Opinión

Becas por suspender

El otro día vi un debate en "Espejo público" que me hizo mucha gracia. A un lado había una mujer de Sumar y al otro un estudiante universitario con buen expediente. Es como ver debatir una zambomba con un piano de cola. La de Sumar defendía la idea de dar becas universitarias también a los que suspenden y el estudiante le recordaba que el esfuerzo tiene alguna relación con los estudios y que esa idea podía convertir las aulas en sitios rentables para los vagos. Fue hermoso ver a un estudiante recordarle a una adulta, que ya hace mucho tiempo que terminó sus estudios y ahora tiene alguna responsabilidad pública, la relación entre el estudio y la responsabilidad.

¿A qué venía este debate televisivo, luego viralizado en las redes? A que Sumar tiene una propuesta para cubrir de luz y de color la grisura de los centros educativos superiores y ajustarlos, por mandato, a la felicidad global universal: quieren que el importe de las becas no se devuelva en caso de que el alumno que las recibió suspenda ese curso académico. Es decir: desean desvincular el resultado final del incentivo pensado para superarlo, lo que significa ni más ni menos que erradicar de la faz de la universidad el incentivo mismo. De acuerdo en que "incentivo" es una palabra sospechosa. Quizás un invento maligno del capitalismo, como la meritocracia.

La vinculación entre la beca y el resultado que se obtiene con ella es algo que metió en la ley el malvado Mariano Rajoy, de modo que tiene que ser nocivo para la democracia. Si bien es cierto que uno puede recibir una beca y al curso siguiente tener un mal año por motivos personales, y terminar suspendiendo más de la cuenta debido a un pico de depresión, eso es tan cierto como que se pueden pedir becas a troche y moche con el objetivo de recibir la paga, sin el más mínimo objetivo de estudiar. Quien conoce las aulas sabe que existen matriculados que jamás abrirán un libro. Pero, vista la propuesta de Sumar sobre la norma de Rajoy, entiendo que no comprendía aquel gallego lo que otra gallega sí comprende: que la educación superior no debe ser un privilegio para nadie. Menos todavía para los que se esfuerzan.

Ser pobre y estudiar duro no puede, bajo ningún concepto, suponer una ventaja sobre ser pobre y no dar un palo al agua en la universidad. De regir por más tiempo este sistema de recompensa, pronto las universidades habrán dejado de producir diputados.

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