Familias
Generación sándwich: atrapados cuidando de niños y mayores
La natalidad se retrasa, la esperanza de vida aumenta y los hijos se van de casa tarde, todo ello se traduce en adultos de entre 35 y 55 años estresados por el cuidado de hijos y padres de edades avanzadas

Abuelos, hijos y nietos comiendo / PEXELS
Alba Prada Estévez
La juventud retrasa cada vez más el momento de tener hijos. De hecho los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) sitúan la edad media a la que las mujeres tienen su primer hijo en los 31,5 años. Teniendo esto en cuenta, es bastante probable que la edad del padre sea más elevada. A la par que se constata este retraso en la maternidad, también aumenta la esperanza de vida, por lo que en las familias de hoy conviven miembros de todas las generaciones. A todo ello hay que sumar que la difícil situación económica retrasa cada vez más la emancipación de los hijos, lo que se traduce en la existencia de una generación, normalmente personas de entre 35 y 55 años, que vive literalmente atrapada entre el cuidado de los hijos, muchas veces pequeños, y de los padres o suegros, ya mayores.
Reciben el apelativo de generación sándwich, un concepto que acuñaba la trabajadora social Dorothy Miller en 1981 y que hoy resuena más que nunca dadas las circunstancias que vivimos.
Consecuencias físicas y mentales
Cuidar de tantas personas dependientes, niños y mayores, a la vez que se atiende el trabajo y la casa da como resultado una situación en la que conviven varios factores estresantes. Alguien que se encuentra diariamente a personas encuadradas en la llamada generación sándwich es Yago López, vocal de la Sección de Psicoloxía da Intervención Social del Colegio Oficial de Psicología de Galicia y psicólogo en una residencia de mayores. "Llegan muchas familias a visitar a una persona mayor acompañadas de sus hijos, muchas veces pequeños, porque la dependencia puede llegar en cualquier momento de la vida", cuenta.
"Estar al cuidado de hijos y mayores suele implicar consecuencias físicas y psicológicas. Se trata de una situación estresante que puede generar preocupaciones continuas y, por tanto, provocar problemas de sueño, alteraciones en las relaciones sexuales, culpabilidad, aislamiento o anhedonia, que es la falta de interés en actividades que antes nos resultaban placenteras. A nivel físico, a largo plazo, hay estudios que observan distintas alteraciones".
Burnout del cuidador
El síndrome del cuidador quemado o burnout del cuidador hace referencia al estado de agotamiento físico, emocional y mental que se percibe en muchas de estas familias que forman parte de la generación sándwich cuando intentan hacer más de lo que se puede. "Esto es algo que también observo entre los familiares de la residencia. Muchas veces llegan con culpabilidad, con problemas y sobrepasados porque el cuidado de una persona dependiente, en muchos casos, anula tus proyectos vitales. Si no puedes cumplir tus sueños, tus deseos, si no tienes tiempo libre... es normal que aparezca el malestar", indica Yago López. Por ello señala que es fundamental el autocuidado. "Es importante poner límites y decir: 'vale voy a cuidar a esta persona mayor, pero también voy a dedicarme tiempo’ y para ello es esencial contar con apoyo y ayuda", recalca el experto.
En este punto subraya la importancia de repartir los cuidados entre los hermanos, en caso de tenerlos, porque muchas veces es uno solo el que carga con todo el peso. «Lo importante es buscar apoyo social y establecer límites porque a veces tendemos a sobreproteger tanto a hijos como mayores porque consideramos que es nuestra responsabilidad». Y es que es común que aflore la culpabilidad, esa sensación de sentirse mal por dedicarse un poco de tiempo.
"Es algo que no suele verbalizarse, pero esta culpabilidad se traduce en la creencia de que tenemos que anular nuestra propia vida para cuidar del resto".
Alba y Álex: "Somos lo último siempre. Entre trabajo y casa no nos llega el tiempo a nada"
Alba (33 años) y Álex (35) son un matrimonio al cuidado de sus dos hijos menores, Aira (5) y Ander (4) y del padre de él, Manuel, ciego desde los 32 años a consecuencia de una retinosis pigmentaria. Hace tres años que Manuel vive con ellos. Llegó precisamente en el momento en el que ambos se encontraban en el momento "álgido" de la crianza: con dos pequeños que apenas se llevan un año. Aseguran que el estrés domina su día a día y cada vez más. "Cuando Manuel se vino a vivir con nosotros nuestra vida cambió por completo porque tuvimos que adaptar el piso para cederle una habitación, modificar la organización para facilitarle el acceso a todo y recolocar electrodomésticos para que los pudiese usar", cuenta Alba. Y es que Manuel es una persona dependiente pues aunque se asea y come solo, necesita una vigilancia constante. «Nosotros hacemos la comida, limpiamos, vamos con él a las revisiones médicas, nos encargamos de sus trámites en el banco... prácticamente de todo», dice.
La única liberación que tienen es cuando los padres de Alba se quedan un fin de semana con los niños y Manuel con la hermana. El resto del tiempo hacen malabares para llegar a todo: cuidar de los pequeños, de Manuel, de la casa y acudir a sus respectivos trabajos. "Cada vez los niños tienen más actividades, demandan más atención y nosotros somos lo último siempre. Entre trabajo y casa no nos llega el tiempo a nada".
El rol cuidador de la mujer
La mujer sigue siendo la principal encargada de los cuidados. Un estudio español del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) llamado Percepciones sobre la igualdad entre hombres y mujeres y estereotipos de género deja claro que las mujeres cuidan de los hijos el doble de horas con respecto a los hombres (6,8 ellas y 3,8 ellos). Con respecto al cuidado de personas dependientes, el estudio indica que también las mujeres dedican más tiempo a ello (364,69 minutos, unas 6 horas) y los hombres 314,11 minutos (unas 5 horas).
También un informe de este año de Oxfam Intermón señala que un 37,1% de las mujeres en España asume siempre o casi siempre el cuidado de los hijos e hijas frente a un 5,6% de los hombres. Además, subraya que el 39% de las mujeres asume de forma habitual el cuidado cotidiano de personas mayores y/o en situación de dependencia, frente al 24 % de los hombres. "Esta es una realidad que veo en la residencia y también en el día a día. Las mujeres se ocupan más de las tareas del cuidado y se observa en el propio personal encargado de este tipo de trabajos, pues es mayoritariamente femenino", dice. "Esto contribuye a que las mujeres presenten más sintomatología de tipo ansioso-depresiva".
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