Energía
Francia lucha por su "renacimiento" nuclear
En 2022, el presidente Macron anunció un plan para construir seis nuevos reactores y la posibilidad de otros ocho antes de 2050

El presidente francés, Emmanuel Macron, durante la cumbre informal del pasado 6 de marzo. / FREDERIC GARRIDO-RAMIREZ
Leticia Fuentes
En febrero de 2022, durante un viaje a Belfort, Emmanuel Macron anunció el “renacimiento” de la energía nuclear francesa. Lo hacía tras años de decrecimiento, a pesar de ser un país líder mundial en producción nuclear, gracias a sus 56 reactores distribuidos en 18 centrales que generan aproximadamente un 70% de la electricidad consumida en el país. El otro 23% de energía, proviene de la las renovables, en su mayoría eólica, y el restante de energías fósiles, según datos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE).
Después de años dando la espalda a la energía nuclear, el país busca reconsiderar su postura y renovar su estrategia. Durante la presidencia de François Hollande, el gobierno apostó por reducir la dependencia de la energía nuclear del 75% al 50% para 2035, ante la presión de los grupos ecologistas para llevar a cabo una transición hacia las energías renovables. Con la llegada del presidente Emmanuel Macron, los primeros años siguieron bajo la misma filosofía de reducir el peso de esta energía. Sin embargo, el estallido de la guerra de Ucrania ha obligado a Francia a cambiar de postura apostando por la energía nuclear.
Aunque Francia no es uno de los países que más dependen de Rusia en el aspecto del suministro de energías fósiles, como el gas, sí que ha sufrido un impactado indirecto en sus suministros tras la guerra de Ucrania. El aumento del precio de la energía, especialmente del gas natural, y como consecuencia la creciente demanda de energía eléctrica, han obligado a que el país galo busque alternativas que le alejen de esa dependencia de Rusia.
Los primeros cambios en este nuevo plan energético ya han empezado a dar frutos. El año pasado, el país alcanzó los 361,7 tera vatios-hora (TWh), es decir, un incremento del 12,9% en comparación con 2023. Este aumento se produjo gracias a la incorporación de reactores que hasta el momento se encontraban fuera de servicio por mantenimiento, y a la puesta en marcha de la nueva instalación Flamanville 3, el pasado mes de diciembre.
Un giro estratégico que también conlleva a un nuevo plan financiero, puesto que producir energía nuclear requiere una importante inversión económica. De ahí que, el pasado lunes el presidente francés convocase un Consejo de Política Nuclear para reflexionar sobre la nueva estrategia nuclear para los próximos años, abordando especialmente, el aspecto económico.
¿Prolongar el uso de reactores obsoletos o construir nuevos?
Una de las principales preocupaciones para las autoridades francesas son las condiciones en las que se encuentra el parque nuclear francés. Los reactores, que ya tienen más de cuarenta años, están envejeciendo y ahí está el dilema: prolongar su vida útil o construir nuevos.
La idea del gobierno es prolongar la vida de estos reactores el máximo tiempo posible, pero eso supone una costosa inversión de modernización de las infraestructuras. Según EDF, empresa encargada de la gestión de la energía nuclear en el país, esto supondría una financiación de 50.000 millones de euros en los próximos cinco años. La compañía ya gastó en 2024, cerca de cinco mil millones de euros sólo en el mantenimiento y operación de sus 18 centrales nucleares en el país.
Otra opción es poner en funcionamiento reactores de nueva generación (EPR y EPR2). En 2022, el presidente Macron ya anunció un plan para construir seis nuevos reactores y la posibilidad de otros ocho antes de 2050. Sin embargo, este programa presenta algunos contratiempos: el retraso de las obras y su elevado coste final.
En diciembre, Francia llevó a cabo con éxito la conexión a la red eléctrica de su nuevo reactor nuclear de Flamanville, lo que supuso la primera incorporación al parque atómico galo en 25 años y el primero con la tecnología EPR de segunda generación. Sin embargo, su inauguración generó una gran controversia por el retraso de las obras de casi 12 años y su coste, que superó por siete lo estimado en 2006.
“Uno de los reactores nucleares más potentes del mundo acaba de ser conectado a la red eléctrica. Reindustrializar para producir una energía como pocas emisiones de carbono, esa es la ecología a la francesa”, afirmó el presidente a través de redes sociales.
Francia busca financiación y proveedores
Los nuevos reactores EPR2 propuestos por Emmanuel Macron deberían empezar a construirse en 2027 para entrar en funcionamiento en 2038. Tres años más tarde de lo previsto en un inicio, de nuevo, por los elevados gastos de construcción.
El coste del programa inicial se estimó en 51.700 millones de euros, y hoy en día ya ronda los 67,4 mil millones de euros. Una cifra que no se detendrá ahí, según los expertos. La factura podría alcanzar los 100.000 millones de euros, el doble de la estimación inicial, y que asumirá en un 50% el gobierno francés mediante préstamos a la compañía EDF.
Unos números que dificultan el plan de relanzamiento nuclear propuesto por Emmanuel Macron, especialmente en un momento complicado para la economía del país. Francia cuenta con un PIB superior al 6%, el doble del límite establecido por Bruselas, y EDF suma una deuda de casi 65.000 millones de euros, según los últimos datos publicados en 2023. Cifras que obstaculizan la búsqueda de financiación para la construcción de nuevos reactores, pero también para las infraestructuras encargadas de los desechos nucleares.
Hasta hace unos años, Japón había cofinanciado instalaciones francesas de desechos nucleares, antes de repatriar la mayor parte de estos residuos a su territorio.
A esto, se une la búsqueda de proveedores de uranio, material principal para la producción de energía nuclear. Después de la pérdida de las minas en Níger tras el golpe de Estado que sufrió el país en 2023, Francia se quedó sin su principal proveedor, y ante la creciente demanda de uranio en todo el mundo para apoyar la reactivación nuclear, el país galo busca un nuevo suministrador en otros lugares, como Uzbekistán o Mongolia, con los que acaba de firmar un acuerdo de explotación de sus yacimientos.
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