Opinión | Un millón

Tocamos a 13, adminístrelo

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) nos miente y nosotros a él y así sale que los españoles y las españolas tienen, de media, 13 parejas a lo largo de la vida. Las vidas son cada vez más largas, pero todos conocemos en nuestro entorno a unas cuantas personas que necesitarían varias vidas para alcanzar esa media y que otros se están emparejando a su costa. El secreto del resultado del CIS sobre nuestra alcoba está, otra vez, en la cocina.

Lo que peor encaja de esta encuesta no tiene tanto que ver con la promiscuidad como con la infidelidad. Puede que estén relacionadas porque las 13 parejas se consigan unas a base de otras, lo que mosquea, pero si la infidelidad es lo que engrasa el mecanismo sexual lo normal sería restarle importancia. Sin embargo, para el 64,5% de los encuestados una conversación subida de tono por redes sociales es infidelidad.

El 77,3% considera que las relaciones sexuales a través de las redes también son infidelidad, aunque para las generaciones mayores el sexo solo es presencial y hacerlo en remoto es fantasía. Hay una diferencia generacional entre los que se ahorran coger el coche para encontrarse y los que ahorraban para un coche en el que se encontraban.

Aunque el porcentaje es pequeño, el 17% de los encuestados considera que reunirse con un ex, aunque no haya relación sexual, también es infidelidad. Como si "ex" equivaliera a dos tercios de "sex" y a la mitad de "sexo". En eso conviene atenerse a la media estadística porque -aunque no sea el caso personal- una pareja media reúne 24 ex, un número de personas suficientemente alto como para no tenerlo tan en cuenta. Quizá convendría definir bien "ex" para asegurarse de que una de las dos personas implicadas distingue la partícula "ex" de la de "vice". Si estadísticamente una pareja toca a 24 ex lo normal es que alguna vez se encuentre alguno con otro -incluso en Madrid, Isabel- y eso hay que tolerarlo: si a cada español y española medios le corresponden sexualmente siete vidas de gato no puede comportarse como un caracol que, aun siendo hermafrodita, pone los cuernos al sol.

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