Los monumentos prerrománicos del Naranco: sin sitio para aparcar, sin venta online de entradas, poca información y horarios confusos

El parking del Prerrománico es insuficiente y los coches colapsan la carretera, mientras que las carencias del sistema de reservas disuaden a los grupos pequeños

Coches mal aparcados junto a  Santa María, esta semana. | P. Á.

Coches mal aparcados junto a Santa María, esta semana. | P. Á. / E. San Emeterio / M. Villar

E. San Emeterio / M. Villar

La salmantina Gloria Hernández conoció los monumentos del Prerrománico de Oviedo en la carrera. Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo le caían constantemente en los exámenes, pero lejos de cogerles tirria tenía muchas ganas de visitarlos. Amante del arte, vino a Asturias con su pareja, Emilio Leal, para ver "expresamente" los Monumentos. "Teníamos muchas ganas, pero cuando llegamos nos encontramos un cartel pegado en la puerta diciendo que hoy [lunes 31 de julio] no está abierto al público y no sabemos por qué. Nos hemos llevado un poco de disgusto, pero estamos felices de poder verlos por fuera por lo menos".

El caso de Hernández resume esa idea, cada vez más extendida, de que conocer el Prerrománico de Oviedo es llorar. A pesar de que Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo siguen siendo una de las joyas del turismo en Asturias y arrastran diariamente a centenares de visitantes, su gestión y explotación acumula graves carencias que lastran la experiencia de los que se atreven a subir verlos. Deslumbrados por la belleza singular del estilo ramirense, los viajeros no dejan de recitar una larga serie de problemas que hacen de la visita al Naranco una auténtica yincana. Desde los mayores que encuentran muy dificultoso salvar el camino empinado que va del aparcamiento donde les deja el autobús hasta los que deciden subir en coche, se encuentran el parking lleno y colapsan los márgenes de la carretera, todos ven problemas en los accesos. Peor si se trata de conocer por dentro los templos. No hay posibilidad de reservar la visita salvo que sean grupos muy grandes y la única opción es plantarse frente a la iglesia con la esperanza de que haya hueco o ese día esté abierto.

Neus y Ángela Mesa Sánchez, madre e hija que vienen de Gran Canaria, forman parte de ese grupo al que se le pone muy cuesta arriba el paseo desde el aparcamiento, de entre 700 y 800 metros y con un desnivel de 60 o 70 metros, según se tome el atajo a San Miguel de Lillo –más empinado– o se rodee por la carretera hasta Santa María. "Llegamos a Asturias en avión porque vimos que había más frecuencia de vuelos, hemos estado cogiendo trenes de cercanías para movernos por aquí, para visitar también Gijón y Avilés y hasta el Prerrománico, sin embargo, subimos en guagua porque no había otra opción", resumen. "La verdad que es muy bonito, pero el acceso es bastante complicado, porque te dejan abajo y hay que subir andando un buen trecho por una cuesta bastante empinada". Al final, medio en broma, a las canarias les pesa un poco tanto rodeo: "Asturias nos ha gustado mucho, la gente es muy amable y cercana, volveríamos sin duda, aunque aquí no, demasiado complicado. Sería ideal que la guagua subiera hasta arriba, hasta los Monumentos, y no se quedase en el parking de abajo, o que hubiese alguna excursión o visita organizada para subir hasta aquí y verlo todo. Mira que hemos buscado, pero no encontramos ninguna que nos trajera hasta aquí".

Efectivamente, si uno se presenta en las oficinas de turismo de Oviedo, en la que depende del Ayuntamiento (Escorialín) o en la del Principado (en la plaza de la Constitución), y pregunta cómo se puede visitar el Prerrománico del Naranco le explicarán que hay que coger el bus turístico, la línea A1 de TUA o recorrer esos tres kilómetros a pie o en coche.

María del Pino, que vino con su familia desde Huelva para hacer el Descenso del Sella Adaptado, viaja en coche, un medio de transporte que le ha permitido subir al Naranco, porque los horarios de autobuses, se queja, "son escasos" (pasan cada hora). "Además, te sueltan abajo en el aparcamiento y, ale, a correr. Si tienes problemas de movilidad sería casi imposible llegar", añade.

En las oficinas de turismo también explican que no se puede reservar, salvo grupos grandes, y que la visita se organiza directamente en Santa María, en función del número de personas que hay en ese momento y de los turnos. En verano, los horarios, de martes a sábado, incluyen visitas de una hora desde las nueve y media y hasta la una, y de tres y media a siete. Los domingos solo hay turno de mañana, igual que los lunes, que es gratuito, pero no hay visitas guiadas. El precio de la entrada es de cuatro euros, sin excepción de edad ni condición, no hay descuentos, se compra al llegar y, eso sí, se puede pagar con tarjeta.

La información que ofrecen tanto en el centro de interpretación del Prerrománico, dependiente del Principado, como en el móvil de la parroquia (tras varias llamadas sin respuesta a distintas horas del día) es similar: "Todo se hace aquí, no hay que reservar nada".

Esa gestión sobre-la-marcha, más propia de otras décadas, quizá funcionaría mejor con menos afluencia de público, pero con los flujos actuales de visitas resulta muy conflictiva. Es lo que acaban contando María Jesús Briñol y su marido, que vienen desde Pamplona en coche y se quedan a dormir en Oviedo. "Es la tercera vez que estamos en Asturias, pero nunca habíamos subido hasta aquí porque nos parecía muy complicado". Ellos subieron en coche y forman parte (consciente) de esos que colapsan los arcenes: "A lo mejor hace falta un parking un poco más arriba, porque al final hay que dejar atravesado el coche y eso molesta", confiesa. "También estaría bien que se pudiesen reservar las visitas guiadas, o que fuese más fácil acceder a ellas, porque nosotros lo intentamos pero al final nos dimos por vencidos".

Otro imposible sería el de visitar las tres joyas del Prerrománico, San Julián de los Prados, Santa María y San Miguel, en el mismo tour. Conocer Santullano tiene su propio horario, entrada y restricciones de aforo en la otra punta de Oviedo. El sistema, gestionado por la parroquia, como en el caso del Naranco, es similar, con las mismas carencias.

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