Juicio del beso de Rubiales

Rubiales admite que se equivocó, pero insiste en que hubo consentimiento: "Fue simultáneo, la pregunta, la respuesta y posteriormente el beso"

El expresidente de la Federación atribuye su acusación de agresión sexual a una represalia de las jugadoras por no haber destituido a Jorge Vilda como seleccionador nacional

El perito del expresidente de la Federación asegura que en sus labios se ve que pregunta si le podía dar "un besito", pero no se puede saber si Jenni Hermoso respondió

Luis Rubiales: "En aquel momento no lo recordaba pero es evidente que lo que dije es un besito"

Sara Fernández

Ángeles Vázquez

Ángeles Vázquez

Madrid

El expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) Luis Rubiales se mostró "totalmente seguro", en el juicio que se celebra en la Audiencia Nacional por el beso que dio a la jugadora Jenni Hermoso, durante la entrega de medallas del Mundial, de que fue consentido. "Fue simultáneo, la pregunta [en la que dice haberle pedido permiso], la respuesta [de la jugadora] y posteriormente vino el beso", aseguró el principal acusado, que sostuvo que lo hizo porque le "inspiró ternura por haber fallado un penalti" durante el encuentro. Más adelante admitió que se "equivocó", porque se portó como "un deportista más" y no como "un representante institucional", pero justificó no haberlo dicho en sus primeras manifestaciones públicas, en las que insultó a quienes en su opinión exageraban lo ocurrido, en que "estaba acelerado", porque debía velar por cómo se comunicaba a Olga Carmona el fallecimiento de su padre.

Rubiales, primer acusado en declarar ante el juez José Manuel Fernández-Prieto, se reafirmó en sus declaraciones en instrucción con la única diferencia de que en vez de "piquito" este martes habló de "besito", circunstancia a la que a preguntas de la teniente fiscal de la Audiencia Nacional, Marta Durántez, restó importancia, al ser "sinónimos". El principal acusado no solo contradijo a Hermoso, al asegurar que ella le dio su consentimiento para besarla, sino en el salto, que, según su declaración, no lo dio él, sino que fue ella quien le agarró y le levantó. "Cuando terminamos de darnos el abrazo y después de que me diera permiso o mientras... Fue simultáneo, la pregunta, la respuesta y posteriormente vino el beso. Fue algo espontáneo, como ella declaró después del partido", afirmó Rubiales.

Su versión no coincide ni con la de Jenni Hermoso, ni con la de ninguna de las jugadoras que han declarado como testigos, lo que, a preguntas de su abogada, Olga Tubau, atribuyó a una consecuencia de no haber accedido a su pretensión de que destituyera a Jorge Vilda como seleccionador nacional, porque ya en ese momento le advirtieron de que "habría consecuencias". En el caso de la guardameta Misa Rodríguez, que también apoyó a su compañera, argumentó que existía "animadversión", porque nunca perdonó su sustitución.

Rubiales dijo estar "totalmente seguro" de que Hermoso le había dado su consentimiento para ser besada y así lo expresó tantas veces le preguntaron. Sostuvo que también da "piquitos" a sus hijas en fin de año e incluso en el Levante, tras ganar en el Bernabéu, lo hizo con sus compañeros. "Si usted ve algunas celebraciones, desde luego no se puede comparar haber ganado un Mundial con una UEFA National League, pero yo me comía a besos a un montón de futbolistas", respondió a la fiscal. A su abogada le negó con un "jamás" haber aprovechado el momento de "euforia colectiva" para satisfacer un "deseo sexual".

"Yo me comporté como un deportista que consigue un éxito, como uno más del grupo, y en ese momento tenía que haber tenido la sangre más fría y haber estado en un papel más institucional, pero de ahí a que haya un delito, como usted dice, eso para nada", sostuvo Rubiales cuando la teniente fiscal de la Audiencia Nacional, Marta Durántez, y la abogada de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), María José López, le sacaron a relucir el protocolo contra el acoso que la Federación firmó en vísperas del Mundial.

