La mujer de un minero a salvo en la tragedia de Cerredo: "Me pongo en la piel de las familias de los fallecidos y no puedo ni pensarlo"

El marido de Raquel Rodríguez tenía que arreglar un vagón, pero al final entró un compañero

Yolanda Rodríguez, Eduardo González y José Manuel Sal, ayer, en Cerredo.

Yolanda Rodríguez, Eduardo González y José Manuel Sal, ayer, en Cerredo. / D. Á.

Cerredo (Degaña)

Rota por el dolor. Así está la localidad degañesa de Cerredo después de vivir el mayor accidente minero de su historia con cinco fallecidos y cuatro heridos de diversa consideración. La cabeza y el corazón de los vecinos están con las familias de las nueve víctimas porque aseguran que "la familia minera somos todos uno".

"Hay mucha tristeza, es un palo grande porque somos todos conocidos, yo tengo un amigo en el hospital y otro fallecido", lamentaba Cristian Soto, de Cerredo, que reconocía que el lunes fue un día muy duro: "Comenzamos a escuchar las sirenas de las ambulancias y los helicópteros y no nos imaginábamos lo que íbamos a vivir".

Raquel Rodríguez estaba en casa con su bebé y no se percató de todo ese movimiento de equipos de emergencia en el pueblo hasta que le picaron en la puerta para avisarle de que había habido un accidente en la mina en la que trabaja su pareja. Ahí comenzó su angustia hasta que logró contactar con él. Por suerte, estaba fuera de la mina en el momento de la explosión y resultó totalmente ileso. "Tenía que haber entrado a arreglar un vagón al interior, pero finalmente fue otro compañero el que entró y él está aquí", relata con su niña en brazos, asegurando que "me pongo en la piel de las familias de los fallecidos y heridos y no puedo ni pensarlo".

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