El arquitecto Joaquín Vaquero Palacios y el ingeniero Francisco Casariego hicieron varias colaboraciones en la década de los años treinta para la reconstrucción de edificios que se habían visto afectados por la Revolución del 34. Introdujeron nuevos lenguajes arquitectónicos y dejaron su huella en numerosos lugares, entre ellos el número 74 de la calle Uría, a escasos metros de la estación de tren. Se trataba de un edificio residencial con bajo comercial, que fue incluido en el catálogo urbanístico. Sin embargo, su mal estado de conservación obligó al Ayuntamiento a declararlo en ruina hace más de una década, en marzo de 2014. La fachada tuvo que ser reforzada con andamios y dos años más tarde, se demolió. El agujero que desde entonces permanece en una de las principales calles de la ciudad está más cerca de cerrarse. El grupo Coll, de capital asturiano, acaba de hacerse con la parcela con la idea de construir viviendas. La fachada del futuro edificio ha de ser igual a la del original.