La Cocina Económica, una ayuda con muchas puertas que bien vale una Medalla de Oro de la ciudad

Suspiraba ayer Rafael Piñera, director de la Asociación Gijonesa de Caridad, conocida popularmente por Cocina Económica, cuando recordaba la cantidad de felicitaciones recibidas por la Medalla de Oro de la ciudad que el Ayuntamiento ha concedido a la entidad. "Ha sido un sin parar", confesaba Piñera, que destacó lo "ilusionante" del reconocimiento. "Sentimos el calor de Gijón, que somos muy queridos, pero este momento es la demostración", afirmaba el responsable de la Cocina Económica, un servicio que tiene su punta de lanza en el comedor social. Ahora bien, sus maneras de ayudar son inagotables. Desde centros residenciales hasta una clínica dental, pasando por talleres ocupacionales, peluquería, ropero o duchas. "Son recursos incluso más importantes", ensalzaban los trabajadores.

Un servicio que quizás pasa bajo el radar es la clínica dental, por la que pasan gratuitamente unos cien usuarios al año y en la que hay –también aquí– listas de espera. "Necesitamos más dentistas voluntarios", declaró Rafael Piñera, que, eso sí, ponderó la "satisfacción" con la que los beneficiarios abandonan el lugar. "Cuando acaban el tratamiento se ponen a sonreír como nunca", bromeaba Asun Echarri, superiora de las hermanas de las Hijas de la Caridad. Los doctores Salvador Alonso, Antonio Cuesta e Ignacio Prendes son los que prestan desinteresadamente sus servicios en la clínica.

El centro de primera acogida es una de las patas sobre las que se sostiene esa "otra Cocina Económica". "Es un proyecto diferente en el que se dan oportunidades a gente para salir de la calle y de las drogas y el alcohol", explicó Franca Pascual, coordinadora de la iniciativa, dirigida a personas con problemas de adicciones, salud mental o con permisos penitenciarios. Una decena de residentes se alojan actualmente en este centro. Franca Pascual se mostraba ayer exultante por la Medalla de Oro. "En Gijón la Cocina Económica es la panacea", festejó.

También cuenta la entidad con una residencia de media estancia para personas en fase de inserción. "Están aquí durante varios meses, aunque con la crisis de vivienda los procesos se alargan", aseveró Rafael Piñera sobre un servicio con 17 plazas y que conoce al dedillo Marino Barriocanal, técnico de intervención, que calificó la Medalla de Oro como "un reconocimiento a la labor que se efectúa todos los días". "Suele asociarse la Cocina al comedor y a las colas, pero aquí hay mucho más", reivindicó. A nivel de alojamiento, la galardonada entidad ofrece asimismo cuatro módulos para familias con niños.

"Momento para socializar"

En la Cocina Económica hay un control sobre los usuarios para conocer sus condiciones socioeconómicas y, por ejemplo, para que el servicio de comedor "vaya a personas que de verdad lo necesitan", aseguraba Rafael Piñera. Son muchos los que comen o cenan diariamente en la Cocina Económica, en la calle Mieres. Otros se llevan la comida en un tupper a su domicilio. Y algunos que tienen esta posibilidad prefieren quedarse en el comedor. "Es su momento de socialización", subrayó Piñera, que incidía en el objetivo de crear un centro de día.

Al comedor acude asiduamente Alberto Gutiérrez, que señalaba ayer que la Medalla de Oro para la Cocina Económica es "muy merecida". "Me sirve mucho como apoyo psicosocial y alimenticio", encomió Gutiérrez. En los fogones se afanaban en hacer la comida más rica Ana Rosa Morán y Jonathan Pinto. "Lo principal es cuidar a la gente y que no pase hambre", manifestaba la primera. La Cocina Económica, que este año conmemora su 120.º aniversario, tiene además un amplio almacén para recibir donaciones. Allí reposan las icónicas casetas de la playa de San Lorenzo, elementos emblemáticos de un Gijón que se rinde a la labor de la Cocina Económica, que va mucho más allá de poner un plato caliente encima de la mesa.

Suscríbete para seguir leyendo