Covid-19

Hij@s de la pandemia

Cinco años después de un confinamiento histórico, Levante-EMV entrevista a tres mujeres que dieron a luz durante los meses más inciertos de un año histórico que se recordará por ser el de la pandemia del Covid-19

Para Mar y Teresa; Cristina y June; e Irene y Lola el 2020 fue más que el año de la pandemia.

Para Mar y Teresa; Cristina y June; e Irene y Lola el 2020 fue más que el año de la pandemia. / F. Calabuig.

Mónica Ros

Valencia

Mientras el mundo se enfrentaba a una pandemia mundial, ellas miraban sus barrigas y la vida que en ellas crecía. La pandemia del Covid-19 obligó a un confinamiento obligado que determinó una serie de colectivos "de riesgo", es decir, personas que debían tener un cuidado extremo para evitar el contagio y sus posibles consecuencias. Y entre esos colectivos estaban ellas: las mujeres embarazadas. Levante-EMV habla con tres familia que vivieron el nacimiento de sus hijas desde la perspectiva única de parir en pandemia. Y lo hace cuando se cumplen 5 años de un confinamiento que hizo historia, en un año, el 2020, que siempre se recordará por la pandemia del Covid-19. Estas son su historias.

Irene Moya y Lucas Puig vivían centrados en el inminente nacimiento de su hija Lola cuando llegó la prohibición de salir de casa. Irene salía de cuentas el 13 de marzo. La orden oficial fue el 14. La niña nació diez días después. "Al principio solo podía salir al rellano de casa y me pasaba el día subiendo y bajando un tramo de la escalera. Sólo quería moverme y andar; y sólo me preocupaba parir. De hecho no fui consciente del momento histórico y brutal que estábamos viviendo hasta que salimos del hospital, un día de lluvia, y vi las calles desiertas de gente y de coches. Fue impactante", explica Irene. Reconoce que no tuvo "miedo al contagio" porque todo el miedo lo pasó en un parto que se complicó. Hubo un problema grave e Irene acabó en quirófano con anestesia general.

Así que en su caso no hubo piel con piel ni nada de lo que había programado. Ni con pandemia ni sin ella. "Lucas fue el que hizo el piel con piel con Lola en un momento muy especial para él, pero que vivió con preocupación, porque estaba la niña, pero no estaba la madre", explica. La pareja pasó más días de hospital de lo previsto en un primer momento y en unas instalaciones reestructurado por y para el Covid. Estuvieron completamente solos con su pequeña y con una gran mochila que llevaba de todo, incluido jamón y longaniza de pascua. "Nos dijeron que si entrábamos al hospital no podíamos salir así que nos llevamos absolutamente de todo. Y menos mal", recuerdan. No hubo visitas para ellos. Ni en el hospital ni en casa. La familia más directa (abuelos y tíos) conoció a la niña 3 meses después.

Lucas, Lola e Irene, en su casa de Valencia.

Lucas, Lola e Irene, en su casa de Valencia. / Miguel Ángel Montesinos

A Cristina Nuñez el confinamiento la pilló en el segundo trimestre, en la semana 27 y con la idea de parir en casa rondándole la cabeza. Su marido, médico de profesión, no estaba por la labor. "Yo lo veía una opción e incluso visitamos a una matrona que asistía partos en casa. Mi marido (Dimitri Dorcaratto) lo veía un riesgo, como buen médico que es. Pero llegó el confinamiento y la vida se congeló así que la idea se quedó ahí, aparcada», explica la mujer que ya había tenido un parto, el de su hija Maia, en Irlanda, y tenía dudas de lo que quería, pero sabía a ciencia cierta lo que no quería. «Hay ciertas cosas que no quería volver a pasar», afirma. 

Cristina reconoce un confinamiento dentro de otro confinamiento. Ella, embarazada, compartiendo espacio con un médico expuesto al virus. "Una fiesta", bromea. "Las primeras semanas intenté disfrutar con Maia, mi hija mayor, con viajes imaginarios a la naturaleza y a otros lugares. Lo pasamos bien juntas y dejé de planificar el parto porque había mucha incertidumbre. Dimitri sí lo pasó mal pensando en el contagio. Llegaba del hospital y se lavaba todo el rato y manteníamos la distancia. Había incertidumbre y muchos rumores, incluido el de embarazos que no llegaban a término por el virus. Así que él era muy muy cuidadoso. Después de parir fue todo distinto porque cogió la baja de paternidad y ya disfrutamos los cuatro en nuestra particular burbuja", relata.

