El gijonés Pol León, residente en el municipio de Albal, situado al sur de Catarroja, vivió el martes una día de esos que jamás se olvidan. La riada le pilló en su casa, a salvo, pero pudo contemplar desde la terraza de su casa cómo el agua, que alcanzó los dos metros de altura, se llevaba su coche y se empotraba contra una esquina. Sin embargo, eso es lo que permitió que un hombre salvase la vida. «Fue como un maremoto que bajó del monte; todavía van a parecer más cadáveres, sobre todo de gente que vivía en casas de planta baja», asegura.