Opinión

A quién le importa un padre

La pasada semana, el periodista Quico Alsedo publicó la primera entrevista en España a Francesco Arcuri, el ex de Juana Rivas. Aquel mismo día, el hombre estuvo también en Telecinco, por videoconferencia. Lleva dos meses sin ver a su hijo menor ni hablar con él, desde que el crío marchó por navidad para Granada para estar con su madre. Ella ha vuelto a cubrir de denuncias infundadas a Francesco y se niega a devolver al niño. Digo denuncias infundadas y me gustaría decir falsas, aunque Rivas no haya sido condenada nunca por este delito, puesto que los tribunales italianos no sólo no han admitido sus constantes delirios, sino que la consideran una manipuladora peligrosa para la salud mental de sus hijos. El hijo mayor, alienado contra el padre, podría ser un indicio. Sin embargo, parece que nada consigue frenar la máquina. En España tendríamos que presentarnos a un examen psiquiátrico algún día si seguimos tolerando estos abusos por una razón exclusiva de prejuicios de género.

Se dice a veces que Arcuri es un maltratador porque fue condenado. Es falso. Tras una discusión violenta en la que él presentó más daños físicos que ella, según el parte médico, Rivas lo denunció y él aceptó de conformidad una condena mínima, porque no quería dejar de ver al hijo que entonces tenían. La pareja volvió a juntarse y tuvieron otro hijo, el que ahora se niega Juana Rivas a devolver, y tras la separación definitiva los críos estuvieron con el padre en Italia. Luego estalló todo el caso. En una visita a la madre, ella se negó a devolverlos y empezó el teleculebrón.

Leer la entrevista de Alsedo a Arcuri a la luz de aquel escándalo produce dolor y produce vergüenza. Allí el padre expresa, sin decirlo tan agresivamente como merece el tema, hasta qué punto se desentiende la sociedad española de la seguridad y la salud mental de unos niños si la madre cubre al padre de denuncias sin fundamento. Es como si no pudiéramos movernos del dogma de que la madre es siempre lo mejor para los niños, ni siquiera cuando hay evidencias tan alarmantes de lo contrario. A Juana Rivas la condenaron por sustracción de menores y el Gobierno contraatacó con un indulto vergonzoso para que no pisara la cárcel. Ahora, en la reincidencia, ¿qué haremos? ¿Cuántos indicios más son necesarios para alejar a un niño pequeño de una persona trastornada? ¿No es "violencia vicaria" usar a los niños como munición contra tu ex? n

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