Así es la trinchera que apareció intacta en las excavaciones del Cabo San Lorenzo en Gijón: de "recrear" a "conservar"

"Buscamos recuperar las baterías porque no se sabía qué quedaba de ellas", afirma la arquitecta Pilar Zaratiegui

Así es la trinchera que apareció intacta en las excavaciones del Cabo San Lorenzo

Marcos León

La Providencia

Un hallazgo que cambia el paso de un proyecto. Eso ha ocurrido en el plan de recuperación de la batería militar del cabo San Lorenzo, en La Providencia, tras descubrirse prácticamente intacta parte de la trinchera que conectaba el puesto de tiro con el centro de mando subterráneo. Había constancia de su existencia, pero encontrarla en su estado original parecía una quimera. Y si la idea del gobierno local era recrearla, pues ahora ya no hace falta. El verbo "recrear" muta en "conservar". La estructura, que data de inicios del siglo XX, esconde todo un mundo en su interior, al que LA NUEVA ESPAÑA ha tenido acceso.

Explica Paloma García, directora de los Museos Arqueológicos de Gijón, que la batería de La Providencia integra un conjunto de fortificaciones que circundan la bahía y que incluye también al cabo Torres, la punta Coroña y la zona alta del Cerro de Santa Catalina. En La Providencia, a escasos metros del mirador, una de las joyas de la corona es un túnel de unos 50 metros. La mitad, abovedado, y la otra, atrincherado. No es complicado para los paseantes ver su forma de "zigzag", aspecto conocido por los planos y que, tras las excavaciones, ha salido a relucir. Muros de escollera protegen ese muro original que "escolta" un camino de poco más de un metro de anchura.

El proyecto, que abarca asimismo otras actuaciones como la restauración de la batería baja de Cimavilla y la batería alta del Cerro, que acogerá un centro de interpretación, se financia con fondos europeos y pretende ensalzar el patrimonio militar de la ciudad con fines turísticos. "Se trata de contextualizar y recuperar estas baterías enterradas, que no sabía qué quedaba de ellas", apunta Pilar Zaratiegui, arquitecta de Fondos Europeos del Ayuntamiento, mientras echa un ojo al dossier de la estructura de La Providencia, donde aún se mantiene la base de una de las dos barbetas que tuvo el conjunto en su momento, junto al parque infantil.

Pese al inesperado descubrimiento de un tramo de la trinchera, descartando entonces su recreación, los responsables de la obra complementarán el hallazgo con la dotación de iluminación al sendero. El propósito, que los visitantes experimenten la sensación de estar en plena trinchera, como los militares de décadas atrás que se asentaban en el cabo San Lorenzo. Además, se construirán unos metros de trinchera que "faltaban" para ejercer de enlace entre la primera curva y el puesto de tiro. "Así se conseguirá tener el recorrido entero", indica Pilar Zaratiegui. Mangueras y bombillas, por los trabajos que está ejecutando Obras Viales e Infraestructuras del Norte, y manchas que ha dejado el paso del tiempo, son algunos de los elementos que pueden observarse "bajo tierra" en la batería militar de La Providencia, dividida en espacios como los que podrían haberse destinado al descanso y el avituallamiento. También están los que ocupaba el montacargas empleado para las municiones. "Queremos que la gente que venga tenga la experiencia de los militares", recalca Paloma García. Hay, eso sí, una especie de "pasadizo" en el que, por el momento, no se intervendrá. Aunque casi imperceptibles, en las paredes hay algunas pintadas que dan buena fe de la reliquia que representa la batería, como una en la que hay grabada una fecha del año 1943.

En la trinchera, además, se pondrá una solera. Y, en el puesto de tiro, una puerta de forja de hierro. Las intervenciones a acometer buscarán otorgar al equipamiento el toque de "expresionismo alemán" en el que se basaba, dice Pilar Zaratiegui, que agrega que se limpiarán los grafitis del puesto de tiro, que se tapará para evitar posibles actos de vandalismo. El insólito hallazgo de la trinchera en su estado primigenio no era ni mucho menos esperado. Incluso se realizaron sondeos prospectivos que no daban pie a imaginar el descubrimiento. En el túnel, los operarios se toparon con escombros. El agua anegaba la zona y la creencia era que ese entorno se hubiese hundido. Pero resistió.

Explica Paloma García que las baterías militares de costa eran pequeñas y lograr el ángulo de tiro adecuado, en muchas ocasiones, era inviable. En La Providencia, el proceso abarcó dos fases constructivas. En primera instancia, las barbetas, el cañón y el puesto de tiro. Tras la Guerra Civil española, turno para la parte subterránea, con el túnel y la trinchera que en los últimos días alcanzó una relevancia histórica superior a la prevista. "Tiene mucho más valor una construcción original que una recreación", ratifica Paloma García, que sostiene que a partir de la década de 1950 y, finalizado el conflicto bélico, el cabo San Lorenzo se convirtió en un campo de tiro. La utilidad había cambiado, pues no había necesidad de defensa. La directora de los Museos Arqueológicos resalta que este proyecto en La Providencia supondrá "la recuperación de un patrimonio" con restos arqueológicos "de mucha entidad".

Recuerda el arqueólogo Rubén Montes que, a finales del siglo XIX, con la guerra hispano-estadounidense en Cuba acuciando, Gijón esbozó un plan de defensa que nunca llegó a ejecutarse. En La Providencia, ya durante el desarrollo de la Guerra Civil, se abrió fuego contra el "Almirante Cervera". Se instalaron cañones para combatir al buque porque en Cimavilla no alcanzaba por las distancias. Si el "Cervera", el barco del cuartel de Simancas, se colocaba en medio de la bahía, no había manera de impactarle. "Desde aquí sí se le pudo tocar las narices", bromea Rubén Montes, que comenta que la batería alta de Cimavilla ya quedaba "obsoleta" para la maquinaria de la época cuando se construyó.

"Los buques tenían una mayor capacidad de alcance en disparos y hubo que hacer mejores defensas", asevera Pilar Zaratiegui, que insiste en el objetivo municipal de que la batería militar de La Providencia quede "integrada" en el terreno en el que se ubica. Sobre el camino de la trinchera, su hallazgo ha venido que ni pintado. "El recorrido es angosto, pero era lo que tratábamos de captar, esa sensación", dice Zaratiegui. Encontrada la salida del túnel abovedado, los responsables se dieron de bruces con un muro de piedra de 80 centímetros de grosor, que ahora toca cuidar y preservar. Globalmente, en la intervención se rematarán revestimientos, se enfoscará, se harán acabados en cemento gris, etc. El planteamiento, desde el punto de vista turístico, es que las visitas arranquen y culminen en el mismo punto, es decir, que la gente haga un "ida y vuelta" por las estancias de la batería con la trinchera como la gran atracción de ese paseo, con el puesto de tiro como última parada. Hace unos días, los operarios que trabajaban en la zona apuntaban que las labores tras descubrir la trinchera casi intacta estaban focalizadas en el lavado con agua a presión. La parte del proyecto que requería instalar sacos de hormigón, por tanto, se suprimía para respetar el material original, que en algunos tramos estaba cubierto por dovelas.

La actuación comenzó a principios de mes por algo más de 600.000 euros y con ocho meses de plazo. Al margen de los otros proyectos mencionados para ponderar las defensas militares gijonesas, en Cimavilla está en fase avanzada de licitación el refugio antiaéreo, que se quiere hacer visitable. Al igual que la batería militar de La Providencia, un mundo bajo tierra que ocultaba un valioso secreto.

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