Opinión | SOLO SERÁ UN MINUTO
Los frutos de la pasión
La pasión es, como el romanticismo, algo que el cine barato, la mala literatura y los anuncios de colonias han ensuciado con imágenes falsas y pegajosas, un cliché estirado que sirve tanto para un corazón roto como para un deseo descosido. También es campo abonado para el proselitismo más burdo y la manipulación más soez. Si algo tiene la pasión verdadera es que no admite presiones de ningún tipo y busca sin atajos encontrar caminos nuevos para evitar las malas artes, es una necesidad que no entiende de indiferencias o renuncias porque surge desde las zonas más profundas de cada ser para dar sentido poco común a lo que parece no tenerlo a simple vista, para reconstruir si hace falta, para transformar llegado el caso cuando lo que éramos ya no nos representa. Sin presiones, sin prisiones. Descartemos que se trate solo de una motivación o de una afinidad que pueda sustituirse sin grandes problemas. La pasión auténtica –y distinguirla de las torpes imitaciones puede llevar una vida entera de aprendizaje– está emparentada por vía sanguínea con necesidades básicas como respirar, comer o amar. De la pasión, y no de los pliegues de las ambiciones y las vanidades, nacen las mejores obras humanas, los lienzos que alteran el pulso de quien los observa siglo tras siglo, la prosa y la poesía que parecen escritas para lectores únicos, la música que suena siempre como si fuera la primera vez que la oyes, las imágenes que no te cansas de ver una y otra vez porque se renuevan y te remueven (esto va dedicado a David Lynch, in memoriam), los descubrimientos de la ciencia a conciencia. Toda actividad humana que perdure y nos haga mejores (y ojalá fuera así con el zarzal de la política) excluye el conformismo y no puede incluir a quienes aceptan ser sumisos por intereses coreados. La pasión no tiene por qué ir aparejada con el arrebato (las grandes obras maestras, desde la arquitectura hasta los jardines, desde el mueble artesano hasta el plato sin artificios o la causa justa más perdida), exige sabiduría, exige paciencia, exige respeto. Exige humanidad.
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