Ribera de Arriba examina el futuro del patrimonio industrial: “Si no sabemos qué hacer, demoler no es la solución”

Expertos analizan la importancia del legado fabril en una visita guiada a la térmica y a las viviendas vinculadas a la central construidas en Las Segadas y Soto de Rey

Visita a las viviendas construidas en Las Segadas.

Visita a las viviendas construidas en Las Segadas. / Irma Collín

Soto de Ribera

Pocos días después de que en la localidad tinetense de Soto de la Barca se demoliese la chimenea de la térmica, en Soto de Ribera, con una central todavía en uso, se ponía el foco en el patrimonio industrial y en la necesidad de su conservación. Las XVI Jornadas de historia y patrimonio, organizadas por la asociación cultural y minera Santa Bárbara, se clausuraron en Ribera de Arriba, en una actividad que contó con la colaboración del Ayuntamiento, con una visita a las viviendas diseñadas por el arquitecto Ignacio Álvarez Castelao para trabajadores de la central en Las Segadas y en Soto de Rey, y un recorrido por la térmica.

Entre ambas actividades, el arquitecto José Ramón Puerto ofreció, en el centro de La Caballería, una conferencia sobre las oportunidades del patrimonio industrial. Junto a una foto de la chimenea de Soto de la Barca, ya derribada, una cita de los arquitectos Lacaton y Vassal, Premio Pritzker de Arquitectura: “Nunca demoler, eliminar o sustituir, siempre añadir, transformar y reutilizar”.

“En Soto de la Barca dentro de 20 años nadie sabrá que hubo una central térmica”, resaltó Puerto, que recomienda que “si no sabemos qué hacer, demoler no es la solución”. Y puso ejemplos de actuaciones que se han ejecutado en construcciones que tenían otros usos, como los silos de Ciudad del Cabo convertidos en Museo sudafricano de arte contemporáneo o el depósito de cacao del puerto de Hamburgo, que ahora alberga salas de conciertos. Y más cerca, la “modélica actuación en Matadero”, en Madrid, sostiene el arquitecto, que considera que “a veces faltan ideas” para evitar derribos como el de la chimenea, de 200 metros de altura, de Soto de la Barca.

Las casas de Soto de Rey.

Las casas de Soto de Rey. / Irma Collín

Coincide con esta visión la historiadora del arte María Fernanda Fernández. “Que pases por Soto de la Barca y no haya nada que defina lo que ha sido la vida en los últimos 60 años me parece inaceptable”, indica. “Hay una historia que ha modificado el paisaje, la vida de la gente y tenemos que aferrarnos a esos elementos que son identitarios”, añade.

Considera que en pleno 2024 “demoler una chimenea 200 metros no tiene ninguna justificación”. “Esas empresas ya han tenido un beneficio y ahora la sociedad merece poder discutir qué queremos hacer con ese legado”, concluye. Mientras, en Ribera de Arriba la central térmica continúa funcionando, aunque esto no quita para que “sea un espacio sobre el que se pueden crear nuevas perspectivas”.

En la visita guiada a los dos grupos de viviendas vinculados a la térmica, 28 ubicadas en Las Segadas y 84 en Soto de Rey, María Fernanda Fernández destacó que “Álvarez Castelao es un arquitecto que mira hacia afuera” y lo que plasma es “modernidad, en la ejecución y en el diseño”. Una de las promociones, la de Las Segadas, es para ingenieros, peritos y mandos, mientras que otra es para obreros. Hay adosados y pisos. “La menor de las casas obreras tiene 90 metros cuadrados”, señaló en su explicación sobre las viviendas construidas entre 1962 y 1968.

La térmica se construye en, explicó María Fernanda Fernández, “un momento en el que empieza a llegar capital foráneo y también una innovación en el modo de producir. La central, sobre todo el grupo Soto 2, tiene una inversión importante estadounidense, de 16 millones de dólares. Y hay una presencia de Estados Unidos en el diseño y montaje de la central”. Esa influencia norteamericana también estaba presente en el urbanismo y en la arquitectura.

Guillermo Bas, historiador e integrante de la asociación cultural y minera Santa Bárbara, llamó la atención sobre ese patrimonio industrial “que es muy valioso y estamos dejando pasar muy valioso y seguramente con perspectiva de diez o veinte años veremos la miopía que se tuvo a la hora de proteger estos elementos y buscar una reutilización que es posible y viable”. Remarcó que las dos jornadas organizadas por el colectivo han sido “un éxito rotundo”, cubriendo sus plazas. “El objetivo es reconocer el patrimonio”, dijo, para añadir a continuación que espera que el primer viaje del tren histórico vasco-asturiano, con el que se iniciaron las jornadas, “tenga continuidad”. En la jornada participó el alcalde de Ribera de Arriba, Tomás Fernández.

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