Opinión

La genialidad de la sencillez

Un luchador por la igualdad

Estamos, quizá, demasiado acostumbrados a grandes discursos, gestos grandilocuentes y momentos de gran carga emocional que solo llenan segundos. Necesitamos, en cambio, poder disfrutar realmente la vida, saber compartir tanto bueno como llevamos en el corazón, mirarnos como hermanos y no como rivales. Hay demasiados "infiernos" en este mundo -colectivos e individuales-: guerras y muerte, desigualdades económicas, injusticias sociales; críticas destructivas, rencores, odios, enfrentamientos…

Si hay algo que necesitamos en el corazón y en el mundo es la paz, la justicia, poder arañar un poquito de felicidad. ¿Pero cómo logarlo? Sólo es posible secundando a los profetas: aquellos convencidos de que es posible el cambio, de que podemos conseguir la paz y el bien para todos, que no podemos seguir "adormilados". Y en estos primeros años del siglo XXI el papa Francisco se ha convertido en un profeta de la sencillez, de la lucha por la igualdad, del reconocimiento real y estable de los derechos humanos. Sus palabras han calado en el corazón de creyentes y no creyentes, su fuerte convicción ha marcado un rumbo al cual se han sumado muchas personas, aunque el Papa no haya sido ajeno a las críticas y descalificaciones que también todos sufrimos a veces… Francisco ha querido resituar a la Iglesia Católica en la "periferias existenciales" como un hospital de campaña que ayude a restaurar tantas heridas del corazón y de la vida.

¿Cómo lo ha conseguido? Desde la sencillez, desde el día a día, haciendo sumar a todos. Algunos quisieron más de sus gestos, una reforma mas profunda. Pero la labor de los Profetas es anunciar, convocar y que otros sigan ese rumbo. La labor del Papa Francisco no ha culminado: continua en el corazón de miles de creyentes y no creyentes que han sido interpelados por la genial sencillez de alguien apasionado por el proyecto de Jesús de Nazaret para la Humanidad.

En el comunicado de su fallecimiento, reseñaba el cardenal camarlengo: "Nos enseñó a vivir los valores del Evangelio con fidelidad, valentía y amor universal, especialmente en favor de los más pobres y marginados". El mejor regalo que podemos hacer al papa Francisco -¡a la Humanidad!- es, precisamente, continuar ese legado.

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