Opinión

Carmen Suárez Paula García

Una crisis sin precedentes: covid-19

Las primeras medidas educativas en Asturias ante la pandemia

En educación nunca nos habíamos enfrentado a la situación que se produjo en el mes de marzo del año 2020: suspender la actividad presencial en todos los centros educativos, así como mantener "las actividades educativas a través de las modalidades a distancia y online, siempre que resulte posible" (RD. 463/2020). La tarea del Gobierno del Principado consistió en afrontar un reto educativo que suponía priorizar la salud como elemento fundamental. ¿Cómo garantizar la continuidad de las enseñanzas para más de 120.000 alumnos y alumnas bajo el esfuerzo y la tutela de 12.000 docentes?

A través de los centros y los tutores y las tutoras, identificamos las diversas situaciones de "brecha digital" del alumnado. Existía un convenio con Microsoft, activado para disponer de las herramientas Office365. Esto permitió implementar la enseñanza telemática con inmediatez, disponiendo, en primer lugar, el uso de todas las cuentas de correo del alumnado y el profesorado. Los Centros de Profesorado y Recursos proporcionaron asesoramiento para la instalación y uso de los programas necesarios. Se pusieron en marcha una serie de jornadas telemáticas de formación para el profesorado, con sesiones clasificadas en distintos niveles de conocimiento y/o uso de las tecnologías. Obtenidos los datos de necesidades de dispositivos y conexión entre el alumnado, se activó un sistema de préstamos de los ordenadores de los centros, se adquirieron USBs con conexión a internet distribuidos a las familias con la colaboración de Ayuntamientos, protección civil, ONGs, y otras entidades. Se llevaron a cabo actividades de apoyo como Educastur TV, que contó con la colaboración de RTPA y de 150 profesores y profesoras, y el espacio 24x7 en la web Educastur, donde se alojaban tutoriales, formación en herramientas telemáticas y recursos educativos. Lo más inmediato fue abordar la reanudación de la actividad lectiva online en la que jugaron un papel esencial las direcciones de los centros, a través de la coordinación de la Consejería: el reto de afrontar la enseñanza y aprendizaje en situación de confinamiento, la evaluación de final de curso, la adecuación y puesta en marcha de las pruebas de acceso a la Universidad. Todo tenía con un único objetivo: no dejar a nadie atrás.

Nuestra mayor voluntad fue prestar un servicio a la educación asturiana. La desescalada y la nueva normalidad trajo otros retos que exigieron modalidades educativas adaptadas a la gestión de una pandemia que hizo de la salud y el cuidado de todas las personas la piedra angular.

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