El Entierro de la Sardina marca el fin del Antroxu de Avilés: sin Reyes y con una sardina por Anselmo Alonso

La peña que despide el Carnaval avilesino cada año quemó anoche un arenque con las cenizas de su camarada recientemente fallecido después de un "sepelio" en el que "Herrerín" celebró su 84º cumpleaños y Avilés dio un caluroso aplauso para los miembros de La Pecera

Así fue el multitudinario entierro de la sardina de Avilés

Luisma Murias

I. García

Avilés

El Entierro de la Sardina no solo marcó el fin del Antroxu, fue más allá. Fue el 84.º cumpleaños de toda una autoridad antroxera, José María Herrero, "Herrerín", también conocido como "teniente coronel Tirovidrio". No hubo presencia de los Reyes del Goxu y la Faba y sirvió, además, para dar un caluroso aplauso a la Cofradía del Santo Entierro porque ha sufrido dos notables bajas en los últimos meses, la primera la de Ángel Blanco en enero y la segunda el sábado del Descenso, la de Anselmo Alonso. Precisamente las cenizas de éste último fueron introducidas primero en una Sardina, la de la cofradía, que ardió fuera de programa antroxero en El Carbayedo en su recuerdo.

La comitiva del Entierro de la Sardina comenzó, como manda la tradición, en la plaza del Carbayo, en Sabugo. Allí, Teo Siñeriz leyó el testamento que la "Sardina dexó" con crítica política y en defensa de una "sociedad más justa, participativa y solidaria". También hubo tiempo para dar un irónico repaso del año "con calderetas de cucho para el gobierno nacional para construir viviendas" y mandar a la luna a Feijoo, cargar contra Mazón por su gestión de la Dana en Valencia, entre otras peticiones como una apuesta real por el tren de Cercanías. Tras la habitual letanía de "Apúntelo usted señor Escribano con tintero y papel" y preguntar por si "ha venido Alonso" arrancó la procesión.

La fanfarria "El Felechu" abrió fuego con "Carnaval, Carnaval"; tras ella, dos bueyes de nombre "Gallardo" y "Artillero" comandados por Santiago Fernández, de Naveces. Los lloros y sollozos de dos plañideras acompañaban el sepelio. Pilar Martín y Begoña Bartolomé decían entre lágrimas: "Es una pena muy grande –en referencia a la Sardina- venimos llorando desde Llaranes". Y es que antes de que todo empezara en Avilés, la cofradía de la Sardina Arenque ya había quemado su pescado particular en el popular barrio avilesino.

De vuelta a Avilés, un animado y multitudinario pasacalles cruzó Sabugo hasta encarar la calle La Cámara. Un parón para detener el tráfico retrasó los planes, nada que importara a las cofradías participantes, la de Llaranes, Jarra y Pedal y la anfitriona, la del Santo Entierro de la Sardina. La fanfarria "El Felechu" siguió con sus marchosas melodías hasta llegar al Parche. Los músicos subieron al escenario y detrás los de Santo Entierro que también son los de La Percera. Tras ellos miembros de la Sardina Arenque y Jarra y Pedal. La gaita de Julio Tablizo siguió con la marcha fúnebre asturiana de "Antón el Neñu" antes de volver a recitar el Testamento por boca de Teo Siñeriz. "Apúntelo usted señor Escribano", coreó el público que llenaba El Parche en un acto en el que la Cofradía tiró de recuerdos y cariño a sus dos compañeros fallecidos, también para Carlos y Mari, de El Cafetón, y a otros más que concitaron sonoros aplausos.

Chus Rodríguez dedicó el "Santo Rosario" a Blanco y a Anselmo, todo antes de que Siñeriz lamentara la ausencia de los Reyes del Goxu y la Faba, "Los Belenitos" ya que deberían ser ellos los encargados de despedir el Antroxu. No fue así. Ángel García, "Sardino mayor de Llaranes", tomó la palabra y dedicó unas palabras a los del Santo Entierro "por el duro año que llevan". Rodríguez le replicó que su cofradía permanecerá siempre en el Antroxu: "Hasta que muramos". Hubo fuegos artificiales, quema de la sardina oficial y más tarde en El Carbayedo, La Pecera quemó la suya, con un crespón negro en recuerdo de sus amigos y las cenizas de Anselmo Alonso en su interior. n

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