Psicología

El diagnóstico precoz, clave en el trastorno límite de la personalidad

La patología está presente en un 2% de la población, lo que en Asturias se traduce en unas 20.000 personas afectadas

Esquema que representa distintos estados de ánimo. |  | LNE

Esquema que representa distintos estados de ánimo. | | LNE / Esther Blanco y Andrés Calvo

Esther Blanco y Andrés Calvo

El trastorno límite de la personalidad TLP afecta a un 2% de la población general, lo que en Asturias representaría unas 20.000 personas. En pacientes que acuden a tratamiento ambulatorio psicológico/psiquiátrico puede llegar a alcanzar un 11% de la demanda asistencial, ascendiendo a un 18 % en contextos hospitalarios.

Se trata de una patología que afecta mayoritariamente a las mujeres. En una muestra basada en 1.600 pacientes que solicitan tratamiento en la Clínica Persum un 4 % fueron diagnosticados de TLP siguiendo criterios DSM-5.

A pesar de su alta prevalencia y continuas demandas asistenciales, sigue siendo una patología infradiagnosticada, polimedicada y sometida a tratamientos psicológicos iatrogénicos. El promedio de tiempo que transcurren hasta llegar a un diagnóstico preciso alcanza la escandalosa cifra de 9 años.

¿Qué supone padecer un TLP?

El TLP es una patología del carácter, de la personalidad, de la estructura o forma de ser de una persona. La personalidad es un patrón complejo de características psicológicas que se expresan en casi cualquier área de funcionamiento. La expresión de los diferentes rasgos suele aparecer a comienzos de la vida adulta entre los 18 y los 21 años, aunque no es difícil encontrar los primeros síntomas antes de los 18 años.

La patología TLP se manifiesta a través de una vivencia interna de alto sufrimiento y la expresión de ciertos síntomas que en ocasiones son los que hacen que la persona solicite ayuda profesional. Serán estos síntomas finalmente los que suelen recibir el diagnóstico y el tratamiento.

La vivencia interna suele presentarse como estado de ánimo oscilante, inestable e híper reactivo. Estas personas poseen bajo autocontrol y tendencia a la impulsividad. La rabia es la emoción que resuena con mayor intensidad, la contención en ocasiones se torna difícil.

Son personas altamente impredecibles con dificultades para establecer relaciones interpersonales íntimas, profundas, estables y duraderas. Poca capacidad de empatía, aunque participe activamente en causas sociales o políticas.

Ofrecen respuestas emocionales intensas como la alegría, pero sobre todo reacciones de carácter negativo como la tristeza, el enfado, desilusión y malestar general. Sensación de ser "dos personas" radicalmente opuestas y cambiantes, lo que lleva severas dudas sobre quiénes son realmente. Estas dudas identitarias alcanzan en ocasiones la esfera del conflicto de género. En ocasiones han sido erróneamente diagnosticados de bipolaridad.

Experimentan sensación crónica de vacío, futilidad, inexistencia, así como vivencia de fragmentación y pérdida de sí mismo si no cuentan con el apoyo del otro. Ello determina que tiendan a establecer con los demás graves dependencias emocionales y una clara intolerancia a la soledad. La persona afectada por un TLP vive bajo la sensación de amenaza personal donde el otro es percibido como abusador. Las relaciones comienzan con cierta idealización del otro que debe proporcionar satisfacción y protección ante cuya ausencia surge una rabia intensa por el agravio sufrido. También presentan ánimo altamente reactivo, respondiendo con intensidad ante muy diversas situaciones sobremanera de corte interpersonal percibidas como rechazo, abandono, crítica o desprecio.

Las personas con patología límite pueden ser perfectamente funcionales en áreas familiares y profesionales, pero cuando la presión aumenta o la vida se vuelve más exigente, suelen disociarse, escindirse, extremarse, polarizarse, dividir el mundo entre "los buenos" y "los malos", para pasar inmediatamente a colocarse del lado de la “víctima”. Esta posición dificulta enormemente que sientan la necesidad de solicitar ayuda profesional. Tienden a colocar en "los otros" la causa de sus dificultades.

Por ello, serán ciertos síntomas los que finalmente los lleven a solicitar ayuda profesional: pobre control de la agresión autodirigida (autolesiones como cortes en brazos y piernas, ideación e intentos suicidas) como heteroagresiva (intimidación, violencia física o verbal, inmersión en causas judiciales), episodios micropsicóticos, angustia difusa, limitadas capacidades de disfrute (distimia) incluso en la esfera sexual (bajo deseo sexual). Ansiedad generalizada, fobias múltiples con intensos sentimientos de vergüenza, ataques de pánico, síntomas obsesivos y/o compulsivos, tendencias paranoides e hipocondríacas, síntomas de despersonalización, desrealización. También son frecuentes las fobias vinculadas al cuerpo o a la apariencia personal; este es el motivo por el que desarrollan con frecuencia trastornos de alimentación, bulimia la mayor parte de las veces.

El TLP constituye un desafío para los profesionales donde las intervenciones han de ser muy precisas, meticulosas y basadas en la evidencia. El clínico puede llevar a cabo tratamientos farmacológicos o psicológicos iatrogénicos consecuencia de no tomar en cuenta la estructura de personalidad aumentando de este modo la polimedicación o llevando a cabo intervenciones psicológicas que resultan tremendamente invalidantes y/o infructuosas para el paciente. Recuerden que “ir al psicólogo” no representa una actividad inocua.

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