"En esa tarima tenía que haber mantenido un plano más institucional, pero la señora Hermoso sabe que le pedí permiso", volvió a repetir Rubiales, que se mantuvo firme en que "no quería dimitir", lo que llevó al juez Fernández-Prieto, a recordar que lo que se juzga es si el beso fue o no una agresión sexual, pero no si debía o no dimitir en la asamblea el día 25 de agosto, en la que se pensaba que iba a marcharse, pero se reafirmó en el cargo para el que la FIFA le inhabilitó al día siguiente.

Ni agresión ni coacciones

Más allá de la concesión de admitir ese error, su estrategia de defensa pasó por negar la mayor. Sostuvo que nunca le pidió al exseleccionador Jorge Vilda que hablara con el hermano de Jenni Hermoso en el avión y las reuniones y conversaciones en el vuelo que declaró haber presenciado Rafael del Amo, entonces vicepresidente de la RFEF y presidente del Comité Femenino. Según Rubiales, tampoco dijo a los otros dos acusados que convencieran a la jugadora en Ibiza. "Ni yo mandé a Jorge Vilda, ni hablé ni directa ni indirectamente a [el entonces director de marketing, Rubén] Rivera que hiciera tal o cual cosa, ni a [el director deportivo de la masculina] Albert Luque, que veranea allí", afirmó.

También negó que "en el mundo del fútbol el seleccionador pueda decirle al entrenador" qué jugadores debe convocar y cuáles no, así como que mantenga con ellas una relación laboral. Hasta restó gravedad a la "crisis mediática" que le estaban advirtiendo que se había desatado con el beso, porque, según su versión, como Jenni Hermoso se negó a salir a hacer un vídeo con él, lo hizo él solo sin mayor problema.

Peritos

Antes que Rubiales había comparecido el perito David Morillo, de la Agrupación de Personas Sordas de Granada y provincia (ASOGRA), que ratificó que en los labios del expresidente de la RFEF podía leerse un "¿te puedo dar un besito?", pero no si ella le autorizó, como sostiene el acusado, porque está de espaldas. Se trata del experto designado por el abogado del expresidente de la RFEF en el expediente que le abrió la FIFA. El otro perito, Abel Baños, ratificó que el vídeo de TikTok examinado por Morillo no había sido manipulado, aunque el original de RTVE tenía más nitidez.

La teniente fiscal de la Audiencia Nacional, Marta Durántez, solicita para Rubiales dos años y medio de cárcel por un delito de agresión sexual y otro de coacciones, y año y medio para el exseleccionador nacional Jorge Vilda, el exdirector de marketing Rubén Rivera y el exdirector deportivo de la masculina Albert Luque por el último delito. Los tres prestarán declaración este miércoles.

Para la representante del ministerio público no hay duda de que el beso nunca fue consentido por la jugadora, como, a su juicio, prueba que se lo comentara a sus compañeras de equipo y a su familia a pie de campo, y que se negara a hacer un vídeo para decir públicamente que era consensuado, pese a las presuntas coacciones que Vilda realizó sobre su hermano en el propio avión, y Rivera y Luque, durante la estancia en Ibiza. El primero por insistir a Hermoso en que cargara el móvil para que hablara con Luque y este por ir a la isla y mandar mensajes a Ana Ecube, la amiga de la jugadora que la acompañaba, en los que le advertía de que por edad no le quedaba mucha vida profesional y "Rubiales sabía devolver muy bien los favores", comentarios similares a los que Rafael Hermoso y el amigo de la familia Vitoriano Martín declararon que les había hecho Vilda en el avión. La acusación particular que ejerce la propia jugadora y la popular de la Asociación de los Futbolistas Españoles (AFE) solicitan la misma pena.

La declaración de Rubiales comenzó tras concluir la prueba documental, en el que las partes pidieron visionar distintos vídeos, tanto de las redes sociales de las jugadoras, como de la retransmisión de RTVE de la entrega de medallas o de entrevistas, entre ellas, una a Jenni Hermoso, en la que se muestra exultante y resta importancia al beso, aunque dice que "no le había gustado" o del propio Rubiales, que se disculpó en el vestuario por haber empañado la celebración de las campeonas del mundo.

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