar su charla recitando "Camposanto en Colliure" y a profundizar a partir de ahí en cómo Ángel González heredó una conciencia cívica de Machado que luego ellos, los poetas jóvenes de los años ochenta, recogieron. En la reivindicación de esa poesía, anotó Luis García Montero, hubo otra fiugra clave, Emilio Alarcos, con sus libros sobre el propio González y sobre Blas de Otero.

Público sentado a los pies del estrado, ayer, en el Paraninfo de la Universidad. | IRMA COLLÍN

Público sentado a los pies del estrado, ayer, en el Paraninfo de la Universidad. | IRMA COLLÍN

Pero el director del Cervantes quería contar también "hasta qué punto la poesía merece la pena" aquí y ahora, entendiéndola como la entendía Ángel González, y opuso a las amenazas del neoliberalismo las enseñanzas del poeta ovetense: "La dignidad de los perdedores ante el espectáculo de los triunfadores", ilustró. Tomando también como punto de partida una reseña del poemario "Muestra corregida..." realizada por Carmen Martín Gaite, cuyo centenario también se cumple este 2025 –"que serio se pone el tiempo cuando empezamos a celebrar los cien años de gente con la que uno se ha emborrachado"–, García Montero pasó a analizar tres claves en la poesía de González.

Una, el personaje moral. "Más que verdades", analizó, "su poesía ofrece experiencias de vida para tomar conciencia y postura ante la historia". Es ahí donde el asturiano se presenta como hijo del fracaso pero decidido a resistir, distinguiendo entre porvenir, que puede ser muy negro, y el futuro, "que podemos seguir deseándolo mejor, sin tirar la toalla, manteniendo las convicciones". Lección traída a estos tiempos, hiló Montero, "en un mundo en el que el ciudadano está fichado por las redes confundiendo los deseos con los derechos como gran maldad del neoliberalismo, la elaboración de un personaje poético que no tenga prisa es lo que permite la mirada de resistencia".

El director del Cervantes sumó el humor de un "yo no dogmático" y el vitalismo como otras claves de González y acabó, de nuevo, en Machado a través de Juan de Mairena: "La verdadera libertad no radica en decir lo que pensáis, sino en pensar lo que decís". Y como última lección, el poeta granadino resumió la que aprendió de Ángel González con una luminosa reflexión: "La vida es una complicación, pero mientras existan tardes como esta en Oviedo que nos permitan recordar a Machado y Ángel González, estoy dispuesto a seguir viviendo". n

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