Tania seguirá tirando del emblema de Teixois, tal y como querían sus abuelos
Esta joven hostelera representa la continuidad al frente de la gestión turística del conjunto etnográfico de Teixois, que se ha convertido en uno de los lugares icónicos del turismo rural en Asturias.

Julián Rus
Tania Legaspi, hostelera del conjunto etnográfico de Teixois, Tania Legaspi Mon representa la continuidad al frente de la gestión turística del conjunto etnográfico de Teixois, que se ha convertido en uno de los lugares icónicos del turismo rural en Asturias. Tania, de 32 años, acaba de hacerse cargo de la parte hostelera mientras que su padre, Luis Legaspi Lastra, de 60 años, seguirá al frente del museo, de cuya conservación se encarga desde hace décadas, después de tomar a su vez el relevo de su padres, Melchor Legaspi y Trinidad Lastra.
Los ingenios hidráulicos de Teixois generan energía con la fuerza del agua y, desde 1980, se convirtieron también en uno de los primeros ejemplos de producción de energía turística –una nueva economía para los pueblos– a partir del aprovechamiento del patrimonio rural asturiano. Por eso Teixois es un icono. Y por eso es importante lo que Tania va a contar:
«El 15 de febrero empecé a encabezar la parte de hostelería del conjunto etnográfico de Teixois. Sigo la tradición y el negocio familiar. Mis abuelos paternos, Melchor Legaspi y Trinidad Lastra, fueron los que empezaron en la parte del museo, luego también se metieron al tema de las comidas. Más tarde, lo cogieron mis padres. Mi padre, Luis, sigue con la parte del museo».
«Tengo una responsabilidad de seguir al pie del cañón. Sí la tengo. Yo viví aquí hasta los 9 años. Cuando esto estaba arrancando, venía mucha prensa y mis abuelos eran los primeros que me ponían a su lado y contaban con que yo siguiera con el negocio familiar. O sea, imagínate. Como para ahora coger e irme».
«Yo estudié dos ciclos en torno a la sanidad: ayuda a personas dependientes y auxiliar de enfermería. La gente mayor me encanta. Creo que aprendemos mucho de ellos. Por circunstancias familiares, cuando mis abuelos se pusieron muy malitos, mi madre tenía un sobretrabajo encima, así que decidí en esa época quedarme aquí para ayudar y que mi madre pudiera estar más tranquila. En un momento de la vida tuve que decidir y creo que fue la mejor decisión que pude tomar. Y espero seguir aquí todos los años que pueda. Tengo que seguir en esa línea e incluso mejorar algunas cosas. Que siempre hay algo que mejorar».
«Hay una cosa que sí me preocupa. Mi padre tiene 60 años y le quedarán seis o siete años al mando del museo. Y en esa parte no sé lo que va a pasar. Estamos hablando de que él hace un mantenimiento que requiere una capacidad, incluso fuerza, que yo no tengo. De momento está Luis, y estando Luis, no hay problema. ¿Pero cuando Luis se jubile? Ésa es la gran pregunta, ¿qué va a pasar? Estamos hablando de ingenios del siglo XVIII y cada vez queda menos gente que se dedica al tema de madera, de restauración. Esto es una gestión privada de una concesión pública. Mi padre tomó las riendas sobre el 86. Y a partir de ahí se hizo cargo absolutamente de todo. De la restauración, de mantenerlo en marcha... A ver cómo se continúa. Entiendo que la administración ahí tendrá que echar una mano. Es verdad que siempre están ahí para nosotros, pero tengo que decirlo».
Los eólicos que nos quieren poner van a ser nefastos, lo peor
«El turismo en Taramundi está cambiando, ya no se concentra solo en los principales meses de gran afluencia. La desestacionalización se está notando. La pandemia trajo muchas cosas malas pero, no me digas por qué, se notó el cambio desde entonces. Que en octubre, por ejemplo, tengamos que dar comidas todos los días de la semana, excepto el día de cierre, porque hay gente».
«Eso está cambiando un montón y es bueno. El turismo se está largando a lo largo del año. Pero ahora tenemos un problema: estamos faltos de personal. Algo que nunca había pasado. Al tener más gente a lo largo del año tienes ya que contar con gente fija en tu empresa. Y eso se nos hace complicado. ¿Por qué? Porque ahora mismo, como pasa en todos los pueblos, la gente cada vez va a menos. La gente se va. Y cuantos menos somos, menos capacidad tenemos para poder contar con alguien que nos ayude aquí. Pero bueno, yo soy positiva, no queda otra. Además, tenemos un aliciente importante, que hay turismo y hay trabajo. Y teniendo trabajo, habiendo turismo y teniendo ganas, todo se puede».
«Creo que el principal motivo de que no encontremos trabajadores ya es la hostelería en sí. La hostelería ahora mismo es algo que está castigado. Voy tirar piedras contra mi tejado: creo que hubo años donde la cosa se estuvo haciendo mal en hostelería. Desde contratos de trabajo por ocho horas que en los que trabajabas quince y con cero días de descanso… Lo hicimos mal . Viene de atrás. Una persona que trabaja en esto tiene que tener vida después del trabajo. Estar en hostelería no significa que no puedas tener un domingo o vacaciones como todos»
«Ahora mismo la hostelería está castigada. Ya no sólo aquí. También en la mariña lucense están con problemas. Y eso que hay que cambiarlo. Pero tenemos que cambiarlo desde dentro. Los que estamos en cabeza, los que ofrecemos puestos de trabajo. Pero tienen que ser puestos dignos, con sus derechos. Esta generación que estamos empezando ahora en la hostelería estamos pagando un poco lo que se hizo mal en el pasado. Por mi parte, desde luego, quiero cambiarlo. La hostelería que tengo aquí ahora mismo es de 11 de la mañana a 7 de la tarde. Es un sitio donde no damos cenas tampoco».
«Yo siempre quise vivir aquí, lo tengo muy claro. Clarísimo. Pero desde siempre. Te puedo decir que me encanta vivir en Taramundi. A ver, tienes que tener coche. Eso está claro. Pero, teniendo coche, estás en Oviedo en hora y pico. No necesito más. Es verdad que yo, cuando tengo mis días libres y mis vacaciones, soy la primera que me meto en el meollo. Me encanta viajar. Pero eso no quita que aquí la calidad de vida sea magnifica. Cuanto más sales, más te das cuenta de lo que tienes».
«Personalmente, no estoy nada de acuerdo con los eólicos que quieren ponernos en la comarca. Esto es una zona súper pura, súper natural, con su encanto. Vivimos del turismo y esos molinos, ahí puestos, visualmente van a ser nefastos. Lo peor. Nadie, o casi nadie, está de acuerdo con que eso se instale aquí. Se está retrasando y espero que no llegue nunca suceder. Además, creo que nos quieren poner los más grandes, una burrada. Es muy impacto total en el concejo y en la comarca. Un impacto para mal. Creo que el rechazo es unánime. Da igual que tengas un negocio o que no lo tengas. Al final vives del turismo, directamente o indirectamente. Taramundi es turismo. Me da igual que tengas una tienda o que seas artesano, me da igual. Todos vivimos de lo mismo, todos somos necesarios y esto es una cadena. En el momento que esa cadena se corte, tendremos un problema. Espero que puedan y sepan pararlos a tiempo».
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