El mágico tesoro del Seminario Metropolitano de Oviedo: "Los niños dicen que es la escuela de Harry Potter"

La biblioteca del centro religioso alberga un fondo de valor incalculable en una sala de película

Una vista general de la biblioteca del Seminario. En el círculo, por la izquierda, Covadonga Miravalles, Judit Hidalgo y Marta Querol.

Una vista general de la biblioteca del Seminario. En el círculo, por la izquierda, Covadonga Miravalles, Judit Hidalgo y Marta Querol. / Irma Collín

Al entrar en la sala noble de la biblioteca del Seminario Metropolitano de Oviedo se respira solemnidad e historia y uno se siente como si estuviese dentro de la cámara de un tesoro milenario de valor incalculable. Los niños de los colegios que la visitan periódicamente coinciden y la comparan con una de las estancias de Hogwarts, el mágico colegio de Harry Potter. Sus sesenta puestos de estudio de madera de castaño, las estanterías repletas de volúmenes de todas las temáticas –principalmente de la rama eclesiástica y humanista—, las espectaculares vidrieras o la estrecha escalera de caracol que da acceso al segundo piso son sólo algunos de los elementos icónicos de un espacio que se ha mantenido fiel a su esencia desde abril del año 1948, la fecha en la que abrió sus puertas. "El Seminario de Oviedo se estrenó en 1954, pero la biblioteca es anterior. El día de la inauguración ya había aquí más de 25.000 ejemplares", explica Judit Hidalgo, que actualmente es la bibliotecaria.

El segundo nivel de la sala está protegido por una balaustrada de la que cuelgan inscripciones en latín. "Miente quien diga que lo ha leído todo", reza una de ellas, la que está justo al lado del Cristo que preside la biblioteca y una de las que más le gustan a Marta Querol, la auxiliar que trabaja codo con codo con Judit Hidalgo. "Solo en este espacio, al que llamamos la sala noble, tenemos más de 10.000 volúmenes entre colecciones de publicaciones periódicas y la biblioteca de autores cristianos", señala mientras recorre una zona de la biblioteca en la que se ubican los archivadores, cajoneras de madera en los que aún se guardan las tradicionales fichas que se usaban antiguamente para buscar los libros, cuando las tecnologías digitales eran todavía un sueño lejano.

El mágico tesoro del Seminario

Judit Hidalgo, con uno de los volúmenes de los cantorales de Valdediós. / Irma Collín

La sala noble contiene sólo una pequeña muestra del fondo bibliográfico que guarda el Seminario de Oviedo. Subiendo unas estrechas escaleras se llega a una sala a la que sólo tiene acceso el personal. Lo llaman el depósito cerrado y allí se guardan alrededor de 80.000 libros de todos los géneros. "Nuestra biblioteca tiene ejemplares que no hay en ningún otro sitio. Contamos con joyas de temática espiritual, filosófica o histórica, por ejemplo, pero también se pueden encontrar libros que hay en cualquier otra biblioteca", explica Judit Hidalgo, que insiste cada vez que puede para que quede muy claro que el centro es un tesoro al alcance de cualquier ciudadano. "La gente no sabe que aquí puede venir todo el mundo, sacar libros y funcionar como en cualquier otra biblioteca. Muchos de nuestros usuarios son personas que están preparando una tesis, trabajos fin de carrera o haciendo investigaciones históricas. Vienen porque nuestro fondo es único, pero también hay otros perfiles de lectores y libros para todos los gustos", afirma Hidalgo. "De hecho los últimos viernes de cada mes se reúnen las personas que forman parte de nuestro club de lectura. Ahora estamos con Clarín, pero hemos leído ‘Patria’, de Fernando Aramburu, y otras muchas novedades", añade.

Otro ejemplo de esa vertiente moderna de la biblioteca del Seminario es la sala de estudio, un espacio que cuenta con mobiliario a la última, conexión wifi y que muy pocos conocen. "La verdad es que aquí se está muy bien. No se si nos interesa que salga en el periódico y se entere mucha gente", señala en tono de broma Miriam Abid, que está preparando el MIR. De hecho, en la sala solo están ella y Anabel Prieto, que es licenciada en Teología y profesora de Religión. "Sigo estudiando porque nunca está de más", dice.

El mágico tesoro del Seminario

El libro de Raimondo di Sangro sobre los quipus. / Irma Collín

En la tercera planta, subiendo aún más arriba por esas escaleras estrechas y empinadas, están las joyas de la corona. En ese espacio se almacena el fondo antiguo, unos 10.000 ejemplares de libros y manuscritos de los siglos XVI al XIX. Hay auténticos tesoros y sería imposible hacer un listado, pero, por ejemplo, están varios tomos enormes con las cantorales del monasterio de Valdediós que datan de los siglos XVI y XVII; la obra "Origenes Adamantius", un libro del año 1512 que incluye comentarios y reflexiones de otros autores sobre este teólogo cristiano primitivo, o una edición especial y con "muchísimo valor de mercado" de "Lettera Apologética", un trabajo de Raimondo di Sangro sobre el quipu, el sistema de notación, basado en nudos y colores, que usaban los incas en el Perú precolombino.

En esta tercera planta también está la zona en la que se desarrollan las labores de conservación de estos ejemplares antiguos y en la que ahora está trabajando Covadonga Miravalles, que el próximo día 24 de octubre, el Día de las Bibliotecas, hará de comisaria de una exposición sobre libros antiguos en el Seminario. "Estamos abiertos a todo el mundo. De hecho, el nuevo rector del Seminario –por José Antonio Bande– tiene como objetivo que aquí haya sitio para todo el mundo, empezando por los niños", subraya Judit Hidalgo.

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