Bienestar emocional y diagnóstico
Íngrid Ramo, psicóloga experta en cuidados paliativos: "Hay que dar espacio a las emociones no agradables"
Profesionales especializadas reclaman un acompañamiento integral a personas con pronóstico grave
Reivindican normalizar la muerte para dar paz al paciente, sin tabús

De izquierda a derecha, Natàlia de Iriarte, directora médica; Luz Ortega, gerente e Ingrid Ramo, psicóloga y coordinadora del equipo de atención psicosocial de la clínica Cuides. / Victòria Rovira
Fidel Masreal
¿Cómo afrontar la muerte cuando esta llega irremediablemente? Esta pregunta tiene múltiples respuestas. En casi todas está incluida la palabra apoyo. En términos médicos, se trata de las curas paliativas. Profesionales de la salud especializadas en ello, integrantes de la Clínica Cuides, de la UIC (Universitat Internacional de Catalunya), comparten sus vivencias y subrayan la necesidad del acompañamiento, la expresión de todas las emociones y el papel de los seres queridos.
Es imposible que nos den un diagnóstico oncológico y no sintamos tristeza; tiene que haber un duelo, toca llorar
Natalia De Iriarte Gay de Montellá, directora médica de la cínica privada Cuides, e Íngrid Ramo González, psicóloga y coordinadora del EAPS (Equipo de Atención Psicosocial) de este mismo centro -ambas vinculadas también a la docencia-, tratan a personas en esta situación cada día. De Iriarte destaca que "ha de ser un cuidado hecho desde el momento del diagnóstico de una enfermedad grave, para que el paciente pueda hacer vida activa, recupere calidad de vida y esté atendido emocionalmente, pueda expresar dudas y sus miedos". El objetivo es adelantarse a los problemas que irán surgiendo.
Normalizar emociones no agradables
"Cada caso es diferente, tiene que ver tanto con la personalidad como con la historia de vida o la presencia o no de antecedentes psiquiátricos", explica Ramo. "Es imposible que nos den un diagnóstico oncológico y no sintamos tristeza, tiene que haber un duelo, toca llorar y estar enfadado y normalizar esta emoción; después ya trabajaremos para adaptarnos y en positivo, pero hay que dar espacio a estas emociones no agradables, a la población todavía le cuesta hacerlo e incluso a la familia".
La diferencia entre poder o no poder hablar abiertamente de la muerte se nota en la sensación de paz del paciente
"En el entorno, se tendía a ocultar la situación, -recuerda la doctora-, eso creaba una distancia y hacía que la persona no fuera consciente del proceso y se sintiera engañada". Por eso, poner las cosas sobre la mesa hace que se muevan piezas y mejore la situación, constata. La gerente de la clínica, Luz Ortega, explica que "el centro Cuides es pionero en el enfoque, porque ofrece una atención 360 grados, a nivel clínico, psicológico, emocional y espiritual". Y atendiendo también a los familiares.
El tabú sigue ahí
"Hemos mejorado pero todavía cuesta, hablar de la muerte todavía es un tabú por parte de familias que no pueden sostener el hecho de pensar en ello, no se habla lo suficiente", describe Ramo. "La diferencia entre poder hablar abiertamente y o hacerlo es abismal, se nota en la sensación de paz del paciente, en el hecho de poder relajarse y llorar con alguien con quien nunca ha llorado o poder decir ciertas cosas", añade De Iriarte.
¿La espiritualidad ayuda?
"Es fundamental y va más allá de la religiosidad, la tenemos todo, todos tenemos un sentido de vida, y cuando se nos amenaza la vida nos revisamos, qué conexiones tenemos… estas necesidades espirituales afloran de una manera muy intensa en estos momentos", según constata Ramo en su día a día, con reacciones distintas según cada persona al margen de su nivel socioeconómico.
Trabajar en cuidados paliativos me ha enseñado a establecer prioridades y a tener una visión mucho más abierta de las cosas
Y no, no siempre el acompañamiento genera un tránsito tranquilo hacia la muerte. Hay casos, según constatan las especialistas, de vivencias muy intensas y nada amables. Y el hecho de tener un espacio específico enfocado en la persona y durante todo el proceso es determinante para que este desgarro no se produzca de forma tan contundente.
¿Quién cuida a las cuidadoras?
"Es muy importante saber hasta dónde puedes llegar y hay días que salgo algo más tocada, pero con la experiencia aprendes a darle al botón on y off, o analizar qué ha pasado o cómo me he snetido, y tener claro el sentido de nuestro trabajo, que no es salvar sino aligerar; sufrimos fatiga por compasión, al que se contrapone la satisfacción, todo lo que sí llevo", admite la psicóloga.
De Iriarte admite: "empecé siendo superfría; esto me ha enseñado a establecer prioridades, saber qué es importante y qué no lo es, y a tener una visión mucho más abierta de las cosas; aquí hacemos un máster de la vida, tengo 45 años y por dentro soy una viejita de 90 años". Ramo: "Les damos las gracias a los pacientes por lo que nos están enseñando".
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