Opinión

Sesenta años sin Casona

Tan proclives como somos a jalear las glorias ajenas, solemos mostrarnos rácanos en la alabanza a quienes comparten con nosotros la raíz del terruño. Viene esta reflexión a cuento de que el próximo mes de septiembre, justamente el día 17, se cumplirán sesenta años del fallecimiento del dramaturgo Alejandro Casona, natural de Besullo, aldea de Cangas del Narcea, donde familiares del literato mantienen viva su memoria, en la casa solariega que fue su cuna.

Seis décadas de ausencia componen una cifra redonda para el recordatorio de uno de los escritores más brillantes de la Asturias del pasado siglo, un autor lleno de vicisitudes como fielmente refleja Alfonso López en su reciente obra “De ida y vuelta. Una mirada sobre la vida y la obra de Alejandro Casona”. El prosista íntimo y epistolar, el defensor de los valores de la enseñanza al modo de los viejos maestros de la República, el que estaba convencido de que la educación era un motor transformador de la sociedad. El Casona doliente del exilio al otro lado del Atlántico, autor prolífico y talentoso. El del retorno a su patria, ya cansado y enfermo, criticado por unos, defendido por otros…

Bien haría el Ayuntamiento de Cangas del Narcea en celebrar la efeméride, siendo como es el concejo prolijo en inquietudes culturales. Bien haría también la administración regional en apoyar cualquier celebración coincidente con el calendario septembrino. Y más bien aún harían los cangueses en reivindicar la figura de uno de sus hijos ilustres, el que mejor dibujó en su obra el paisaje que todos ellos comparten y que aquel convirtió en universal. En inmortal incluso, podría decirse.

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