La Figura de la Semana | Roberto Rodríguez Paraja Arquitecto, lidera la renovación del casco histórico de Salzburgo

El pívot que brilla en la construcción

Vecino de Somió y escolar de la Inmaculada, tras completar sus estudios en Navarra dio sus primeros pasos como profesional en Portugal y en Madrid

Roberto Rodríguez Paraja.

Roberto Rodríguez Paraja. / Mortiner

Gijón

Con entusiasmo, pasión y perseverancia, Roberto Rodríguez Paraja (Gijón, 1975) ha logrado a lo largo de su vida conquistar los múltiples objetivos que se ha ido marcando. Muchos de ellos, a priori, resultaban muy complicados. Sin embargo, para este apasionado de la arquitectura apenas existen barreras que no pueda superar a base de un esfuerzo inabordable. El último ejemplo de esa extensa lista de retos cumplidos es el de haber ganado junto a sus compañeros de trabajo el concurso para renovar el casco histórico de la ciudad austriaca de Salzburgo, adonde emigró hace 15 años a causa de la crisis inmobiliaria del 2008.

El vínculo de Roberto Rodríguez Paraja con la arquitectura estuvo presente desde que era pequeño, cuando ya destacó por ser un estudiante magnífico. Su plan favorito pasaba por viajar para visitar las obras que estaban impulsando su padre y su abuelo, ambos constructores y llamados Ángel Rodríguez. No era una excepción. Esa situación ocurría con otros de sus hermanos.

Él es el tercero de los seis hijos que tienen Ángel Rodríguez y María Cristina Paraja, una pareja de gijoneses que se mudó del centro de la ciudad a Somió cuando nació Gabriel, el quinto de ellos. Actualmente, ninguno de los hermanos reside en Gijón, porque emprendieron sus respectivos caminos en busca de un futuro exitoso. No obstante, Roberto es el único que reside en el extranjero. Concretamente en Salzburgo, donde se está convirtiendo en toda una referencia en el sector gracias a su sabiduría, su constancia y su sensibilidad a la hora de combinar vanguardismo e historia en sus proyectos. "Cualquier cosa que hace es un espectáculo y ya está triunfando a nivel europeo y mundial", subrayan compañeros del gremio.

El actual panorama genera un gran orgullo en la familia de Roberto y en el grupo de amigos que formaron en la etapa de estudiantes del colegio de la Inmaculada, de los que nunca se ha separado a pesar de la distancia. No hay semana en la que no encuentren espacio para reunirse de forma telemática, a la espera de la llegada de esos días de verano en los que puede regresar a su verdadero hogar, del que salió por primera vez siendo un adolescente. De aquella, aparte de por ser un alumno de 10, también destacaba por ser un pívot imponente que llegó a formar parte de la selección asturiana de baloncesto.

Pero él tenía claro que lo suyo era la arquitectura. Tras realizar el COU en Hawaii mediante un intercambio educativo, el protagonista de estas líneas completó con éxito sus estudios en Las Palmas de Gran Canaria y en Navarra. Gracias a su excelente expediente académico, Rodríguez Paraja pudo aprender de la mano de Luis Vilhena en Madeira y después en Madrid con Nacho Vicens, dos de sus mayores ídolos.

Desde entonces, este gijonés de 1,94 metros dio pasos de gigante con un estudio en Madrid y otro en Gijón, este segundo con su hermano Ángel, con quien llevó a cabo obras como el bloque de viviendas Nova, situado en Viesques. Su carrera ya era más que prometedora y contaba con numerosos premios, como la "Plomada de plata", el de Arquitectura Fernando García Mercadal o el Ricardo Magdalena.

La vida le sonreía en el plano profesional. Y también lo hacía en lo personal. Tenía 28 años cuando comenzó su relación con Soledad Rodríguez-Losada, la gallega de la que se enamoró desde que coincidieron en Pamplona. Después de casarse en La Coruña y de vivir primero en Madrid y más tarde en Salzburgo, ambos han creado una bonita familia repleta de la alegría que les aportan sus cinco hijos, Roberto, Gloria, Santiago, Pelayo y Matilda.

No todo fue un camino de rosas. Especialmente a raíz del estallido de la burbuja inmobiliaria y el parón en el sector, que le pilló ya con dos hijos. Pero lejos de lamentarse, Roberto dio el salto profesional sin saber nada de alemán y creó la firma Haro con Bernd Haslauer y Clemens Standl, sus dos socios. No conocer el idioma no ha resultado inconveniente para que este arquitecto haya sido uno de los grandes artífices de numerosas labores, entre las que cabe resaltar la rehabilitación de la abadía de San Pedro en Salzburgo 2019 y la próxima renovación del corazón cultural de la ciudad cuna de Mozart, una zona que es Patrimonio de la Humanidad.

Más allá de las constantes felicitaciones que allí encuentra, sabe que esos triunfos están siendo celebrados como una canasta sobre la bocina en su entorno de España, el país al que espera volver cuando llegue su jubilación. Mientras tanto, además de juntarse con ellos cada año para pasear por su querido Muro de San Lorenzo y comer las deliciosas fabadas que prepara con mimo su madre, Roberto continuará jugando al baloncesto, esquiando y viendo los partidos de su Sporting para mantener vivos unos recuerdos que siempre le sacan la mayor de sus sonrisas.

Roberto Rodríguez Paraja.

Roberto Rodríguez Paraja. / Mortiner

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