Cristina y Dimitri, con sus hijas Maia y June.

Cristina y Dimitri, con sus hijas Maia y June. / Fernando Bustamante

A Cristina le preocupaba el parto porque no quería dar a luz en el hospital y repetir lo que no le gustó de su primer parto, pero no se decidía a elegir la opción de parir en casa. Confiaba en su anatomía y en sus capacidades, experta como es en el cuerpo y el movimiento. Sabía que podía hacerlo. Quería hacerlo. Pero dudaba. Y con el embarazo casi a término, ya en la semana 38, la coordinadora del hospital donde realizaba las últimas pruebas le explicó que parir en pandemia implicaba parir con mascarilla. Y eso fue determinante. "Yo sabía que con mascarilla no iba a poder parir como yo quería hacerlo, como sabía que podía hacerlo, pero no me decidía". Como ella no se decidía, se dejó llevar y preparó las dos posibilidades. "Hablé con la matrona que asistía partos en casa y me dijo que, claro, que no solía hacer las cosas así pero que teniendo en cuenta las circunstancias aceptaba. Pero había días que tenía guardia y otros que sí podía. Así que dije pues ya está: si me pongo de parto los días que la matrona está libre, perfecto, doy a luz en casa. Y si no, pues tampoco pasa nada y doy a luz en el hospital". El 12 de junio fue al hospital. El embarazo llegaba a la recta final. Estaba en la semana 40 así que le dieron un ultimátum: si no das a luz en una semana te inducimos el parto. Y a las horas, empezaron las contracciones. Cristina tuvo a luz en casa a su hija June, junto a su marido Dimitri, que hoy reconoce que la experiencia fue un acierto, y con Maia, una hermana mayor que vivió el nacimiento de su hermana como algo único. Empezaba la desescalada, pero esta familia decidió disfrutar unida lo que no le había dejado el virus en tres meses.

La "incertidumbre" del confinamiento hizo caer la natalidad

El confinamiento fueron 10 semanas: fue del 14 de marzo al 18 de mayo de 2020. En esos tres meses (marzo, abril y mayo) nacieron 8.649 niños en la Comunitat Valenciana. El no poder salir de casa no se tradujo en un repunte de la natalidad 9 meses después, sino todo lo contrario. La incertidumbre y el miedo ante el futuro no fueron el mejor escenario para crear o ampliar la familia. Nueve meses después del confinamiento (diciembre 2020 y enero y febrero 2021) los nacimientos en la Comunitat Valenciana se contrajeron en casi una quinta parte (19 %) con respecto al mismo periodo del año anterior, con 1.736 niños menos. Si se compara con el mismo periodo del año posterior, los nacimientos subieron (1.245 más).

Irene pasó más días de lo previsto en un hospital organizado para el Covid-19, pero no le importó, feliz con su niña y su pareja en una burbuja de maternidad que aún les envuelve. Cristina dio a luz en casa así que no tenía que ir a ninguna otra parte, con un virus que habían conseguido que no traspasara las puerta del domicilio, pero Mar Pons sí quería salir del hospital cuanto antes y presentarle a su hijo Mateo a su hermana, Teresa. Pasó los meses del embarazo, arropada y protegida, con la familia de su hermana, la suya y con sus padres en el chalet familiar.

Mar Pons y Víctor Ramón, con sus hijos Mateo y Teresa.

Mar Pons y Víctor Ramón, con sus hijos Mateo y Teresa. / F. Calabuig.

No recuerda "vivir con miedo" pero sí se reconoce buscando información constante sobre lo que pasaba en el 'exterior'' y tomando precauciones "que hoy parecen un poco locura". "Por ejemplo, si iba la hospital, pues antes de regresar al chalet pasaba por casa y me duchaba. O no querer ir al hospital a la prueba de las 20 semanas porque los hospitales no parecían seguros aunque sí lo eran, claro. Cosas así", afirma. Teresa nació en agosto, con unas medidas más relajadas que permitieron que Víctor Ramón estuviera presente en el parto de su hija. "Estaba tan centrada en que todo saliera bien que no me molestaba ni la mascarilla. Recuerdo estar embarazada y no poder respirar bien con ella; y pienso en el parto y no recuerdo ni que me molestara de lo concentrada que estaba en lo que era realmente importante".

Las tres mujeres adultas que protagonizan este reportaje agradecen que el foco se haya puesto en algo "que parece natural" y a lo que "no se le da excesiva importancia" pero que fue toda una experiencia: parir en pandemia. Las anécdotas se acumulan, y no hay dos iguales. Gracias por compartirlas.

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