Riosa llora por Encarna Vázquez, su vecina más longeva

La bisabuela de 103 años, fallecida el jueves, disfrutó de una envidiable salud y acompañaba las comidas con un vaso de vino y su café "con misterio"

Encarna Vázquez, soplando las velas de su 103 cumpleaños.

Encarna Vázquez, soplando las velas de su 103 cumpleaños. / F. Delgado

Fernando Delgado

Santa Eulalia (Morcín)

“Cumplirás 103 años o más, pero a mil nunca llegarás”, recitaba Encarna Vázquez Sariego, la bisabuela de Riosa y vecina de mayor edad del concejo, tras soplar el pasado 1 de noviembre las velas de su último cumpleaños en casa de su hijo Enrique Perera en Santa Eulalia de Morcín. Fue el segundo aniversario que no celebró en su domicilio habitual de Felguera, en Riosa, localidad donde nació y residió toda su vida hasta que, con 101 años recién cumplidos, se trasladó a vivir con su hijo a la capital de Morcín, lugar donde falleció en la madrugada del jueves.

El concejo de Riosa está de luto por su vecina más longeva, nacida el 1 de noviembre de 1921 y cuya peripecia vital transcurrió en un único escenario. “En Felguera yo nací, en Felguera me crie, en Felguera fice el nido, en Felguera me casé y no vos puedo decir donde moriré”, relataba. 

La última superviviente de once hermanos, siete mujeres y cuatro varones, alternó durante su infancia la escuela con las labores agrícolas y ganaderas. También trabajó en La Tejera de La Ará y como criada sirviendo amo durante 10 años en casa de Dionisio “el de los Bayos”.

En 1957 contrajo matrimonio con Joaquín Perera, minero, natural también de Felguera y cinco años mayor que ella. Cortejaron bailando debajo del hórreo y fueron de viaje de novios a Gijón. Después de la boda, sufrieron una gran adversidad ya que su marido, en su primera jornada laboral en la mina tras casarse, sufrió un accidente y perdió una pierna quedando con una pensión de 907 pesetas. Joaquín optó después, con una pierna ortopédica, a una plaza de cartero en Riosa y el matrimonio compró una pollina para realizar el reparto de las cartas por los pueblos durante varias décadas. También gestionaron un estanco en su domicilio de Felguera. Quedó viuda en 1987.

La centenaria bisabuela disfrutó una envidiable salud de hierro hasta su fallecimiento. Comía de todo y siempre bebía un vaso de vino en las comidas que finalizaba con un café “con misterio”, es decir, regado con unas gotas de coñac. Su prodigiosa y ágil memoria le hacía expresarse en verso y recitar de memoria populares refranes y cuartetas. También le gustaba cantar. “Cumplirás 103 años o más, pero a mil nunca llegarás”, recitaba Encarna al despedirse tras ser entrevistada por LA NUEVA ESPAÑA en su último cumpleaños. Descanse en paz esta ilustre riosana. 

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