Así se ha construido el relato patriarcal desde las Bellas Artes
La banalización de la prostitución, la sexualización de las niñas, las "malas madres" o las "mujeres fatales" inspiraron famosas canciones y cuadros de grandes maestros

"Las señoritas de Avignon" / Francisco L. Jiménez

"Apoyá en el quicio de la mancebía / miraba encenderse la noche de mayo. / Pasaban los hombres y yo sonreía / hasta que en mi puerta paraste el caballo". Así comienza la letra de la copla "Ojos verdes", posiblemente la canción más popular del género y también una de las que mejor retrata el papel que el patriarcado asignaba a la mujer –y al hombre– en la década de los años 30 del pasado siglo. Los insignes Rafael de León y Salvador Valverde compusieron una copla que narra el encuentro entre una prostituta y un putero ("Dejaste el caballo y lumbre te di"); ella se enamora con pasión romántica ("Pa mi ya no hay soles, luceros ni Luna. / No hay más que unos ojos que mi vida son") y él se va desafecto ("Subiste al caballo, te fuiste de mí. / Y nunca otra noche más bella de mayo / he vuelto a vivir").
El relato patriarcal llevado a la copla –es decir, pasado por el tamiz de una de las Bellas Artes como es la música– fue una constante en la España de entresiglos. También ocurrió en la literatura, el cine y la pintura. Un modo de "normalizar" cómo debían ser las cosas y las relaciones hombre-mujer. Este pasaje de la historia –¿del presente?– es lo que inspira el espectáculo que ha montado la empresa avilesina "Cuéntame un cuadro" y que este viernes podrá verse a partir de las 19.00 horas en la Casa de la Cultura de Gozón.

"Triste herencia". / Francisco L. Jiménez
Se trata, según explica Patricia Pérez, la gerente de "Cuéntame un cuadro", de "un espectáculo divulgativo cargado de humor e ironía con música en directo que invita a reflexionar sobre cómo la música y la pintura han fomentado el relato patriarcal". Pérez aúna dos de sus pasiones, la pintura y la música, para establecer paralelismos entre el tratamiento de ciertos temas que tienen como sujetos a las mujeres en la esfera de esas Bellas Artes: la banalización de la prostitución, el mito de la "mujer fatal", la criminalización de la "mala madre", la hipersexualización de las niñas púberes y adolescentes o la idealización del llamado "amor romántico".
Pérez relata una anécdota de su juventud para introducir la cuestión. Se trata de un recuerdo, ir en su coche con sus padres, muy aficionados a la música de Víctor Manuel, y sonar la canción "Bailarina": "Yo decía a mis padres: ¿pero no os dais cuenta de la barbaridad que cuenta la canción? Está retratando a un acosador, habla de una relación tóxica, de un hombre que espía y se obsesiona con una niña de 16 años".
Ese sentido crítico de Patricia Pérez se ha agudizado con el tiempo y así ha surgido el proyecto "Arte y copla", una deconstrucción de cuadros y canciones famosísimas que apuntalan el relato patriarcal. "Las coplas ‘Ojos verdes’ o ‘Tatuaje’ blanquean la prostitución, lo mismo que el cuadro de Murillo ‘Mujeres en la ventana’" la banaliza. Son formas artísticas de disfrazar de amor romántico realidades tan duras, como las que, por desgracia, sufren muchas mujeres todavía a día de hoy", afirma Patricia Pérez invitando –que ese es el objetivo de su proyecto "Arte y copla"– al público a reflexionar.
Cantado y pintado
La letras de la copla "Niña de fuego", hecha popular por Manolo Caracol, sirve para ilustrar el discurso patriarcal de la sexualización de las niñas del mismo modo que los cuadros del malagueño Pedro Sáenz "Crisálida" e "Inocencia" perturban a quien los observa por su evidente carga de sexualidad, rayana en la pederastia. Cuadros que, por cierto, están colgados en el Museo del Prado.

"Crisálida". / Francisco L. Jiménez

"Inocencia". / Francisco L. Jiménez
Un Sorolla, "Triste herencia", y la copla "Mi niña Lola" le permiten a Patricia Pérez abordar la cuestión de las "malas madres": el cuadro del genio valenciano retrata en una playa a niños enfermos al cuidado de un religioso, niños procedentes de un hospicio donde prostitutas y madres solteras dejaban a los hijos de los que no podían hacerse cargo.
El óleo "Falenas", de Carlos Verger, da pie a analizar el tratamiento de las "femme fatale" en el arte pictórico, una figura harto explotada en el cine. Y con "Las señoritas de Avignon" de Picasso –son realmente prostitutas, nótese el eufemismo del título– se especula sobre si el pintor habría tenido la intención de advertir del riesgo de transmisión de enfermedades venéreas mediante la progresiva deformidad de las mujeres de izquierda a derecha.

"Falenas".
Patricia Pérez aclara que su revisión de la producción pictórica y musical de hace un siglo no tiene intenciones inquisitoriales –"no soy partidaria de quemar expresiones artísticas en la hoguera", remarca con buen humor–, sino que es más bien un intento de abrir una ventana al pasado para coger perspectiva y así centrar mejor el estado actual de la misma problemática: la igualdad de la mujer. "Saber de dónde venimos nos permite saber cuánto hemos avanzado. Pero la mirada atrás hay que echarla sin vocación de censura, si acaso con el mismo ánimo crítico que debiera guiarnos en la observación del arte contemporáneo".
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