Opinión | Sol y sombra

Presidencialismo

Dijo que gobernaría sin el Parlamento. Muchos le quisieron pillar por sus palabras pero no hasta el punto de creer que podría atreverse a cumplirlas, cuando en este caso concreto lleva tiempo haciéndolo. Tan pronto dice una cosa como la contraria y eso es algo que ayuda a banalizar el discurso, pero quizás en un arrebato de sinceridad, el único que se le recuerda, habló de dar el paso hacia el presidencialismo que otros dirigentes no han dado en la reciente historia democrática de este país. Ahora, en esa línea suya de pasar del Congreso y del Senado, se le discute que haya decidido prorrogar nuevamente las cuentas del Estado que sus propios socios no quieren aprobar. Dicen que la Constitución obliga a presentarlas ya que se trata de una ley cuyo debate no se puede omitir sucesivamente. Se da, además, la circunstancia de que el Presupuesto prorrogado por segunda vez es el que se diseñó en 2022, durante la anterior legislatura y que aprobó una Cámara distinta.

Si nada cambia y no parece que vaya a cambiar, no habrá nuevo Presupuesto que valga. Pero a Sánchez y a su proyecto particular estas cosas le resbalan, puesto que tampoco existe la posibilidad de una moción de censura porque en lo único que parecen estar de acuerdo los socios de la investidura del Gobierno es en agotar el ciclo para permanecer en los ministerios; en cuanto a los nacionalistas se refiere, seguir sacando rédito de esta anomalía. El debate parlamentario está secuestrado y la oposición estudia unos recursos que el Tribunal Constitucional de Conde-Pumpido no tendrá inconveniente en tumbar. Todo es ruido, no hay nueces. n

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