Opinión

Amigo o enemigo

Donald Trump. / EP

Nunca esperé hacerme esta pregunta pero me obliga lo que Trump ha llamado el Día de la Liberación y que otros llaman Día de la Inflación o incluso Día de la Recesión. Donald quiere aranceles para acabar con lo que considera un sistema geoeconómico que daña a EEUU, que tiene un déficit comercial de 1,2 billones de dólares. Lo quiere solucionar con aranceles. Dice que "arancel" es la palabra más bella del diccionario aunque luego añadiera también "Amor" y "Dios", supongo que para contentar a sus seguidores.

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Estados Unidos ha declarado una guerra comercial a medio mundo que recuerda la que puso en pie en 1929 (arancel Mott-Hawkeye) con desastrosas consecuencias porque agravó los efectos de la depresión mundial a pesar de que un millar de economistas escribieron al presidente Hoover para pedirle que lo vetara. La situación no es hoy comparable porque afortunadamente no estamos en recesión aunque los actuales aranceles arriesguen a provocarla al reducir el comercio mundial y el crecimiento de la economía. Algunos economistas predicen que los Estados Unidos tienen hasta un 40% de posibilidades de entrar en recesión, cosa que no parece preocupar al presidente que afirma que lo que ha puesto en marcha es "tan grande" que vale la pena hacer algunos sacrificios temporales para impedir que todo el mundo se aproveche de los americanos. Eso dice. En mi opinión todos saldremos perdiendo y serán precisamente los americanos los primeros en notarlo, aunque que quizás les compense el estúpido orgullo nacionalista de saber que están marcando la marcha económica del planeta... aunque sea en sentido contrario al deseable.

A los demás también nos puede fastidiar bastante y en el caso de Europa, aparte de los aranceles sobre el acero y el aluminio que ya estaban antes, nos pueden hacer daño los que afectan a las medicinas, productos agrícolas, maquinaria y los coches, que España no exporta directamente a EEUU aunque produce muchas piezas para los que exporta Alemania y que también se verán afectadas. En todo caso como nuestro país tiene un déficit comercial de 10.000 millones de dólares con EEUU los aranceles tendrán un impacto reducido y estimable tan solo en un par de décimas de PIB, que también da rabia ver esfumarse con lo mucho que cuesta ganar. Otra cosa es que los aranceles puedan eventualmente hacer mucho daño a sectores concretos como el del aceite de oliva o del vino que necesitarán apoyos estatales, y es alentador que por una vez PSOE y PP parezcan dispuestos a ir de la mano. Es una buena noticia que ojalá se extienda a otros ámbitos. Al fin y al cabo soñar es gratis.

Los aranceles también nos afectarán si el comercio mundial se resiente y disminuye el crecimiento y por eso es importante que los europeos permanezcamos unidos. No debemos amenazar públicamente a Trump, que es algo que no soporta, siendo cautos y a la vez firmes en nuestra respuesta porque aunque tenemos un superávit comercial con Estados Unidos de más de 250.000 millones de dólares, también tenemos un déficit en servicios de nada menos que el 0,4% del PIB americano y por ahí, sin gritos ni estridencias, podemos empezar a apretarles el zapato.

Estados Unidos parecen dispuestos a poner fin al mundo que contribuyeron a crear y a mantener desde 1945 que nos ha dado bastante paz y un crecimiento económico sin parangón. E igual hacen con la OTAN, cuya misión y funciones quieren redefinir sobre la base de que los europeos paguemos más y ellos disminuyan su compromiso militar, especialmente poniendo en duda el automatismo de su famoso artículo cinco de defensa a aquellos socios que no contribuyan un mínimo al mantenimiento de la Alianza, como es nuestro caso (1,28% del PIB).

Se prepara así una tormenta perfecta: los aranceles de Trump pueden aumentar los problemas de crecimiento económico e inflación al mismo tiempo que se nos exige un esfuerzo suplementario en Defensa que, digan lo que digan los políticos, exigirá aumentar impuestos y/o restringir servicios sociales. Algunos más honestos como el británico Starmer ya lo han reconocido. Y eso dará alas a la ultraderecha adoradora de Trump, que no para de crecer, y a la ultraizquierda partidaria de un pacifismo ingenuo y suicida. Todo ello es una pésima noticia porque hará más difícil la integración europea que necesitamos para sobrevivir en la Geopolítica de Poder crudo y duro a la que nos encaminamos.

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