Mario Vargas Llosa, una de las figuras esenciales de la literatura latinoamericana, murió este domingo a los 89 años de edad en Lima. La noticia, que provocó un inmediato impacto en Perú y la región, fue confirmada por su hijo Álvaro Vargas Llosa en un sentido comunicado que publicó en X. Según explicaron sus hijos el autor de La ciudad y los perros falleció "con su familia y en paz". Se anticipó que no habrá ceremonia pública para el escritor más relevante de la segunda mitad del siglo XX en Perú.

Se desconocen las causas del deceso. La prensa limeña sostuvo no obstante que las últimas apariciones públicas de Vargas Llosa causaron gran preocupación por su deterioro físico. "Su partida entristecerá a sus parientes, a sus amigos y a sus lectores, pero esperamos que encuentren consuelo, como nosotros, en el hecho de que gozó de una vida larga, múltiple y fructífera, y deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá", resumieron los hijos en su comunicación. "Nuestra madre, nuestros hijos y nosotros mismos confiamos en tener el espacio y la privacidad para despedirlo en familia y en compañía de amigos cercanos". Los restos, "como era su voluntad, serán incinerados".

De Arequipa a Cochabamba

Había nacido en Arequipa el 28 de marzo de 1936. Único hijo de la pareja compuesta por Ernesto Vargas Maldonado y Dora Llosa Ureta, descubrió el amor por los libros en la ciudad boliviana de Cochabamba, donde cursó sus estudios primarios. Sus ojos pasaron deslumbrados por las páginas de Julio Verne y Pablo Neruda. La severidad paterna no admitía veleidades artísticas. Obsesionado con la idea de reforzar la masculinidad de un hijo lector, lo envió al Colegio Militar Leoncio Prado del Callao. La ciudad y los perros fue un ajuste de cuentas con esos años de rigores.

Atravesó las puertas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en 1953. De las armas pasó a las letras y a la idea del intelectual "comprometido" políticamente. Se sumó al partido Comunista. No fue el único movimiento que escandalizó a la familia. Vargas Llosa contrajo matrimonio con su tía de origen boliviano, Julia Urquidi, quien vivía en Lima. Biografía y ficción convergen en La tía julia y el escribidor.

El "boom" latinoamericano

Su nombre está inscrito en la narrativa regional desde comienzos de los años sesenta con La ciudad y los perros. Pero esa rutilante aparición fue apenas el comienzo de una carrera singular. Subyugó a los lectores con títulos como Conversación en la catedral, La casa verde (Premio Rómulo Gallegos), Pantaleón y las visitadoras, La guerra del fin del mundo y La fiesta del chivo. Ganador del Premio Nobel en 2010, Vargas Llosa incursionó también en el ensayo y el periodismo. Sus primeras crónicas se publicaron en el diario capitalino ´El Comercio`. La gran huella es sin embago literaria. Vargas Llosa fue un revulsivo para las letras de su país y esa potencia se cocnoció pronto más allá de las fronteras. La narración adquirió otras formas y vuelo. Fue un modernista cabal y una de las voces centrales del llamado "boom" de la novela regional que en su primera línea integraba a Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes. García Márquez: historia de un deicidio fue el ensayo sobre la obra del colombiano, a cuatro años de Cien años de soledad, de 1967. Eran tiempos de complicidades que se rompieron poco después con niveles de encono mutuo nunca explicitado debidamente. Queda como rumor un puñetazo en el rostro del autor de Crónica de una muerte anunciada.

La palabra y la acción

Vargas Llosa fue, como muchos de los de su generación, un intelectual de fuertes intervenciones públicas. "Sartreano" en el París de su juventud, como muchos de sus compañeros de aventuras. Demócrata liberal en la adultez, alejado de algunos amigos de los orígenes. Polemista siempre. Sus posiciones oscilaron con los cambios de época en el mundo. Pasó de simpatizar con la Revolución Cubana a defender la obra de Margaret Thatcher. "Cuando la Dama subió al poder Gran Bretaña se hundía en la mediocridad y en la decadencia, deriva natural del estatismo, el intervencionismo y la socialización de la vida económica y política, aunque, eso sí, guardando siempre las formas y respetando las instituciones y la libertad", la definió. Unos lo apaludieron, otros dibujaron muecas de perplejidad. El salto ideológico no sucedió de un día para otro. "Creo que la solución para los problemas terribles que vive América Latina sólo puede ser de carácter socialista", decía a comienzos de los sesenta. Pero en 1971 inició el camino de alejamiento del castrimos debido al Caso (Heberto) Padilla, como se conoció el farsesco proceso al que fue sometido el poeta cubano. De inmediato tomó distancia del Gobierno militar del general Juan Velasco Alvarado. Su viraje no atenuó el deseo de discutir los asuntos mundiales más relevantes y demarcar posiciones de rechazo tanto de Fidel Castro como del dictador chileno, Augusto Pinochet.