Opinión

Sandalio

En el reconocimiento a un cangués extraordinario

La historia de los pueblos se escribe también a partir de algunos personajes cuyo sentido de la solidaridad y del altruismo, supera todo lo imaginable. Al frente de la tercera generación proveniente de la provincia de León, Sandalio Gurdiel Menéndez se incorporó al comercio que regentaban sus padres en Cangas del Narcea, al poco de acabar el Bachillerato y cumplir con la patria en Valladolid. Viajero por el mundo desde siempre, pronto vio la necesidad de ponerse al día en lo que a la mercancía a vender se refiere. Eso sí, sin perder la que tradicionalmente venía formando parte de la oferta de dicho comercio cangués, ubicado en el corazón de la calle Mayor.

Pero las mejores historias de este establecimiento acontecen cuando se convierte en un punto de encuentro en el que todo y todos, pasábamos por Casa Sandalio, sin prisa alguna. Este personaje, siempre de bata azul, fue una especie de cónsul del mundo y el epicentro social de Cangas del Narcea, cuando llegar a esta villa sin conocer a Sandalio, resultaba insuficiente.

Ninguna actividad o colectivo social ha nacido o crecido aquí en el último medio siglo, sin la participación de Sandalio. Colaborador con la iglesia canguesa, fue corista parroquial, monaguillo, formó parte del Consejo Pastoral y de Cáritas; anfitrión de locales y forasteros, fue fotógrafo y viajero empedernido con amigos hasta en el infierno. Pionero esquiador en Leitariegos (antes de sus modernas instalaciones, y con puntuales escapadas a la Estación de Candanchú, Huesca), fue uno de los colaboradores de la segunda etapa de la Revista "La Maniega", también de la Peña El Cachu, y formó parte de la Coral Polifónica de Cangas del Narcea.

Por si fuera poco, y paralelamente a todo este rosario de actividades, Sandalio, con 80 años cumplidos, lleva toda la vida colaborando con la Cruz Roja Española, primero como socio, después como vicepresidente, y desde 1999, como presidente.

Por méritos tan notables y solidarios, acaba de recibir la medalla de plata de dicha institución, y lo que es mejor si cabe, el reconocimiento y el cariño de todo el pueblo cangués. A partir de aquí y ya con la jubilación en las manos, le quedan muchas lecturas pendientes, y todavía mucha geografía por recorrer. Larga vida, con la misma bonhomía de siempre, y con el agradecimiento por el honor de estar entre su legión de amigos.

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