Opinión

Por la capitalidad cultural, en favor de Asturias y de nuestra historia

El apoyo a una iniciativa de alcance europeo

"El mundo no tien portilles". Rosa Vigil/Susana Roza

"Participar es ganar siempre". Fernández León, J.

"Capitalidades en liza"

El talento astur está disperso por el ancho mundo y, a veces, parafraseando a Ciro Alegría, ajeno. Somos un millón de habitantes; probablemente incluso menos. Necesitamos a todos, censados, migrantes y los de la diáspora que con tanto mimo cuidan el Consejo de Comunidades Asturianas, Compromiso XXI y el Archivo de Colombres, mal, o bien, según mirada del viento, llamado de Indianos. Resultamos literariamente casi liliputienses dentro de la Unión Europea (UE) en esta casi esquina suroccidental. Somos Oviedo, (no –¡por favor!– el gamberro Uviéu), ciudad que, en el bendito eje alfonsí-carolingio, debería reconocerse, por méritos históricos y sociales, Capital Cultural Europea. Hacia el Oeste fuimos origen del Camino; hacia el Sur, fundamos España y al Norte y al Este creamos Europa. Ya hemos ostentado, por tanto, esa nutricia capitalidad de facto o por elección de los dioses en la presencia protagónica del Paraíso Natural. También desde el mismo indoeuropeísmo predecesor del cenobio conventual hasta la ciudad que, paso a paso, seríamos luego y más luego de la Ilustración. No olvidar tampoco que esos orígenes tienen recónditos acentos rupestres, pues ya antepasados remotísimos dejaron el nomadismo para grabar e instalarse en este suelo del Nalón Medio, cobijo clemente contra glaciaciones y/o soles ígneos. Cualquier otra candidatura ha, o debería, de retirarse sabia y fraternalmente. Oviedo no compite, ni lo pretende, contra nadie, pues nadie puede emular nuestros pasado, presente y futuro culturales.

Madrid y Bruselas/Estrasburgo/Luxemburgo, llegado el momento, nos estampillarán como tal etapa, capital cultural, en acto de estricta justicia a la Historia.

Suena a excelente música el peregrinaje del Sr. Mompeán por la piel astur, empezando, como es lógico, por Gijón, Noega, que nos supera en número de habitantes y tiene también rica historia. Y es igual y cotidianamente excelente la música que viven los vecinos, augurio del éxito sin paliativos que merecemos.

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